9 de diciembre 2003 - 00:00

Kirchner cumple prenda de pacto negro con los gremios

El gobierno tiene hasta mañana para cumplirles a los «gordos» sindicales la primera parte del primer pacto negro de la era Kirchner. El Presidente les prometió firmarles la prórroga por un año más de la traba de los embargos, pedidos de quiebra, de convocatoria y de remate de las obras sociales; gracia que había otorgado Eduardo Duhalde en marzo del año pasado y que vence mañana, 10 de diciembre.

En la última reunión con delegados de las dos CGT en Casa de Gobierno, Kirchner les prometió esa prórroga por un año más, un beneficio que exime a las obras sociales, esas cajas políticas de los gremios, y, además, atender una serie de reclamos que incluye eximirlos también de pagar el impuesto al cheque, tributo sobre el cual tienen ya estas entidades un beneficio respecto del resto de los contribuyentes.

Entre lo más destacable de los 15 puntos que le reclamaron en las últimas horas al gobierno figura además el pedido de que les canjeen bonos defaulteados por $ 270 millones que recibieron alguna vez del PAMI en devolución de un préstamo por nuevos papeles que creen merecer como cualquier inversor que se precie. También discutieron el pedido sobre la ley del cheque, quedaron en conversar si pueden cerrar un pacto que tiene la contrapartida política: apoyo en la captura del peronismo que, cree Kirchner, lo amenaza con recortarle el poco poder que ha sumado desde el 25 de mayo.

Librarlos por un año más de la quiebra, la convocatoria o el remate a las obras sociales es más un gesto político que una herramienta de saneamiento.

Prueba esa presunción que en el año y medio en que las obras sociales han gozado de ese paraguas protector no han avanzado mucho en el saneamiento de estructuras ineficientes y de endeudamientos que se remontan en algunos casos a intervenciones de hace más de 20 años. Si fueran empresas del mercado hubieran fenecido hace rato, pero las han salvado la sucesión de gobiernos amigos, que han sido todos, desde el de Juan Carlos Onganía (que es de cuando data la actual organización de esas prestadoras ligadas a los gremios).

De la negociación participan gremios de todos los palos, es decir, de la CGT de
Rodolfo Daer y de la que obedece a los llamados «rebeldes» -nunca han terminado de explicar ante qué lo son- de Hugo Moyano. El pacto que está detrás de esta concesión tiene una contrapartida política que se explica en por lo menos dos escenarios:

• El primero se montó el miércoles de la semana pasada en la propia Casa de Gobierno cuando ingresó de manera sorpresiva para todos Rodolfo Daer. Según les contó este cacique a sus amigos del secretariado de la CGT que escucharon su relato 24 horas más tarde en una cena que se hizo el jueves en el gremio de la Sanidad, el Presidente dedicó una hora y media a exponerle la necesidad de que el gremialismo lo ayude a capturar el control del peronismo.

• Daer se había pronunciado a favor de Kirchner en el ballottage que nunca ocurrió contra Carlos Menem, pero hasta ese día sólo había recibido desaires del Presidente, más afecto a halagarlo a Moyano privada y públicamente. Estuvo en dos oportunidades antes en Casa de Gobierno, una en julio para entretenerlo a Alberto Fernández; en setiembre estuvo en un acto masivo con el ministro Ginés González García, que le permitió apenas estrecharle la mano. Esta vez, Kirchner le planteó la necesidad de que jueguen con él dentro del partido y que se sienten en la mesa de conducción con los gobernadores cuando se reúnan el 17 de diciembre y para eso que los gremios jueguen bien, no al quedo como hicieron con Menem y con Duhalde.

• La respuesta de Daer fue la de un profesional: le pidió al Presidente que el gobierno los trate mejor como gremios y especialmente con las obras sociales. Eso motivó la reunión del jueves, a la misma hora cuando esto lo contaba él en Sanidad, donde se plantearon las quejas a Kirchner y a Ginés sobre la plata que dicen que no les dan. Kirchner -con Alberto Fernández como testigo- tuvo reacción precoz y ordenó que inmediatamente se reunieran con él el jefe de Gabinete y el ministro de Salud para hablar de esos entuertos.

