21 de diciembre 2004 - 00:00

Silencio cómplice de nuestro progresismo

Silencio cómplice de nuestro progresismo
No surgieron comunicados de madres y abuelas de hijos y nietos argentinos en relación a la científica cubana Hilda Molina aprisionada por el castrismo en la isla pese a que en este caso hay hijos, nietos y hasta bisnietos afectados. Menos aún del CELS de Horacio Verbitsky que aquí los emite hasta cuando desalojan a ocupantes ilegales de una planta. ¿No hay Derechos Humanos afectados en Cuba aunque más no sea limitados a Hilda Molina? ¿Elisa Carrió se preocupa de denunciar solamente negociados de dinero pero no los morales como los que perpetra el castrismo que liberó 6 presos políticos por los primeros favores de Europa a la dictadura de Castro e irá liberando más en la medida en que continúen satisfaciéndose los pedidos gestionados por el presidente español José Luis Rodríguez Zapatero? Usar la libertad de un ser humano como moneda de canje de mejoras económicas en la isla-prisión ¿no es otra aberración del régimen de Fidel Castro que lo pone a la par de cualquier terrorismo actual? El ahora diputado Miguel Bonasso, que siempre proclamó con orgullo su cercanía al «amigo Fidel» ¿se preocupó de pedirle que deje a una abuela angustiada salir de la isla para ver una vez a sus nietos que tienen 10 años y que aún jamás pudo acariciar? La señora de Bonasso en la dirección de «Canal 7» ¿por qué no hizo ni siquiera una mención al caso Molina? El gobierno y el « progresismo» local eluden criticar al castrismo porque temen perder los votos de la izquierda local que nunca fueron más de 10%. ¿Qué temen sacrificar si los votos decisivos en la elección del año que viene no provendrán de allí sino del dinero que se reparta y de los seguidores cautivos del Partido Justicialista?

El caso de la neurocirujana Molina es de los pocos que el gobierno no puede solucionar con el dinero que proviene de un momento externo de excepción para la Argentina. Por eso el presidente Néstor Kirchner volvió a su iracundia. Renuncian a un moderado en la Cancillería, como Eduardo Valdés, por haber permitido que Hilda Molina y su madre y, a la vez, bisabuela Hilda Carmen Molina pasaran una noche en la embajada argentina en Cuba. Hacer renunciar a Valdés es una mutilación para el canciller Rafael Bielsa que, es sabido, dista de ser ideal para ese cargo y se basaba en su asesor Valdés. No obstante, Bielsa estuvo bien.

Que Cuba no reconozca el Derecho de Asilo es una maldad humana que la Argentina no tiene por qué reconocer. El marxismo nunca reconoce Derechos Humanos fuera de su cofradía ideologizada o su afán de captación.

Un obispo permaneció años en una embajada en la Hungría comunista antes de la caída del Muro de Berlín. También hubo refugiados en embajadas en Cuba por lo cual Hilda Molina no era original. Lograron una salida a Miami negociada. Bielsa y Valdés tebernían razón, aunque Néstor Kirchner se haya inclinado hacia un progresismo criollo ultra como el de Jorge Taiana, amigo y apadrinado por Verbitsky y un casi stalinista en ideas políticas, usufructuario del apellido de un moderado y famoso médico del peronismo histórico.

¿Acaso iba a preocuparse este vicecanciller Taiana, con su mente radicalizada, del hijo y los nietos de la doctora Molina cuando eso podía afectar a su ideólogo Fidel Castro? Taiana le borró de la cabeza a Kirchner su idea de respetar los Derechos Humanos de la familia Molina con una parte prisionera en Cuba y una parte libre aquí. Más aún: Taiana le aconseja a Kirchner sacarse al moderado Valdés e insinuó también a Bielsa para ocupar él la Cancillería. Además traicionó a su superior, el propio Bielsa, no informándole que había hablado con el Presidente.

El diario oficialista «Clarín» -otro al que hay que deletrearle la palabra éticaexpresó que si quiere ser candidato del gobierno el canciller Bielsa «deberá evitar otros errores» como este de hacientífica,peleado por los Derechos Humanos de Hilda Molina. ¡Qué comentario canalla expresado por un periodista argentino llamado Fernando González! (Ver reproducción.)

Un error más de ética del gobierno en la forma como afrontó este drama humano. No menos error fue con quiénes se proveyó de información y consejos, con los peores, los más ultras. Una pérdida enorme de imagen entre los ciudadanos comunes de nuestro país y los pueblos y gobiernos de todo el mundo que siguen paso a paso este caso y, sin titubeos, han condenado la barbarie del castrismo contra una su madre, su hijo, sus nietos y bisnietos de ambas. Es obvio decir que el marxismo que proclama Fidel Castro tiene una distancia lunar con la ética de Occidente que representó Estados Unidos devolviendo a la islaprisión al niño balsero encontrado en el mar simplemente porque su padre lo reclamaba y vivía allí, aunque la madre murió en el mar tratando de llevar al niño al goce de la libertad.

Que el hijo de la doctora Molina en Buenos Aires lo haya acusado al gobierno de «bajarse los pantalones» ante Fidel Castro es grave. Haría tambalear a cualquier presidente sin abultada «caja» detrás. Lastima también a los pobres de la Argentina que tienen permanentemente que optar entre pensar en qué no está bien y el callar por las necesidades que satisface el dinero oficial.

Entre los que saca y los que mantiene el gobierno se va circunscribiendo en funcionarios a ultras, felpudistas y santacruceños de nacimiento o de adopción aunque, por serlo, éstos tienen el beneficio de no optar.

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