14 de marzo 2019 - 14:55

Dólar: ¿y si la tasa ya perdió eficacia, cómo sigue la hoja de ruta?

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Pixabay

Luego del reacomodamiento alcista del dólar de las últimas ruedas, los inversores estarían comenzando a preguntarse si la eficacia de la suba de la tasa de la Leliq -como mecanismo regulador del apetito por las colocaciones en pesos- no estaría comenzando a dar señales de estar perdiendo fuerza.

Ello se debe a que los importantes esfuerzos de absorción monetaria del BCRA, que ha tenido como correlato un fuerte aumento de unos 2.000 puntos básicos en dicha tasa- hasta ya alrededor del 64% anual- desde los mínimos recientes, ya no están permitiendo ¨domar¨ a la divisa como sucedía con anterioridad.

Podría estar ocurriendo que frente a una creciente incertidumbre electoral, cuyo calendario comienza a presentarse más activo tras el puntapié de los comicios en Neuquén, la dolarización estaría tomando mayor dinamismo principalmente desde aquellos inversores externos orientados hacia el ¨carry-trade¨.

Hasta el momento no se evidencia que los ahorristas se hayan sumado significativamente a dicho proceso, a pesar de lo cual la dinámica dependerá de las tasas de plazos fijos, las cuales vienen acompañando por ahora lentamente al fuerte repunte de la tasa Leliq que los bancos deberán trasladar para retener a depositantes.

A los ruidos políticos se les suman las conocidas vulnerabilidades económicas, las cuales los inversores reflejan con claridad a través del ¨termómetro¨ del riesgo país que sigue merodeando elevados niveles de 750 pb., y demuestra que aún se está lejos de aspirar a recuperar el acceso al crédito voluntario externo.

En vista a que la tasa de Leliq ya no tendría la misma respuesta sobre la demanda de divisas es que las autoridades subastarán hasta u$s 60 millones diarios –tras visto bueno del FMI- en la plaza cambiaria, a fin de complementar la mayor oferta de divisas que aportarían próximamente los exportadores, aunque dicha estrategia reduce la cobertura en dólares para el programa financiero 2020.

Aún reconociendo que el dólar deberá acompañar a la inflación, y por ende deslizarse a dicho ritmo en el tiempo para evitar transitar hacia un nuevo atraso, la intención oficial sería poder a través de dicha mayor oferta -y la política monetaria restrictiva- poder aminorar los ánimos y evitar abruptos saltos cambiarios.

Estando todavía a más de siete meses de las elecciones presidenciales sería muy prematuro, y hasta peligroso, que las tensiones sobre el dólar no puedan calmarse a esta altura del año dado que en un escenario electoral de ¨final abierto¨ el proceso de dolarización y la volatilidad es de esperar que se intensifiquen.

Más allá de estas consideraciones cambiarias, el BCRA se encuentra también en la incómoda situación de que esta lucha contra el dólar, efectivizada principalmente a través de una renovada suba de tasas, tiene correlato negativo para una economía que transita por una dura recesión y estas decisiones demoran aún más la salida.

Frente a dicha encrucijada, el organismo monetario debería actuar con extremo equilibrio dentro de un camino cada vez sinuoso y angosto, donde posiblemente se incline finalmente por no seguir afectando a la economía a través de los altos costos de financiamiento y vaya buscando ordenadamente ir hacia un tipo de cambio más alto, el cual resulta además crucial para continuar mejorando las cuentas externas del país.

Ello se debe a que las etapas electorales, combinadas con una economía que aún enfrenta serias vulnerabilidades que deben ser resueltas para disipar los temores de los actores económicos, resultan terreno fértil para dicho comportamiento de los ahorristas.

Así es que no sería conveniente alimentar una peligrosa nueva ¨olla a presión¨ a través de buscar forzar mantener artificialmente quieto al dólar, a través de viejas y/o nuevas herramientas monetarias - así como cambiarias - que sólo otorgan efímeros respiros.

Ante dicha expectativa, los inversores deberían actuar con pragmatismo y un activo monitoreo de la coyuntura, dado que la volatilidad seguramente continuará a la orden del día - tanto por eventos domésticos como externos - por lo cual la prudencia debería continuar prevaleciendo en la toma decisiones.

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