7 de noviembre 2025 - 11:21

Argentina, gigante exportador de agua virtual

Argentina exporta agua virtual en cada tonelada de soja o carne. Lejos del temor, esto puede ser una oportunidad si se gestiona con valor agregado y sostenibilidad.

El agua que realmente “se llevan” no viaja en barcos ni se bombea desde glaciares: viaja en forma de agua virtual

El agua que realmente “se llevan” no viaja en barcos ni se bombea desde glaciares: viaja en forma de agua virtual

Cada tanto, Argentina revive un viejo temor: que alguna potencia extranjera venga a llevarse su agua. La sospecha vuelve ahora, en medio de negociaciones por ayuda económica de Estados Unidos, del mismo modo que surgió hace algunos años cuando la presencia china crecía en sectores estratégicos como energía, logística y agricultura. Pero hay algo importante que rara vez se dice con claridad: el agua ya se va hace décadas, y no solo no está mal, sino que puede ser una de las grandes oportunidades de desarrollo del país.

Porque el agua que realmente “se llevan” no viaja en barcos ni se bombea desde glaciares: viaja en forma de agua virtual, es decir, el agua incorporada a los alimentos y productos que exportamos. Cuando China compra soja argentina, está comprando miles de litros de agua usados para producir una tonelada del cultivo. Lo mismo cuando países del Golfo importan carne, o cuando la industria alimentaria estadounidense utiliza limón, maíz o maní argentino. Eso sucede todos los días y es parte normal del comercio internacional moderno.

Pero la pregunta clave es cómo convertir esa realidad en un beneficio tangible para la población, en lugar de un motivo de miedo. La respuesta es simple: exportar agua virtual con valor agregado, bajo prácticas sostenibles, y usar esos ingresos para financiar el acceso al agua y el saneamiento dentro del país, donde aún más de 7 millones de personas no tienen agua segura y más de la mitad carece de cloacas.

Estados Unidos, China y la disputa silenciosa por el agua y la producción

En este contexto aparece la geopolítica. Estados Unidos necesita estabilizar a América Latina para asegurar cadenas de suministro confiables en un mundo fragmentado. China, por su parte, lleva dos décadas ampliando su influencia en Argentina mediante créditos, infraestructura y compras masivas de productos primarios. Ninguna de las dos potencias está “buscando agua” directamente: lo que buscan es capacidad productiva, alimentos, energía y socios confiables a largo plazo. Pero en el corazón de esa disputa está el agua, porque sin agua no hay agricultura, no hay energía hidroeléctrica, no hay minería, no hay industria. Cada país que invierte en Argentina—sea Estados Unidos, China o la Unión Europea—lo hace porque entiende que el agua es nuestro factor crítico de competitividad.

Lo interesante es que Argentina ya es un actor central en este juego. Somos uno de los cinco mayores exportadores de agua virtual del mundo, junto con Estados Unidos, Brasil, Australia y Canadá. Cada litro de leche, cada kilo de carne, cada tonelada de granos implica miles de litros de agua embebida que viajan al exterior. Con una gestión inteligente, exportar agua virtual no significa “regalar agua”, sino exportar trabajo, tecnología, industria y conocimiento.

Y el potencial para crecer es enorme: solo el 5% de la superficie agrícola argentina tiene riego, cuando en países comparables esa cifra supera el 20%. Con sistemas de riego eficientes, reúso industrial, manejo integral de cuencas y tecnologías digitales, Argentina podría multiplicar su producción sin aumentar la presión sobre los ecosistemas, convirtiéndose en un proveedor mundial aún más confiable.

El desafío: transformar una ventaja natural en desarrollo real

El debate, entonces, no debería ser si “nos van a llevar el agua”, sino qué hacemos nosotros con el agua que tenemos. Si seguimos exportando agua virtual sin estrategia, sólo estaremos reforzando un modelo primario y vulnerable. En cambio, si orientamos esas exportaciones hacia cadenas de valor, buenas prácticas y reinversión social, el agua puede convertirse en la base de un ciclo virtuoso: producir mejor, exportar más, y ampliar derechos básicos en casa.

Lejos de alimentar temores, la discusión sobre Estados Unidos, China y la influencia externa debería servir para algo más importante: recordar que el agua es nuestro principal activo geopolítico, y que su valor no está solo en lo que exportamos, sino en cómo usamos esos recursos para que cada argentino, sin excepción, tenga acceso a agua segura y saneamiento.

Al final del día, sí: “se están llevando el agua”. Pero si la están llevando dentro de productos con valor agregado, de manera sostenible y a cambio de inversiones que permitan mejorar la vida de millones, entonces no solo no está mal: puede ser exactamente lo que necesitamos.

Ceo de la Cámara Argentina del Agua. Médico Sanitarista M.N 117.793

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