Comunidad judía pidió al gobierno repudio a Irán
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La última oradora (ella pidió hablar) fue la senadora por la provincia de Buenos Aires, que -al revés de los anteriores, que llevaron sus discursos escritoseligió improvisar y utilizar los textos, la investigación y la preparación de los otros cuatro para encabalgar su alocución.
Allí dijo que «la maldad y el odio son inherentes a la condición humana», lo que provocó no poco escozor entre los sobrevivientes presentes y sus familiares, que se vieron igualados con sus victimarios en la idea de la senadora. Después, Cristina expuso su idea de cómo debe hacerse para que no se repitan hechos como la Shoá: «Son tres elementos: la memoria, la intransigencia en el respeto por los derechos humanos y la libertad».
O sea: ni una palabra de Irán, tampoco de la marcha de la investigación de los atentados (Kirszenbaum había recordado que Irán organizó y llevó a cabo el ataque terrorista contra la sede de la AMIA que dejó casi ochenta muertos).
El presidente de la representación política de la comunidad judía se permitió preguntarse por qué los medios no reflejanel genocidio que están cometiendo musulmanes ( blancos) contra musulmanes ( negros) en Darfour (Sudán), y agregó que «la negación de la Shoá es un agravio imperdonable y un insulto a la verdad, así como un llamado a repetirla. Por eso, el gobierno argentino debe expresar su repudio a Irán, sin especulaciones políticas o económicas».
Al margen de estas cuestionesde Estado, el acto del martes emocionó a los concurrentes.Antes del inicio, dos voces leían como en una letanía los nombres y las edades de víctimas de la peor masacre de la historia de la humanidad; el final estuvo a cargo de un « jazán» (cantante ritual) que cerró sus oraciones con el «kaddish iatom» (la oración por los muertos), para dejar lugar a un coro que entonó la marcha de los partisanos del gueto de Varsovia. Fue conmovedor ver a los sobrevivientes entonando desde la platea ese texto en «yiddish», la lengua de la judería europea, hoy casi en desuso.
En el medio hubo una impecable Nacha Guevara entonando «Yo te nombro, libertad» con el piano de Lito Vitale, y momentos con actores y bailarines. Sin embargo, a pesar de lo repetido de las imágenes, era imposible apartar la vista de lo que se proyectaba en la pantalla gigante ubicada en el escenario, que historiaba las persecuciones contra el pueblo judío desde la Inquisición hasta los atentados y manifestaciones antisemitas de nuestros días.
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