4 de diciembre 2021 - 00:00

Los 12 desafíos de adaptación a los tiempos que corren para la Iglesia latina

En la estancia Casa Lago, en la Ciudad de México, se desarrolló un encuentro sin precedentes para la Iglesia Católica: la primera Asamblea Eclesial. Detalles de los retos, las resistencias y las ausencias de un encuentro histórico.

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El Papa latinoamericano desborda. Aunque vive en Santa Marta, su residencia comunitaria en el Vaticano, no olvida sus orígenes. De allí que se animó con parresia, es decir atrevida audacia, a convocar a una Asamblea Eclesial por primera vez en la historia de la iglesia católica. Esto hizo que los obispos no se reunieran a puertas cerradas en casas de retiro o santuarios, sino que convocaran a todos los bautizados, rodeándose del pueblo fiel, para discernir la voz de Dios y así construir el paraíso en la Tierra.

La prueba piloto para la transformación de las conducciones episcopales (obispos o cardenales) por región o continente, ocurrió en América Latina y el Caribe, justamente la tierra que eyectó a uno de los suyos al Sillón de Pedro.

Por primera vez, los obispos no se reunieron a solas en un continente. Durante un año se abrió una amplia convocatoria a todos los miembros de la Iglesia para que se transformen en activos creyentes, tal como lo hicieron los religiosos y religiosas que, entre el 21 y 28 de noviembre, llegaron a Casa Lago, en México, para participar de la Asamblea Eclesial, al igual que los cerca de mil personas que también fueron partícipes de las actividades en modo virtual.

La Asamblea Eclesial se fue organizando durante un año, con distintas instancias de consultas y debates. Sumó a las 22 conferencias episcopales de América Latina y el Caribe, con la convocatoria centralizada desde el CELAM (la Conferencia aún Episcopal de Latinoamérica con sede en la ciudad de Bogotá, Colombia), la Conferencia Latinoamericana de Religiosos (CLAR) y la Conferencia Eclesial Amazónica (CEAMA) que preside el cardenal brasileño Claudio Hummes.

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Rito afrodescendientes, las hermanas de México y Honduras, junto a un sacerdote de Kenia que hace 20 años está misionando en Colombia.

Rito afrodescendientes, las hermanas de México y Honduras, junto a un sacerdote de Kenia que hace 20 años está misionando en Colombia.

Escuchando a la periferia de la Amazonía nació la primera instancia de la Iglesia Eclesial, que incluyó a cardenales, obispos, laicos, monjas, sacerdotes y también a algunos pueblos indígenas que no profesan la religión católica. En ese contexto, la urgencia de la protección de los pueblos originarios parió la Red Eclesial Panamazónica (Repam), desde donde se enlazó los ocho países conectados a la selva amazónica, en una extensión grande como toda Europa.

La alianza de la Iglesia Católica con los indígenas por el gran pulmón de aire y fuente de agua dulce, con cerca de 30 millones de población originaria, llevó a Francisco a la convocatoria de un Sínodo Amazónico. Ese encuentro de 2019, que se prolongó durante casi un mes en el Vaticano, colocó a la ecología integral en el centro de la escena como nunca antes había ocurrido en el catolicismo. Al respecto, es preciso recordar que, en 2015, Bergoglio había escrito un texto muy potente, la encíclica Laudato Si (Alabado Seas).

De ese avance de la Iglesia y los indígenas, en un trabajo en red de profunda sintonía con el Pontífice e institucionalizado en la Santa Sede con CEAMA, se avanzó hacia una trascendente transformación de la organización sólo de obispos, para incluir a mujeres, indígenas, hermanas y laicos a una instancia de poder que antes era exclusiva de monseñores o cardenales.

La conversión de las reuniones de obispos en eclesiales puso en crisis al clericalismo y el machismo intra-Iglesia. Más de 70 mil creyentes participaron formalmente del debate, a los que se sumaron las posiciones que llegaron por escrito, zoom y vía redes sociales.

De esta manera, se terminó de definir un plan de 12 desafíos para la adaptación de la Iglesia latinoamericana y caribeña a los tiempos que corren:

  1. Reconocer y valorar el protagonismo de los jóvenes en la comunidad eclesial y en la sociedad como agentes de transformación.
  2. Acompañar a las víctimas de las injusticias sociales y eclesiales con procesos de reconocimiento y reparación.
  3. Impulsar la participación activa de las mujeres en los ministerios, las instancias de gobierno, de discernimiento y decisión eclesial.
  4. Promover y defender la dignidad de la vida y de la persona humana desde su concepción hasta la muerte natural.
  5. Incrementar la formación en la sinodalidad para erradicar el clericalismo.
  6. Promover la participación de los laicos en espacios de transformación cultural, político, social y eclesial.
  7. Escuchar el clamor de los pobres, excluidos y descartados.
  8. Reformar los itinerarios formativos de los seminarios incluyendo temáticas como ecología integral, pueblos originarios, inculturación e interculturalidad y pensamiento social de la Iglesia.
  9. Renovar, a la luz de la Palabra de Dios y el Vaticano II, nuestro concepto y experiencia de Iglesia Pueblo de Dios, en comunión con la riqueza de su ministerialidad, que evite el clericalismo y favorezca la conversión pastoral.
  10. Reafirmar y dar prioridad a una ecología integral en nuestras comunidades, a partir de los cuatro sueños de Querida Amazonía.
  11. Propiciar el encuentro personal con Jesucristo encarnado en la realidad del continente.
  12. Acompañar a los pueblos originarios y afrodescendientes en la defensa de la vida, la tierra y las culturas.

“No existen marcha atrás en este proceso”, señaló a Télam Miguel Cabrejos, el titular del CELAM, en la última conferencia de prensa en Casa Lago, al anticipar la realización de nuevos encuentros eclesiales. Precisamente, los más observadores pudieron advertir que ese carácter eclesial se expresó en la misma mesa de voceros de la conferencia, con la presencia de dos obispos (él y el argentino Pedro Brassesco); una monja, la colombiana Liliana Franco titular de CLAR; y el laico en CELAM, Mauricio López.

Las resistencias

La resistencia a las mujeres fue evidente en el primer acto. En la Basílica de la Virgen de Guadalupe fue monseñor Cabrejos quien solicitó a la presidente de la CLAR ponerse a un costado para la foto. La quitó de su ubicación central en la foto. Esto fue evidente para todos los presentes y provocó definiciones de “vergüenza o bochorno” la actitud del presidente del CELAM, el principal organizador del proceso eclesial en Casa Lago. Cabrejos no fue el único que resistió la presencia femenina.

El hombre con mayor poder del Vaticano presente en la Asamblea Eclesial fue el cardenal Marc Ouellet. El canadiense es presidente de dos aéreas determinantes para lograr una iglesia samaritana: La Congregación para los Obispos y la Pontificia Comisión para América Latina.

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Durante la conferencia de prensa, cuando le preguntaron por la ordenación ministerial de las mujeres, ya sean sacerdotisas o diaconas, Ouellet respondió por la negativa en lugar de resaltar que él mismo había tomado juramento a una mujer en las catacumbas de la Basílica de San Pedro, el pasado 22 de octubre. Se trató del caso de Emilce Cuda, la teóloga argentina de extensa trayectoria en universidades que fue designada por el Santo Padre como capo ufficio, jefa de oficina de la Comisión para América Latina.

El cardenal expuso su resistencia a los pedidos de las mujeres para que puedan bautizar o dar la eucaristía, dos sacramentos centrales para los creyentes. “El camino no es igualar a nivel ministerial al hombre y la mujer”, indicó Ouellet. “Es un camino equivocado – agregó - creer que ordenando a la mujer va tener todos los espacios en la Iglesia. Es un camino equivocado que no respeta la peculiaridad de la mujer. No imponer los mismos roles a hombres y mujeres. Debemos cambiar la iglesia mucho más, la revolución debe ser más profunda”.

Lo que el cardenal omitió decir fue cuáles serían los pasos a seguir para esa “revolución” femenina en la Iglesia donde él ostenta un gran poder, ya que es el encargado de la distribución de los obispos, y quien debe ayudar y acompañar desde la Santa Sede a los latinoamericanos y caribeños.

Los ausentes

Los jóvenes fueron los grandes ausentes en las instancias de poder, ya que no participaron de los espacios de planificación de la Asamblea Eclesial ni de la redacción del texto final. Aunque participaron de las primeras tres conferencias de prensa, luego fueron apartados cuando se había anunciado su presencia ante los periodistas cada día.

“Muchos mayores quieren liderar y no nos dejan soñar. De 1000 asambleístas es inadmisible que sólo 82 sean jóvenes laicos (menores de 35 años)”, se destacó en una carta a los asambleístas de la Pastoral Juvenil Latinoamericana, que estuvo presente con cuatro jóvenes, todas mujeres, la más joven de 19 años, Paola Balanza, de la ciudad de Tarija, en la República Plurinacional de Bolivia.

Tampoco estuvieron los representantes de los Movimientos Populares, los “samaritanos colectivos” como los definió el Pontífice, muchos de ellos laicos que practican la piedad popular. Otra gran omisión fue que en la Asamblea se omitió cualquier mención a los sacerdotes casados.

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Las jóvenes de Bolivia, Costa Rica y República Dominicana en la Pastoral Juvenil Latinoamericana.

Las jóvenes de Bolivia, Costa Rica y República Dominicana en la Pastoral Juvenil Latinoamericana.

Por otro lado, algunos asambleístas esperaron con ansias, más allá del vídeo-mensaje, al presidente de la convocatoria a la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe, el cardenal Óscar Rodríguez Madariaga. Pero al parecer las elecciones en Honduras de este domingo complicaron su agenda.

Más allá de estas ausencias, el proceso eclesial continuará. Los aduaneros de la fe católica y los misioneros en salida tienen mucho por andar, no sólo en este continente.

Periodista. Escritor. Analista de política nacional e internacional (@LSchaererOK)

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