El Ministerio de Defensa apuró a la Cancillería para que defina a qué países se puede solicitar colaboración para la campaña antártica. La destrucción del rompehielos Almirante Irízar, que fue devorado por las llamas en el Atlántico sur, limitó la capacidad logística y de relevo de las dotaciones antárticas del país. Dos bases concentran la preocupación de Nilda Garré y de Jorge Chevalier, jefe del Estado Mayor Conjunto (EMC), responsable de la actividad logística de la campaña 2007-2008. Son ellas: Belgrano II y Marambio. Por su ubicación geográfica requieren del apoyo esencial de un buque con alta clasificación para navegar en zona de hielos. Sólo algunas marinas extranjeras cuentan con ese tipo de navío: Gran Bretaña, Alemania, Estados Unidos y Canadá.
El contenido al que quiere acceder es exclusivo para suscriptores.
En una nota firmada por el general de división Daniel Camponovo, comandante operacional del EMC, se pidió al Ministerio de Relaciones Exteriores la definición política sobre a qué países se debería pedir cooperación para la campaña de verano. El apuro tiene fundamento: los países con instalaciones en la Antártida completan la planificación de los relevos y del sostén logístico de sus bases a más tardar a fines de octubre e inician la navegación en noviembre para llegar a aguas antárticas con las mejores condiciones glaciológicas y meteorológicas del verano. Si el pedido de cooperación se demora será difícil conseguir espacio en las bodegas y los camarotes para las dotaciones criollas. Las indefiniciones parecen dar crédito a una frase con sorna del ambiente antártico: «La Argentina no es un país de presencia centenaria en la Antártida, sino un país con cien campañas de un año».
Mariano Mémoli, director nacional del Antártico, convocó a concurso para cubrir vacantes científicas en todas las bases y elaboró un plan de requerimientos científicos sin reducir objetivos. Lo desvela el protocolo de acuerdo con Brasil para la investigación de emisiones de gas metano en la península antártica. Quizá la única meta que logre correr el fiel de la balanza hacia el pedido de ayuda exterior. Las decisiones del mundo diplomático se rigen por parámetros que determina la política nacional. Néstor Kirchner-, en campaña electoral, podría verse tentado a ordenar «vivir con lo nuestro» antes que acudir a británicos o norteamericanos para abastecer las bases. Intérprete de esta cosmovisión localista, el titular del comando antártico del Ejército aseguró al general Camponovo que la base Belgrano II puede reducir su plantel a seis efectivos e invernar sin necesidad de nuevos abastecimientos.
Se arreglarían con una mínima carga suplementaria lanzada en paracaídas desde un Hércules. En la última reunión celebrada en el edificio Libertador (el miércoles pasado), Camponovo también escuchó la versión de la Fuerza Aérea para atender Marambio: establecer un puente aéreo con aviones Hércules (dos) y trasladar por ese medio el gasoil vital para el mantenimiento de la base. Se trata de más de 800 mil litros de combustible, lo que demandaría una enormidad de horas de vuelo, sin contar que esta maniobra nunca se practicó por antieconómica.
Atados al rompehielos
Los marinos, por su parte, están atados a la suerte del Irízar que, según cálculos optimistas, recién estaría operativo para 2011. Eso siempre que Garré defina otra pelea política: el lugar de reparación del rompehielos se lo disputan los gremios de Bahía Blanca y el ex guardiamarina Julio César Urien, presidente del Astillero Río Santiago. El Irízar recién fue sometido a tareas de limpieza interior en la base de Puerto Belgrano y ahora, con las averías a la vista, se procederá a evaluar la magnitud de las reparaciones. La Armada quedó fuera del esquema logístico para las bases más polares, pero dispone de un activo que envidia la Cancillería: llegada directa a las marinas de Gran Bretaña y Estados Unidos, también a brokers australianos que poseen un rompehielos en alquiler. El contralmirante Jorge González, brazo derecho del general Camponovo en el EMC, un submarinista que ahora navega en superficie, y el vicecanciller Roberto García Moritán intercambiaron escenarios de cooperación de terceros países. Con ese manejo atildado que revela el prolijo nudo Windsor de su corbata, García Moritán esquivó el bulto a definiciones concretas, a sabiendas de que son patrimonio del jefe Jorge Taiana.
Claro que el canciller padece el mismo problema: sin consulta previa a Kirchner nada se decide en el Palacio San Martín.
Dejá tu comentario