25 de diciembre 2020 - 00:00

No estamos ante un juego de suma cero

En los últimos 3 años el PBI nominal de Argentina se infló mientras que el real se contrajo un 16% acumulado. En el mismo período, el conjunto mundial, experimentó una expansión.

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Mientras discutimos la evolución de los tipos de cambio y los efectos de la pandemia en Argentina parecería que no le prestamos suficiente atención al posicionamiento estratégico del país y sus consecuencias. En los últimos 3 años cerrando con el presente con sus particulares inconvenientes globales, el PBI nominal de Argentina se infló mientras que el real se contrajo un 16% acumulado. En el mismo período, el conjunto mundial, experimentó una expansión del 1,7%.

Este diferencial, sumado a circunstancias actuales externas especificas relativamente favorables aplicables a Argentina, podrían dar una base de no sólo recuperación sino también redireccionamiento que haga más fácil superar los problemas de arrastre. En ese sentido, ya no se trata de pensarlo como un juego de reparto de ingresos o riqueza donde, si ganan unos, es a costa de pérdidas de otros. Se trata de crear las condiciones y generar oportunidades de desarrollar el potencial y que este sea realmente inclusivo o, persistir en unas formas que exacerban tensiones dadas por crecientes frustraciones e incumplimientos de perspectivas o cobertura de necesidades no realizadas.

Obtener buenos resultados depende de encararlo a tiempo, lo antes posible, de manera integral con una implementación consistente y efectiva. No se trata de una cuestión unidimensional ni solo concentrarse en las bondades derivadas de, por ejemplo, los superávits gemelos de cuenta corriente de balance de pagos y fiscal. Hay combinaciones que no llevan a mejoras. Por ejemplo, en el país autodenominado bolivariano, el superávit de cuenta corriente desde 1999 al año pasado acumula más del 170% del PBI y, en el interin, su nivel de actividad económica decae a alrededor de 1/3 del nivel inicial y se encuentra pasando por una hiperinflación persistente con serios problemas para atender necesidades básicas de la población. Al no contar con las condiciones para tener una cuenta de capital y financiera positivas, aún con controles extraordinarios, se disipan los recursos generados internamente a tal punto que el neto es marcadamente negativo.

En Argentina, más bien, no tendemos a llevarlo a extremos pero tampoco completar el diagnóstico y, entonces, postergar soluciones superadoras. Esto genera incertidumbres sobre la sostenibilidad de la dirección que, a su vez, retroalimentan mayores riesgos percibidos con revisiones de contratos y crecientes fallas en la coordinación dentro del aparato social. Ese costo se reparte en la sociedad de forma que notamos que desde 2016, el salario real del sector privado cayó en un 20%, contra el dólar oficial lo hizo un 30% y un 60% si usamos el tipo de cambio implícito CCL. La solución, entonces, no pasa por sólo repartir pérdidas bajo distintas fórmulas sino, en estas condiciones, aumentar los ingresos y buscar que los componentes sociales estén asociados a los mismos.

El paso del tiempo no es indiferente. No solo aumenta la brecha de lo que es y el resto sino que también dificulta la transición. Cuando se achican los recursos, aumentan las proporciones para atender los costos de adaptación e inversiones. Incluso, a veces, pueden llegar a decisiones extremas entre la subsistencia presente contra futura. Hubo situaciones históricas en que no se dieron las condiciones para producción de granos de alimentos ni tampoco previsiones de almacenamiento y, entonces, se llegaron a usar las semillas para la próxima siembra. Ello, particularmente hoy, es aplicable a la formación de las personas cuando aumenta la brecha de no hacerlo.

Las restricciones que enfrentamos existen, pero debemos reconocer nuestra propia autoría y responsabilidad de la solución. Más de estas causas hoy que en otras circunstancias pasadas. Por ello las negociaciones económicas externas deberían estar subordinadas a la propuesta de ordenamiento decidida e implementada con estos objetivos superadores. Caso contrario, se incorporan las demandas de reclamos del exterior a los locales, con sus diferenciaciones propias, y entonces queda afectada la sostenibilidad de todo el esquema.

(*) Economista y socio de la consultora Quantum

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