17 de mayo 2007 - 00:00

Bergoglio denunció pobreza escandalosa

Jorge Bergoglio
Jorge Bergoglio
Jorge Bergoglio globalizó ayer sus ataques contra el gobierno de Néstor Kirchner y denunció en Brasil ante una tribuna de obispos extranjeros la «inequidad escandalosa» que padece la Argentina. Pero el cardenal fue más allá y también ensayó una especie de INDEC celestial al divulgar cifras sobre el aumento de la pobreza y la indigencia en el país.

Bergoglio eligió el período 2002-2006, que providencialmente coincide con el actual mandato presidencial de Kirchner, para denunciar ante los obispos reunidos en la asamblea del CELAM el aumento de la inequidad social. «Entre 2002 y 2006 en la Argentina crecieron 8,7% los índices de medición de la indigencia; hay 26,9% en el nivel de la pobreza y estamos en la región aparentemente más desigual de mundo, la que más creció y menos redujo la miseria», disparó el jefe del Episcopado argentino.

  • Crisis de familia

  • El cardenal también aprovechó para revelar que en el país se vive una «crisis de los vínculos familiares y sociales» y una «ruptura en la transmisión generacional de la fe cristiana». La embestida del jesuita llega justo un día después de que El Vaticano aceptara el pedido de jubilación del obispo castrense Antonio Baseotto, el prelado más odiado por el kirchnerismo. Esa decisión papal fue interpretada en la Casa Rosada como un gesto conciliador de la Santa Sede con el gobierno y un revés para Bergoglio, quien esperaba la designación de su mano derecha en el Episcopado, el salesiano Agustín Radrizzani, como nuevo vicario castrense.

    La alusión de Bergoglio a la «inequidad escandalosa» llegó en el marco del diagnóstico que todos los titulares de los episcopados latinoamericanos realizaron ayer en Aparecida sobre la situación religiosa, cultural y social de sus países.

    En una síntesis de su exposición, publicada ayer en la página oficial del CELAM en Internet, Bergoglio orientó su discurso en tres líneas: el orden religioso, la dimensión social y el aspecto cultural, a los que con anterioridad se habían referido los obispos argentinos en el documento «Navega mar adentro».

    Pero el cardenal no limitó sus consideraciones al plano espiritual o a los temas atemporales, territorio dialéctico donde los obispos pueden manejarse con mayor impunidad. También fustigó el jefe de la Iglesia Católica al neoliberalismo, al libre mercado y a la globalización: «Esta nueva realidad de las ciencias y tecnologías de información e intercomunicación cibernética favorece el desarrollo globalizado del universo financiero, de la economía, de la producción y del mercado, principalmente dentro del nuevo orden económico mundial, de perfil neoliberal, de mercado libre y abierto. Esta globalización, como ideología económica y social, ha afectado negativamente a nuestros sectores más pobres», arengó Bergoglio a sus pares.

    Bergoglio dijo también que en la Argentina «persiste la injusta distribución de los bienes, lo cual configura una situación de pecado social que clama al cielo y excluye de las posibilidades de una vida más plena a muchos hermanos» y afirmó que los «poderes políticos y planes económicos de diversos signos no dan muestras de producir modificaciones significativas», en directa alusión a Kirchner, quien se niega a concederle un pedido de audiencia que el cardenal, paradójicamente, nunca pidió.

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