Actúa mediador secreto del Banco Mundial por papeleras
Los mediadores en cualquier crisis deben exasperar la discreción y el sigilo. Se mueven en las sombras cuando además la crisis es estridente y produce heridos todos los días. El mediador que envió el Banco Mundial este fin de semana para buscar alguna salida a la crisis por la instalación de dos plantas de celulosa en la frontera argentino-uruguaya tiene una misión casi imposible. Le atribuyen que atacará sobre el nudo más fuerte de la trama: la negativa de la finlandesa Botnia a dar información sobre los procesos químicos que evitarían que se conviertan en fuentes de contaminación. Otro mediador, menos clandestino, desembarcará en Montevideo: es el «gordo» Juan Manuel Palacios, enviado por Néstor Kirchner a buscar alguna fórmula de acercamiento con sus colegas del sindicato de transportistas del Uruguay, que amenazan con desdoblar el bloqueo desde el otro lado de la frontera.
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En rigor, una acción similar ante el gobierno argentino el viernes pasado no dio demasiado resultado. Allí, según explicó después Moyano, le pidieron al jefe de Gabinete que se «reabra el diálogo» entre los dos países mientras los sindicalistas de Uruguay se quejaron por el corte de los puentes binacionales.
Debe recordarse, como dato sensible, que los camioneros de Uruguay habían amenazado con bloquear los puentes del lado oriental durante Semana Santa como forma de protesta. Al final no lo hicieron: definitivamente no le convenía al turismo de su país.
El viernes, Moyano explicó la postura que los gremios de ambos países exponen en conjunto: «Nosotros vinimos a pedir que se reanude la mesa de diálogo».
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