17 de julio 2008 - 00:00

Lección mexicana para los vices en apuros

La situación de Julio Cobos (en la foto, junto a su segundo en la línea de sucesión presidencial, José Pampuro), réplica no sólo de una tradición criolla de conflictos con los presidentes. México vive un proceso parecido.
La situación de Julio Cobos (en la foto, junto a su segundo en la línea de sucesión presidencial, José Pampuro), réplica no sólo de una tradición criolla de conflictos con los presidentes. México vive un proceso parecido.
Los tiempos no están para mandarse mexicaneadas en el cargo, porque una venganza desde el oficialismo, combinada con un monopolio mediático, puede sacarlo de la escena. Como ocurre por estos días en, justamente, México, donde el vicepresidente Santiago Creel vive en un tembladeral: no se habla con el presidente Felipe Calderón, sufre una arremetida fuerte desde su partido y el poderoso grupo Televisa lo viene ninguneando.

Varias son las semejanzas entre el caso Creel y el caso de Julio Cobos. La primera de ellas, el clima de discusión nacional. En México todos opinan sobre la privatización de la petrolera estatal Pemex, propuesta hace dos meses por Calderón y su partido, PAN, mientras que aquí -ni hay que mencionarlodesde hace 130 días que no se habla sino de retenciones. Los argentinos ya somos «expertos en soja, vacas conserva y leche», como la semana pasada dijo Cristina de Kirchner, sumándose un tanto tarde al grupo de iniciados en la materia, que ya tomó una dimensión universal. México, claro, no compró todavía nuestro copyright para cortes de ruta, guerra de carpas y actos en estéreo con contraactos pero sí tiene, como aquí, a su Congreso en estado de deliberación permanente.

Creel y Cobos, los dos vices, cargan en este momento con sus propios calvarios. Ambos en relación cortante con sus respectivos presidentes y con un desacomodamiento dentro de sus partidos de origen. En México, el Partido de Acción Nacional (PAN) le quitó el 10 de junio pasado la Coordinación ( jefatura de la bancada), aunque lo dejó quedarse con la presidencia -debilitada- de la Cámara alta. La orden la habría dado el mismísimo Felipe Calderón. ¿El motivo? Santiago Creel estaba siendo ignorado por los medios de comunicación y eso, parece, afectaba mucho la difusión y defensa de la privatización de Pemex.

Es más: el ensañamiento de la gigantesca Televisa llegó a tal punto que lo borró de los spots de los debates en el Senado por la reforma energética. Como en ellos la figura del vicepresidente siempre aparece en el centro de la escena, la cadena mexicana optó por «recortar» su imagen. «Atentaron contra el derecho a que mi cuerpo sea difundido», dijo Creel en su descargo. Argumento válido, aunque suene a un postulado en defensa de la pornografía. En cuanto al porqué del holding para atentar así contra Creel, muy simple: el vice, arrepentido de haber votado a favor de la «ley Televisa» durante la presidencia de Vicente Fox, encabezó una cruzada para que la Corte Suprema la objetara y se promoviera una nueva Ley Federal de Radio y TV, que regulase, esta vez en contra del duopolio de Televisa y televisión Azteca.

Las razones del calvario de Cobos, en cambio, son las inversas. Cristina y Néstor Kirchner están molestos porque el vicepresidente aparece en los medios y ensaya una voz propia. Y peor: quien se la dio, de un día para otro, fue el monopolio local, «

Clarín». Al revés que Calderón, que busca seguir, como sea, en idilio con Televisa, el dúo K pareciera, por ahora, querer confrontar con el holding de Magnetto. En cuanto al partido, poco puede hacer la UCR con Cobos hoy, si nada hizo cuando hace un año éste saltó con la marca de Balbín hacia el kirchnerismo.

Así como se habló de la «putinización» de Cristina (eufemismo para comparar la injerencia de Néstor sobre ella con la que tiene Vladimir Putin sobre el premier ruso Dimitri Medvedev), así también cabe una «creelización» de Cobos. Claro, eso siempre y cuando se le ocurra jugar fuerte y mandarse una mexicaneada desde la vicepresidencia.

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