26 de febrero 2003 - 00:00

¿De dónde viene "Lupín", el apodo de Kirchner?

¿De dónde viene Lupín, el apodo de Kirchner?
Típico político común, para colmo peronista; cuesta sin embargo asimilar el apodo de Néstor Kirchner al Lupin de las novelas: Arsenio era uno de los más formidables y exitosos ladrones, tanto que la literatura del ramo construyó luego una dinastía hasta el Arsenio Lupin III. Demasiado afrancesado este personaje de Maurice Leblanc para Kirchner, por más que a fines del siglo XIX fuera devorado en folletines. Algo de esa masividad sería hoy envidiable para un hombre de la intelectualmente opaca La Plata y de tierras frías e inhóspitas, como Santa Cruz, donde el hielo y el desierto en ocasiones no permiten pensar.
Otro dato: al «Lupín» local se lo llama tal cual se escribe, no con la fonética gala del «Lupán». Por lo tanto, no proviene el mote de esa Francia finisecular, elegante, con caballeros en el arte del delito como Rocambole, el justiciero Fantomas o la prosa de Gaston Leroux del misterio del cuarto amarillo. Sí, al extremarse los parecidos, uno podría encontrar en la ambigüedad de Arsenio Lupin -bandido que simultáneamente actúa como jefe de policía con especial talento para disfrazarse-cierta semejanza en un candidato con doble discurso que recurre e interpreta casi travestidamente y sin prejuicios a disímiles de mundos opuestos como Hugo Curto, Manuel Quindimil, Gustavo Béliz y Daniel Scioli con Nilda Garré, Rafael Bielsa, Miguel Bonasso y Eugenio Zaffaroni. Por no citar a Eduardo Duhalde. A ese espacio seguramente no concurre Arsenio Lupin, demasiado proceloso para él, se lo reserva al sureño «Lupín». El folletín, como se sabe, no se atreve a tanto de lo que se atreve la política.

•Pseudónimo
Si no se puede asociar el Lupin francés al argentino, habría que buscar otra razón por la cual le endosaron a Kirchner ese pseudónimo. Tal vez le aplicaron el nombre por el fruto del altramuz, justamente denominado lupín: una suerte de poroto que se maceraba en salmuera o en vinagre, consumido con la misma pasión que los judíos mastican la semilla del girasol, aunque en este caso era popular entre los inmigrantes italianos y españoles, y hasta los sesenta aún se vendía en las ferias. Difícil pegar a la fisonomía de Kirchner ese entretenimiento amargo, ya postergado en usos y costumbres en los descendientes peninsulares -inclusive en Europa y hasta en Medio Oriente-, que lo apartaron de la ingesta diaria por la facilidad con la que engendra flatulencias. Sin duda, no es Kirchner. Esa característica complicada, sin embargo, no le impidió a la semilla irrupciones literarias en el pasado, ya que el hábito se consagra en «El lazarillo de Tormes» y en «El conde de Lucamor», quien repartía enseñanzas morales al tiempo que escupía la cáscara de los lupines.

•Personaje
Donde sí aparece el «Lupín» -o más exactamente, el «Lúpin», casi una audaz traducción de «looping»- que identifica al candidato, apodo que arrastra desde los '70 por lo menos, proviene de un personaje de historieta vernácula. Picardía de compañeros de estudio o de militantes peronistas, sambenitos que luego la vida no puede ocultar, éstos identificaron a Kirchner con el dibujo de las andanzas de un piloto de nariz prominente y perfil incuestionablemente parecido. Nacido en 1966, de la mano del dibujante Guillermo Guerrero, colega de Divito en «Rico Tipo», «Lúpin» devino en una revista que aún circula en el ambiente de las historietas (con personajes tradicionales como Purapinta y otros menos conocidos como Mosca Kid, un boxeador con anteojos). Nunca pudo desprenderse el gobernador santacruceño de esa broma, un lastre de historieta, ya que en el caso de sucumbir ante un dibujo hubiera preferido inmortalizarse en una creación de Héctor Oesterheld, un notable creador de cómics desaparecido con su familia en tiempos del régimen militar.

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