13 de noviembre 2006 - 00:00

"La política inmigratoria une a republicanos y demócratas"

(El periodista dialoga con el experto en mercados internacionales personificado por el banquero Gordon Gekko, de la película «Wall Street», quien considera que el resto del mandato de Bush no tendrá demasiados conflictos con un Congreso opositor. Temas como la política inmigratoria y China, en realidad, unen a republicanos y demócratas. Este fue el diálogo con Gordon Gekko.)

La política inmigratoria une a republicanos y demócratas
PERIODISTA: Las elecciones se tradujeron en una hecatombe para los republicanos. Se sabía que perderían el control de la Cámara de Diputados, pero no se pensaba que también el Senado. ¿Cómo gobernará Bush?

Gordon Gekko: El poder queda repartido. Los demócratas controlan el Congreso, pero Bush retiene el poder de veto presidencial. Bush no tiene nada que perder -no puede aspirar a un nuevo mandato- y los demócratas deben mostrar que dan la talla para la carrera presidencial de 2008...

P.: ¿Hay antecedentes de una convivencia similar?

G.G.: Muy recientes. Los republicanos -con Newt Gingrich a la cabeza- arrasaron en los comicios de 1994 y tomaron el dominio pleno de las dos cámaras en tiempos de Bill Clinton, un presidente demócrata...

P.: Un balance de poder tan compartido parece una fórmula infalible para la inacción...

G.G.: No necesariamente. Desde ya que se puede avanzar en los temas en los que prevalecen posiciones comunes.

P.: ¿Cuáles?

G.G.: Hay temas irritantes como la política de inmigración, donde se comparten posturas.

P.: Por ejemplo, la construcción del muro en la frontera con México...

G.G.: Correcto.

P.:
¿Hay asuntos económicos en los que haya consenso?

G.G.: Pienso que la obsesióncon China es el caso más claro. Pero hay otros temas en los que no será difícil obtenerlo. Nadie duda de que la pretensión demócrata de elevar el salario mínimo -desde los 5,15 dólares por hora a poco más de 7- se hará realidad muy pronto...

P.: ¿Qué solución se le dará a la intervención en Irak? Después de todo, éste fue el tema que definió la derrota republicana...

G.G.: La señal es muy clara: se alejó Rumsfeld, el ministro de Defensa. Se fue el arquitecto de la política militar y, me animaría a decir, de la política exterior. Pienso que la idea que prevalece hoy es resolver Irak con un criterio bipartidario -darles cabida a los demócratas como una forma de transferirles también la responsabilidad-. Lo previsible es que la nueva política surja de la comisión de estudios liderada por James Baker, un republicano, otrora secretario del Tesoro, y Lee Hamilton, un ex congresal demócrata...

P.: Me imagino que habrá una parte importante de la agenda en la que demócratas y republicanos no hallarán coincidencia. ¿Cuál será el enfoque? El partido victorioso puede presumir de que ha recibido de las urnas un mandato muy contundente y presionar por imponer los cambios...

G.G.: En rigor, estamos ante una derrota de los republicanos más que ante una victoria demócrata. Y además, si uno examina la ambigua plataforma demócrata, lo primero que detecta es la ausencia de toda pretensión de llevar adelante una revolución. Los demócratas que acceden a una banca, mirados de lejos, bien podrían ser republicanos. Creo, por último, que la experiencia de 1994 -cuando los republicanos se impusieron con una agenda muy definida conocida como el Contrato con América- torna remota la idea de que se busque arrinconar a Bush...

P.: ¿Por qué?

G.G.: Porque puede convertirse en un búmeran. Recuerde que Clinton fue forzado a cerrar temporariamente el gobierno en un par de oportunidades.

P.: No lo tenía presente...

G.G.: El rechazaba impulsar los cambios en los programas sociales y de salud que figuran en el Contrato con América...

P.: Que la gente había votado...

G.G.: Sin dudas. Pero Clinton no quiso saber nada. Con el control del Congreso, los republicanos le bloquearon la autorización para aumentar el endeudamiento de la Tesorería como mecanismo de presión. Por eso la necesidad de cerrar el gobierno y recortar el gasto. Luego sobrevino, eso sí lo recordará, la iniciativa de «impeachment» del presidente por el caso Lewinsky. Quien domina el Congreso tiene poder. Seguro. Pero la moraleja fue que Clinton, el gran derrotado en 1994, no tuvo problemas para ganar las presidenciales de 1996. Y hoy nadie recuerda a Gingrich...

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