¿Crisis energética o institucional?
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Existen dos alternativas para enfrentar los conflictos. Las sociedades rezagadas buscan culpables. Los sacrificios rituales de las culturas ancestrales atestiguan una manera poco productiva de resolver dificultades, aunque satisficiera a sus dirigentes. Esa ideología para enfrentar algunos conflictos perdura en las naciones subdesarrolladas, en América latina, Africa, Medio Oriente, Asia, donde dirigentes políticos populares se aprovechan para ganar poder, aunque los pueblos se empobrezcan. En vez de enfrentar los problemas de la convivencia para ventaja de su gente, reparten culpas, inventan ideologías y rehacen la historia para descalificar a sus adversarios. La «herencia recibida» es una de sus muletillas preferidas. En cambio, las sociedades progresistas son ricas porque oyen verdaderamente a sus pueblos y sinceramente les importa superar los continuos conflictos de la forma más eficaz para el conjunto.
Con esa finalidad, las comunidades han ido erigiendo una estructura institucional para que la gente se comunique de la forma eficaz para consensuar las conveniencias recíprocas de coordinar las actividades individuales mediante un orden confiable. La confianza que conlleva previsibilidad de reglas de juego estables, no sujetas a humores transitorios, es la base de los grandes acuerdos sociales que posibilitan el éxito de los países. A los caudillos no les agrada ese sistema, porque la previsibilidad devalúa los resortes de su poder redistribuidor.
En verdad, la discusión energética es sobre quién tiene el poder de decisión. Si los individuos, coordinadas sus actividades por medio de instituciones -reglas de juego-creíbles o los caudillos. En la Argentina el gobierno nacional se apropió de las decisiones en diversas áreas que estaban encargadas a empresas privadas y entes de regulación. Suprimir el sistema de decisiones privadas resulta en las actuales penurias. El hecho de que el sistema institucional sea frágil, pues no brinda seguridades para que las empresas y la gente desarrollen su labor, en libertad, con horizontes previsibles y ordenados, es la madre del malestar energético de hoy.
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