• El encuentro fue el jueves en la Casa de Gobierno y fue allí cuando le plantearon a Kirchner la necesidad de que haya paraguas ante quiebras, convocatorias, remates y demás reclamos por un año más. Kirchner aceptó de inmediato prorrogar «la emergencia» que los protege (el Decreto 2.724/03 firmado por Duhalde que prorroga a uno anterior, el 486/02). En esa segunda cita negociada por Daer estaban los kirchneristas Moyano, Juan Manuel Palacios (camioneros), el bancario José Zanola y el ex adolfista Jorge Viviani (taxistas). También estaban Manuel Pedreira (textiles), Diógenes Salazar (telefónicos), Carlos Etchahun (carne), Horacio Guilini (docentes privados) y Vicente Alvarez (publicitarios). Este grupo había preparado en 24 horas un petitorio de 15 puntos que pide no sólo la prórroga de la emergencia, sino más: que se exima a las obras sociales del pago del impuesto al cheque que grava sus transacciones, como las del resto del público. Ya esas obras sociales como otras entidades de bien público pagan sólo 0,25% por cada transacción, contra 0,60% del resto.

• Otro reclamo: que el PAMI actualice el pago de los servicios que les prestan las obras sociales a los jubilados. También que se les aumente lo que les pagan por cada anciano (hoy $ 30 por mes mientras que el gasto que producen puede llegar según escalas de edad a los $ 70 mensuales). Y que el Estado les haga un canje de los bonos que recibieron las obras sociales como pago de la deuda de parte del PAMI y que fueron defaulteados. Eso implica hoy una deuda de $ 270 millones en bonos en manos de las obras sociales que querrían que se los pagasen como tantos otros acreedores, pero ya se conoce con qué cariño trata Kirchner a quienes le cuentan que aceptaron papeles del modelo neoliberal. Este pliego de reclamos quedó pendiente de una comisión que integrarán funcionarios de Economía, de Salud y en la que intentan entrar los gremialistas. Ese grupo estudiará si es posible entregar algo de lo que piden los «gordos».

• A la misma hora en que Kirchner cedía esto a las dos bandas sindicales, en la sede de Sanidad cenaba un lote feroz de caciques gremiales entre quienes estaban Luis Barrionuevo, Oscar Lescano, Armando Cavalieri, el dueño de casa, Carlos West Ocampo, el ferroviario José Luis Pedraza, el plástico Vicente Mastrocola, el municipal Amadeo Genta, Gerardo Martínez, el estatal Andrés Rodríguez y Rubén Pereyra (Obras Sanitarias). Allí Daer -que contaba su encuentro del día anterior- se dijo sorprendido por el énfasis del Presidente en el reclamo de asistencia política cuando todos saben que Moyano parece también seducido por montarse a un plan político de Kirchner. Daer se sorprendió por el llamado de Kirchner ese día cuando estaba en un acto en el Ministerio de Educación pidiéndole que pasara ese día por la Casa de Gobierno. Nunca había hecho gesto alguno de acercamiento a la CGT, más cuando se dedicó a recibirlo a Moyano para irritarlos a ellos. Fue corriendo a ver al santacruceño.

• ¿Una movida en favor de la unidad de las dos CGT? Ninguno parece convencido, todo lo contrario: recibirlo a Daer no es un gesto del Presidente a favor de la reconciliación sindical. Daer mismo se ríe y dice: «Ahora ya soy Rucci» (murmullos en la sala); era el que se tenía que ir a su casa, pero luego de ser recibido por el Presidente, su perfil se refuerza, eso irrita a Moyano y los aleja más. Ante tanta rareza en gestos, los sindicalistas que escucharon este relato el jueves en Sanidad resolvieron responderle a Moyano y sus pedidos de juntarse con una condición no negociable: que cualquier decisión que se tome sobre unidad de las dos CGT debe resolverse no en una reunión de los secretariados de las entidades, sino en un congreso conjunto de los gremios que las constituyen.

• ¿Cuál es la diferencia?, se preguntará un lego. En una reunión de secretariados un hombre vale un voto; en un congreso, un hombre vale según la cantidad de afiliados del gremio al que representa. Decidir la unidad sindical con este método impone el peso de los kilos sobre el adversario y todos se tienen confianza para ganar. Hasta Cavalieri, pese a haber perdido 5 mil afiliados más en manos de diez gremios del puerto. Uno de ellos es el que conduce uno de los candidatos a manejar una central unificada, el jefe de los empleados de Dragado y Balizamiento, y segundo, de la Federación Portuaria, el compañero Juan Carlos Schmid. Aunque el perfil que esa mesa pide para un nuevo jefe de unidad es que se trate de un hombre de un gremio industrial, no de servicios, de los sellos grandes y que, además, llame al consenso.

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