Alberto Fernández: reto por alimentos y una incógnita sobre el default

Almorzó ayer con los principales empresarios del país en el CICyP. Hubo reclamo directo por la suba de precios a empresas alimenticias. Un abrazo al campo terminó con protesta. La urgencia puede más y el plan deberá esperar.

Seleccionado. Alberto Fernández ayer en medio de empresarios. Jorge Di Fiori, Javier Bolzico, Daniel Funes de Rioja, Adelmo Gabbi, Daniel Pelegrina, Eduardo Eurnekián, Jorge Neuss y Gustavo Weiss.

Seleccionado. Alberto Fernández ayer en medio de empresarios. Jorge Di Fiori, Javier Bolzico, Daniel Funes de Rioja, Adelmo Gabbi, Daniel Pelegrina, Eduardo Eurnekián, Jorge Neuss y Gustavo Weiss.

Fue un estreno, una suerte de debut de Alberto Fernández ante los principales empresarios del país que el propio Daniel Funes de Rioja, presidente del Consejo Interamericano de Comercio y Producción, estuvo lejos de querer disimular: “Me siento como en un primer día de clases”, dijo. “Recuerdo que ese día siempre era el más difícil”, bromeó.

Tras esa introducción, cuando aún no se había servido el almuerzo en el Salón Versalles del Hotel Alvear, y cuando todos ya habían saludado a Miguel Acevedo por su cumpleaños, el Presidente tomó la palabra y comenzó su mensaje a los hombres de empresa. El hambre en Argentina fue uno de sus primeros temas y el que anunciaba el reto que venía por la suba en el precio de los alimentos. “ Primero la urgencia y después los cambios estructurales”, dijo en medio de esos razonamientos como mensaje directo a quienes esperan que el Gobierno de alguna señal del plan económico que piensa aplicar una vez que avance con la negociación de la deuda.

Esta vez el layout de las mesas en el salón cambió con relación a otros almuerzos del CICyP. Por eso delante del Presidente aparecía una larga mesa (en lugar de la tradicional mesa redonda principal) donde se sentaron Santiago Cafiero, Felipe Solá (llegó más temprano y cumplió con el besamanos en el hall del Alvear), Matías Kulfas, Marcela Losardo, Ginés González García, Gustavo Béliz, Andrés “Cuervo” Larroque y un inquieto Eduardo Valdés que daba vueltas por las mesas.

Entre ellos se sentaron además de Funes de Rioja y en una puesta ecléctica, Eduardo Eurnekián, Alejandro Bulgheroni, Miguel Acevedo, Daniel Pellegrina, Julio Crivelli, Adelmo Gabbi y Javier Bolzico.

El Gobierno está contento y confiado en que la fórmula que aplicó para subir las retenciones a las exportaciones de soja a de 30 a 33 % no terminará con una crisis con protestas en las rutas. Creen que el sistema de compensaciones y segmentación, más el mantenimiento o reducción de alícuotas para el resto del agro dividirá a las entidades y diluirá la protesta. Por eso ayer, Alberto Fernández directamente le agradeció al sector: “El campo nos ha demostrado que podemos ganar todos”, dijo el Presidente. Hoy largó un palo para la prensa: “Muy lejos de los que muchos escriben el campo es un socio estratégico del Gobierno. Necesitamos que crezca y exporte”, dijo y en medio lanzó una frase que resultó letal para los dirigentes del agro: “Valoro que el campo haya aceptado que suban las retenciones”.

Pellegrina, presidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA), casi saltó de su asiento. En esos términos el agradecimiento de Alberto F. implicaba que las entidades habían cerrado un acuerdo aceptando la suba de retenciones a la soja. En conflicto entre los dirigentes y las bases podía ser descomunal, según la entidad de que se trate. Está claro que para la SRA, cuyos productores asociados están todos arriba de las 1000 toneladas y por lo tanto afuera de la segmentación que baja el porcentaje de la retención, la cuestión no es igual que para la Federación Agraria.

Por eso Pellegrina sentenciaba luego a quien quisiera escucharlo: “Aclaramos que no acordamos nada con el gobierno. Seguimos reclamando la eliminación de retenciones”.

Tras ese “abrazo” presidencial, estratégico y calculado por Alberto F., vino otro hacia muchos de los presentes que hizo correr frío en algunas espaldas: “Así como lo hicimos con el campo y lo hicimos ayer yo quiero que lo hagamos con la industria”, les dijo pidiéndoles apoyo y responsabilidad.

Fue el tiempo de la protesta a las empresas alimenticias por una suba de precios en ese sector que no para, tal como se vio en las mediciones de inflación de enero y las proyecciones de febrero: “Tiene que parar, no tiene lógica que los precios sigan subiendo”.

No hubo metáforas allí; fue todo directo. “El sector alimenticio tiene que hacer una revisión de los que esta pasando”.

Y ahí les facturó: “Frenamos tarifas, frenamos combustibles, habilitamos créditos en el Banco Nación. No es posible que con todo eso los precios sigan subiendo”.

Y atrás la amenaza: “Y vamos a ser inflexibles con eso. Los empresarios pueden ayudarnos. Me temo que esto tenga más que ver con las expectativas que la realidad”.

En el final dejó tiempo para hablar de la negociación de la deuda y el horizonte que muchos de los presentes aún no ven muy claro. “No entiendo por qué cada vez que llego al gobierno estamos en default. Espero que sea una déjà vu perfecto salgamos de la deuda y arreglemos”. Otra vez apareció una incógnita y en este caso más complicada aún que los retos anteriores.

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