21 de diciembre 2004 - 00:00

Manifestantes de dos líneas con mucha gente

Los porteños pagaron el costo mayor del duelo político que con las calles como campo de batalla protagonizaron ayer entre sí piqueteros duros y grupos afines al gobierno de Néstor Kirchner. Durante todo el día, el tránsito en la Ciudad fue crítico producto de la avalancha de movilizaciones y cortes de calles -volvieron a quemar gomas en la 9 de Julio-con que, anti y pro Kirchner, eligieron recordar a los muertos de las horas trágicas que antecedieron a la caída de Fernando de la Rúa en diciembre de 2001.

Los piqueteros oficialistas se reunieron ayer frente al Congreso Nacional para recordar el 20 de diciembre, pero, a diferencia de los concentrados en Plaza de Mayo, sin cuestionar a Néstor Kirchner.
Los piqueteros oficialistas se reunieron ayer frente al Congreso Nacional para recordar el 20 de diciembre, pero, a diferencia de los concentrados en Plaza de Mayo, sin cuestionar a Néstor Kirchner.
Sin pedirlo, Néstor Kirchner tuvo ayer su «Plaza del Sí». Pero quedó oculta -o, al menos, minimizada-por un «no» en letras de molde color negro que tituló un mitin opositor montado frente a la Casa Rosada, donde abundaron las críticas contra su gobierno y que no reunió más de 20.000 personas.

El recuerdo, siempre doloroso, a tres años de la caída de Fernando de La Rúa -crisis institucional que dejó más de 20 muertos en todo el país-sirvió de ring para que los anti y pro Kirchner se trenzaran en un duelo a larga distancia que no ofreció victorias netas.

Sí, en cambio, hubo un sector que resultó perdidoso: los porteños para quienes, desde media mañana, fue prácticamente imposible circular por las calles donde brotaban piquetes y marchas de todo color y pelaje que convirtieron a la Capital Federal en una ciudad sitiada.

Anoche, los organizadores de los actos paralelos se sumergieron en una batalla que consistía en inflar el número de asistentes para demostrar que habían arriado más que sus competidores.

Pero no hubo árbitro para medir en esa disputa que cada uno se autoatribuyó como victoriosa
.

Hasta la Policía, voz oficial para difundir los datos sobre marchantes, rehusó ayer intervenir y guardó un meticuloso silencio sobre la cifra de personas que concurrieron a las dos plazas antagónicas.

Lo cierto, más allá de los números, fue que la calle mostró una marcada división entre seguidores y detractores de
Kirchner. Para unos, el Presidente es producto -en el buen sentidode aquella revolución popular que derrumbó a una Alianza convaleciente; para los otros, el patagónico llegó para interrumpir un proceso de cambio social. El hecho es el mismo; el prisma no.

En la plaza de los Dos Congresos los pro. Allí el Frente Patria para Todos reunió a sus seguidores que llegaron portando antorchas para participar de un mitin encabezado por
Luis D'Elía (FTV), Jorge Ceballos (Barrios de Pie) y Emilio Pérsico (MTD Evita), los mayores aportantes de tropa.

De todos modos, la asistencia fue menor a la proyectada: anoche, voceros de ese bloque reconocían que no alcanzaron a los
30 mil que pronosticaban hasta el mediodía. Dieron un argumento que sonó a excusa: «Nunca hay que mostrar todo el poder de fuego». Un derrape inocultable.

En la Plaza de Mayo, en tanto, todo el arco crítico que abarca a los piqueteros duros -algún «dialoguista» como la CCC-, a partidos de izquierda y a las organizacionesde derechos humanos,se convocó para repudiarlas «políticas
de Kirchner-» según indicaron.

«No al pago al FMI»,
rezaba un cartel que coronaba el escenario donde, amontonados, dirigentes de una colección de agrupaciones y fracciones políticas acompañaron a los familiares de las víctimas caídas en las horas aciagas del 19 y 20 de diciembre de 2001.

En esa plaza no hubo más que cuestionamientos contra el Presidente que logró que, tras largos meses de recelos, grupos piqueteros distanciados vuelvan a compartir un show.
¿Una señal de fuerza o de debilidad?

En una gran mixtura volvieron a mostrarse juntos el MIJD de Raúl Castells -sin él-, el Polo Obrero de Néstor Pitrola, el MST Teresa Vive de Gustavo Giménez, el MTR de Roberto Martino y CUBa de Oscar Kuperman, además de una colección de partidos de izquierda y organizaciones de DD.HH.

Así y todo, no le bastó para reunir las 50 mil personas que esperaban.

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