Lavagna saca kirchneristas de la siesta mundialista
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Anteanoche, en una quinta de Ezeiza, Porcaro, Aaset y Barijhoff, convocados por Rudy Ulloa, acordaron compartir el acto que será su retorno a la agitación reeleccionista luego de la Plaza del 25, jornada tras la cual CK entró en estado de hibernación.
La tregua entre las partes -Porcaro parece ser quien suma más voluntades, seguido por Aaset, mientras que Barijhoff tiene despliegue limitado revela una preocupación presidencial: ordenar la colecta de aliados para evitar que las desprolijidades los empujen a brazos de Lavagna.
Cuánto durará el cese del fuego es una incógnita, pero Ulloa, como mensajero de Kirchner, le pidió expresamente al trío de operadores que suspendan, siquiera temporalmente, las hostilidades. Habrá un regla básica: que se respete, por orden de llegada, el armado de cada uno en los territorios.
Pero más allá del enfoque global, el acto porteño tiene otro mensaje. Del encuentro no participarán ni el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, ni el jefe de Gobierno porteño, Jorge Telerman. Fernández es el jefe del kirchnerismo en la Capital; Telerman quiere ser el candidato en 2007.
«Alberto maneja el PJ, y esa es su estructura. Lo nuestro es aparte», se explicó, anoche,para quitar dramatismo a que Zannini y De Vido, manifiestos contendientes de Fernández, encabecen un mitin con sello K en la Capital que excluya, expresamente, al jefe de Gabinete.
«Quizá, al final, termina yendo y estamos todos juntos», aportó, como último recurso, otro vocero de CK. No tardará mucho, el jefe de Gabinete, en patalear contra una convocatoria en los que son, en teoría, sus dominios.
Quizá logre que le cursen una invitación.
No parece que haya, en cambio, chances para Telerman, que tuvo contactos fluidos con De Vido y Zannini -o delegados de Zannini-, y estuvo a punto de sellar una alianza con un sector de Compromiso K, más allá de la simpatía que lo une a Juan Carlos Dante Gullo.
Pero ahora, más allá de los gestos del jefe de Gobierno por congraciarse con la Casa Rosada, reina una orden que no admite interpretación: hasta nuevo aviso, a Telerman sólo se lo acompaña como jefe de Gobierno, pero no hay ningún aval como candidato.
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