CGT: Moyano sumaría "gordos", pero surgirán críticas internas
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Hasta el 6 de julio pasado, Sanidad tenía a Susana Rueda en el triunvirato que completaban Moyano y José Luis Lingieri.
Anoche, West Ocampo era el más reacio -o más pretencioso, según la óptica- a recomponer el diálogo con Moyano. A pesar de una tórrida disputa por afiliados, Armando Cavalieri, de Comercio, impulsaba el acercamiento.
La misma tónica se atribuía a Oscar Lescano, de Luz y Fuerza; a Angel Pardo, de SMATA; y a Rodolfo Daer, ex jefe de la CGT, que se replegó en el gremio de la Alimentación de la Capital Federal. Otros como Omar Maturano, de la Fraternidad, habían confirmado su presencia.
«Puede ser un contacto para mostrar disposición para volver a sentarnos a dialogar», explicó uno de los « gordos» que imprimió un velo místico a ese gesto: «Queremos dar una señal de que estamos dispuestos a empezar de nuevo para contribuir a la unión del movimiento obrero».
Desde las oficinas de Azopardo, dos miembros del consejo directivo destacaron ayer el dato político del posible retorno -en principio, parcial- de los «gordos» a la CGT. Había, de todos modos, cautela sobre el desenlace de la negociación que lleva Viviani.
En rigor, un mes atrás los «gordos» le anticiparon a Andrés Rodríguez (UPCN) y a Gerardo Martínez (UOCRA) su voluntad de volver a la CGT. En aquellas charlas, se sugirió que en 2007 deberían elegir nueva conducción cuando, se sabe, el mandato actual es hasta 2008.
En tanto, los moyanistas traducían el impacto del semirregreso de los «gordos» en números: de los 1.600 delegados del Congreso, ayer estaban registrados unos 1.400 que aprobarían por aclamación el balance del primer año de gestión de Moyano como jefe de la CGT.
Como un juego de espejos, el coqueteo con los «gordos» tendrá su contracara: en Obras podría hacerse oír el malestar de sectores de la central contra los modos de conducción de Moyano. En esa queja se ensamblan Rodríguez, Martínez y Luis Barrionuevo ( Gastronómicos).
Ese trío, que acumula enojos con el camionero, empuja en momentos en que Moyano lamenta la caída de un aliado, el colectivero Juan Manuel Palacios, y ve tambalear a otro: Viviani, que está bajo minuciosa observación de los inspectores de la AFIP.
Rodríguez, Martínez y Barrionuevo, aunque no sean un eje permanente, escarban en los errores de Moyano, quien, además de «no socializar» su participación política -en el gobierno, claro-, se excede en su pretensión de expandir a sitios insospechados la presencia de su gremio.
Hay una anécdota que pinta a Moyano. Este llamó a José «Cacho» López, jefe de la UECARA -gremio que agrupa a administrativos y empleados de autopistas-, para que le «dé una mano» a su hijo Facundo, que vive en Mar del Plata. López, gentil, lo metió en su sindicato.
Pocas semanas después, Facundo Moyano se lanzó a capturar afiliados de UECARA para, usando un atajo de la ley, incentivarlos a que se afilien en Camioneros. Esos excesos, anticipan, los pagará caro algún día.
Por lo pronto, según admitió Mario Calegari, secretario de UTA, antes de fin de año Palacios dejará la CGT, pero el gremiomantendrá esa silla. Es, en realidad, una obviedad: como ya no ocupa ningún cargo sindical, debe obligadamente dejar la Secretaría de Prensa de la central.
Los entornistas de Moyano ven en los casos Palacios y Viviani los aprestos de una « campaña» -a la que suman lo que definen como la « demonización» del dipusindical Héctor Recalde- orientada contra los gremios y, puntualmente, contra la conducción de la CGT.
Puede, incluso, que haya un planteo expreso sobre este punto que quedaría en boca de Juan Carlos Schmid, de Dragado y Balizamiento, segundo de Palacios. No señalarían responsables, pero, a buen entendedor, sonará alguna acusación velada contra el gobierno.
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