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Mauricio Macri y José Manuel de la Sota
«Página/ 12».
«La Nación».
Se cuenta de Eugenio d'Ors (un escritor español de los años 20 del siglo pasado, famoso en su hora y hoy olvidado) que dictaba sus notas periodísticas a una secretaria que las dactilografiaba. Cuando terminaba, le preguntaba a su asistente: «¿Se entiende?». «Sí, don Eugenio»; éste respondía: «Bueno; ahora confundamos todo un poco», y traducía su argumento a una prosa barroca y alambicada. El profesor Grondona hace lo mismo en la entrega de ayer, dedicada a criticar a Néstor Kirchner por gobernarsegún el lema «pan para hoy, hambre para mañana».
Grondona cree que el Presidente pensó en el corto plazo cuando no toleró aumentos a las tarifas y consintió los piquetes, contrayendo deudas altísimas para los futuros gobernantes que deberán asumir el costo de medidas duras, cuando la situación energética o de orden público desborde.
Esa conducta la explica Grondona en términos de Epicuro: Kirchner eligió gozar de un «placer cinético» (el propio del instante que se vive) en lugar de tomas medidas y gozar, en un tiempo futuro, de un «placer catastemático» (el que viene más tarde). Que tome nota Kirchner para que no se repita.
MORALES SOLA, JOAQUIN.
«La Nación».
Como otros columnistas de ayer, especula sobre las consecuencias nacionales del triunfo descontado de Mauricio Macri en las elecciones porteñas del domingo. Kirchner, dice Morales Solá, cree que su futuro adversario es un Macri que querrá sucederlo en la presidencia. ¿Será así? Quienes hablan con el Presidente no sólo charlan de este Macri como amenaza en el horizonte; agregan otros nombres como el de José Manuel de la Sota, a quien Kirchner imagina reconstruyendo el Partido Justicialista después de que deje la gobernación de Córdoba.
El temor que el columnista le atribuye a Kirchner ante Macri es en realidad hacia todo el peronismo. El Presidente suele decir a sus entornistas que para un gobierno es más difícil habérselas con el peronismo que con los problemas de gestión. Sí es cierto que el principal miedo de Kirchner es que un Macri exaltado por una ola triunfalista arrastre detrás de sí a todo el peronismo, formación con la cual nunca el santacruceño hizo las paces.
El resto son reproches para mantener encendido el fuego de la eterna polémica entre el columnista y el Presidente: recordarle el flaco favor que le hizo a su candidato Filmus al recibir en Casa de Gobierno a Hebe de Bonafini, o la habilidad con que construye Macri su futuro tomando oportuna distancia de Juan Carlos Blumberg o de Jorge Sobisch.
VAN DER KOOY, EDUARDO.
«Clarín».
Como Morales Solá, le atribuye un papel importante a la crisis energética en la campaña electoral nacional. Le reprocha la falta de inversiones en el sector que ha puesto a las grandes ciudades al borde de la parálisis. Tampoco redimen al gobierno de estas críticas los esfuerzos que pueda haber anunciado para disminuir esa crisis: hay picos de consumo provocados por las bajas tarifas eléctricas, las centrales que se han prometido recién estarán funcionando en 2008; esa inversión no previó el encarecimiento del gas, y serán más caras para adaptarlas al ciclo combinado con gasoil.
El panorama se agrava porque Brasil puede este año quedarse sin recursos para auxiliar a la Argentina en la crisis energética, junto con la escasa posibilidad de que Uruguay o Chile contribuyan (como ocurrió en 2006) reduciendo sus importaciones de gas.
Los rigores del clima, remata Van Der Kooy, ponen al gobierno en ascuas a cuatro meses de unas elecciones que se parecen cada día menos a un paseo.
En la línea crítica que ha mostrado en el último tiempo el monopolio hacia el gobierno, le reprocha también la política con el INDEC, que ha puesto al borde del procesamiento al extravagante Guillermo Moreno por haber influido en el cocinado de los índices de inflación.
Interesante el dato que aporta sobre la opinión de Kirchner sobre el armado de un frente opositor: cree que Ricardo López Murphy tendrá en las elecciones presidenciales mejor suerte que Elisa Carrió y Roberto Lavagna.
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