6 de noviembre 2006 - 00:00

Solá no baja su reelección hasta que lo pida Kirchner

Felipe Solá
Felipe Solá
Felipe Solá espera que sea Néstor Kirchner quien le pida, sin intermediarios, que desista de competir por otro mandato como gobernador. Las señales que llovieron en las últimas 72 horas no fueron suficientes: Solá quiere un diálogo mano a mano con el Presidente.

Hasta que eso ocurra -si ocurre-, el gobernador planea resistir. No cederá, dicen en su cercanía, ni ante la presión de la oposición ni frente a la embestida que el viernes desplegó el PJ bonaerense de la mano de su jefe, el diputado José María Díaz Bancalari. «Hay que esperar, en silencio, hasta el lunes. Y hablar con el Presidente», fue la premisa con la que Solá despidió a los ministros y legisladores que el viernes, apenas trascendió la renuncia de Eduardo Fellner, se reunieron de urgencia durante cuatro horas.

Así y todo, los kirchneristas que actúan en sintonía con Solá (tribu leal al bonaerense pero que responde a Kirchner) abandonaron la cumbre con el gobernador con una óptica más dramática. «Se terminó: ahora hay que buscar la manera más digna de bajarse».

El planteo de mutismo refería a la metralla que disparó el peronismo al anticipar que hoy, en la cumbre del consejo que se hará en la sede del PJ nacional de la calle Matheu, emitiría un documento donde expresaría su claro rechazo a la intención reeleccionista de Solá.

A pesar de que se esperan palabras aireadas, el PJ no emitirá un texto.

«No es momento de cavar trincheras muy profundas porque dentro de un año tenemos que estar todos compartiendo listas», dijo Bancalari, en un rapto de pacifismo, a un puñado de consejeros.

  • Piezas sueltas

    Antes, sin embargo, el nicoleño pasó por la Casa Rosada, dialogó con Alberto y Aníbal Fernández y, a pesar de que lo niegue, mantuvo un encuentro con Kirchner que esa misma tarde recibió a Fellner para pedirle que resigne su pretensión continuista.

    El protagonismo de Bancalari -hoy reúne al PJ que está lejos de ser homogéneo y responderle sin matices-, la resistencia de Solá, los sondeos y el teléfono descompuesto entre La Plata y Balcarce 50 son algunas de las piezas sueltas de un puzzle vasto que todavía no se completó. Veamos:   

  • ¿Por qué Kirchner autorizó a Bancalari para que golpee a Solá? El diputado escoltó a Chiche Duhalde en 2005 y tiene un pésimo trato con el gobernador. Que sea Bancalari quien le anuncie que su plan de reelección terminó es, al menos, una provocación.La mirada simple sugiereque Kirchner quiso que sea una oposición -el PJ- y no la externa -la UCR, el ARI y el PRO- los que se «carguen» a Solá. «¿Qué conviene más: que lo mate el PJ o que lo mate la Unión Democrática?» El patagónico tiene modos difíciles, cierta aspereza, pero ¿por qué no le dio a Solá el mismo trato que a Fellner? