Sin lugar a duda, y más allá de cuestiones coyunturales, el sector turístico en la Argentina -un territorio que sigue ofreciendo infinidad de oportunidades- se posiciona como un sólido aportante de desarrollo y progreso.
Invertir en turismo: un mercado muy atractivo, pero no tan sencillo
Hay dos perfiles de inversores en el sector. Mientras algunos tienen un objetivo aspiracional, otros buscan hacer un buen negocio. ¿Qué tienen en cuenta antes de iniciar un proyecto?
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Eso hace que, muchas veces y a la vista de inversores outsiders al turismo, parezca la gallina de los huevos de oro. Y puede que en algunos casos lo sea, aunque primero hay que saber cómo ajustar la mira para luego decidir dónde poner el ojo.
Mirar solamente el volumen de pasajeros de un destino, como único indicador, es un error en el que se cae fácilmente, y suele ser motivo de exaltación de parte de algunos funcionarios, sobre todo porque mostrar cifras abultadas presupone un gran negocio per se. Pero cuando de una inversión concreta se trata, hay que mirar más en detalle y entender cómo crear el producto que cada lugar necesita.
Dentro del perfil de nuevos inversores en el sector, están aquellos que, al menos en un primer momento, lo hacen más por un motivo aspiracional, ya que el turismo, como la gastronomía o una bodega parecerían otorgar cierto prestigio. Este perfil de inversores en el que prima el concepto de “invertir por impulso y recién después ver a quién se ofrece o se transforma en negocio” son una constante.
Las emociones y lo creativo / innovador juegan un rol fundamental en estos perfiles, aportando proyectos e ideas disruptivas que suelen ser punta de lanza, aunque requieren de espaldas financieras suficientes para sostenerlas, posicionarlas y que no pierdan su esencia en el camino. Si bien suelen ser los menos, muchas veces representan grandísimas inversiones y son quienes mayor asesoramiento necesitan. A pesar de ello, paradójicamente, son los que más tardan en buscar la colaboración del propio sector.
Por el otro lado está el resto de los mortales que, como primer objetivo, simplemente busca invertir y hacer un buen negocio en una industria prometedora. Para este segmento es muy importante tener en cuenta los siguientes puntos al momento de decidir qué, cómo y dónde desarrollar un proyecto:
Destino
Al momento de elegir la locación es muy importante entender el destino y analizarlo. Su infraestructura, su belleza, la conectividad aérea y terrestre, la trayectoria, y si hay políticas y definición clara del destino en sí mismo. ¿Sabe la industria turística de esa zona a dónde apunta y a quién quiere captar? ¿Hay planes de desarrollo a largo plazo?
Es fundamental saber qué grado de prioridad tiene el turismo para el desarrollo de esa economía regional. Averiguar el funcionamiento de la interacción público-privada resulta vital, ya que el emprendimiento estará inmerso en esa sociedad, y muchas veces eso condiciona las estrategias a seguir. El destino marca la cancha del proyecto -para un lado o el otro- aportando soluciones o desafíos, pero analizarlo es vital desde el armado del plan de negocios.
Una provincia que sirve como ejemplo en este sentido es Salta, que acaba de lanzar un proyecto llamado “Guía de inversión turística”, en el cual -a lo largo de 140 páginas- explica y asesora a quienes quieren invertir en esa provincia, ofreciendo todos los datos necesarios para la toma de decisiones.
Segmento
Aunque resulte obvio, no hay que perder de vista a quién estará dirigido el proyecto y si ese cliente potencial existe o hay que crear la demanda. Las estrategias dependerán de ello. Sin embargo, el destino vuelve a ser determinante, ya que el ambiente y la infraestructura van a condicionar de alguna manera el segmento, pero sobre todo la expectativa de precio. No es lo mismo planificar un hotel 5 estrellas en Valle de Uco que otro en San Rafael, aún estando ambos en la provincia de Mendoza.
El segmento ABC1 visita los dos destinos, aunque -por una cuestión de posicionamiento- en uno está dispuesto a pagar 5 pesos y en el otro, 2. Si tomamos como válido el ejemplo, y pensamos en San Rafael, seguramente será más viable un desarrollo de 3 o 4 estrellas, que uno de 5. Y no tomarlo en cuenta sería letal para el negocio.
Recursos Humanos y Tecnología
Estos dos puntos afectan indefectiblemente el producto que se pretende ofrecer. Nada peor que un desacople entre la inversión y el servicio que se pretende dar, por falta de Recursos Humanos calificados o tecnología. Alinear estos temas es vital desde el análisis del proyecto, sobre todo en destinos alejados, donde -ante la falta de personal con experiencia- se arma un sistema de incorporación de empleados externos, con los costos que esto conlleva. En estos casos, el producto debe ser de tal calidad que amerite un precio que cubra los gastos adicionales de esos recursos externos al destino.
Para los casos que están fuera de esas posibilidades, es muy importante, con creatividad y capacitación, acortar distancias entre el producto y el capital humano. Por eso, al momento de decidir dónde y qué hacer, nuevamente el análisis del destino será trascendental.
Y, aunque aquí desarrollemos estos ítems, lo cierto es que, como en todo negocio que une la hospitalidad y lo inmobiliario, finalmente lo que define el éxito de un proyecto son tres palabras: ubicación, ubicación y ubicación.
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