Manipulación de listas en Bs. As., otro escándalo PJ
-
La trastienda de la reunión de AmCham
-
Diputados discute mejoras en jubilaciones, en medio de una nueva marcha en el Congreso

Alberto Fernández
Lo más perverso de esa operación previa a la entrega de los listados a medianoche del sábado en la Junta Electoral de La Plata es que los punteros que intentaban defenderse ellos mismos en las grillas de candidatos o a sus apadrinados veían cómo Fernández y Parrilli presionaban a favor o en contra de gente a la que nunca habían visto en su vida. Son pocos los dirigentes provinciales que conocen a todos los punteros de su partido, pero la manipulación de las listas buscaba instalar diferencias arbitrarias con el solo propósito de generar mando en quien daba las órdenes. Así fueron desplazados de las listas dirigentes con peso territorial por otros con menor gravitación con la sola intención de restarles autoridad en el distrito.
Ya se ha publicado cómo en ese entrevero alcanzó una candidatura a legislador provincial un delegado del sindicato porteño de los porteros (base del albertismo porteño) en representación del pueblo de Junín, en donde no hay muchos edificios de propiedad horizontal, especialidad de la familia Santamaría. O cómo un postulante identificado con el sciolismo que vive en Avellaneda será candidato por Olavarría u otro del mismo palo que vive en Lanús busca representar a Mar del Plata.
Esta pelea en la sede de Matheu casi llegó a las manos cuando el kirchnerismo logró bajar de la candidatura a Isidoro Laso, uno de los punteros más calificados del peronismo. O cuando Juan José Mussi se indignó porque su candidato a senador provincial quedaba abajo de una piquetera promovida desde la Casa de Gobierno. Todo en nombre de Kirchner, que no conoce a ninguno de estos punteros, pero que avala lo que se hace en Casa de Gobierno.
Por el mismo método, se logró imponer en el puesto 9 de la lista de diputados nacionales al vicejefe de Gabinete, Jorge Rivas, un socialista que en 2003 sacó apenas 4,22% de los votos a la cabeza de una lista de Izquierda Unida cuando compitió contra Felipe Solá por la gobernación bonaerense. En las elecciones que vienen irá en ese puesto en la lista que encabeza Solá. Para algunos, es el final de la política como se la ha conocido hasta ahora.
No terminó todo ahí: cuando se acumulan tantas listas de candidatos que no han surgido de elecciones, debates o peleas entre dirigentes, la vigilancia del orden de los candidatos queda en pocas manos. Se producen también comprensibles irregularidades o defectos de forma que deben emprolijarse antes de la oficialización de las listas por la Junta Electoral.
Quienes trabajan ahí son gente con experiencia, pero no conocen el mapa político y menos con tanto advenedizo que aparece en los listados y, luego del cierre del domingo en La Plata, han confiado de manera informal en los propios apoderados del kirchnerismo para ese emprolijamiento, a veces de defectos que podrían hacer caer una lista, pero que terminan siendo decisiones de fondo. Esos comisarios -aunque se negará en público- trabajaron por lo menos lunes y martes subiendo y bajando listas. Al punto de que hay apoderados de distrito y dirigentes que creen haber presentado listas y candidaturas cuando en realidad están siendo volteados por ese trabajo a puertas cerradas y cuyo resultado, inapelable, se conocerá la semana que viene con la oficialización de las listas.
Este trámite es nuevo, pese a los antecedentes que había instaurado hace algunos años ya Eduardo Duhalde -inventor de todas estas picardías de hacer listas desde el poder y no de abajo hacia arriba-, y puede producir un daño irremediable al oficialismo en las elecciones. Ha dejado muchos heridos entre quienes podrían promover el voto desde abajo. Esos heridos son, en buena medida, caciques con peso que buscarán aferrar adhesiones en sus distritos pero que seguramente buscarán venganza de sus agravios trabajando a desgano en el apoyo a los candidatos nacionales.
El gobierno nacional sigue sin abrir la boca sobre el escándalo electoral de Córdoba. Cree que ese silencio del Presidente -que apenas llamó a desdramatizar las futuras elecciones que él dramatiza más que nadie- bastará para que la ola de descrédito no perjudique a los candidatos del oficialismo el 28 de octubre.
Lo que hace en estas horas con la presentación de las listas a cargos que se votan ese día puede convertir a esos comicios en un escándalo mayor que ése.
Dejá tu comentario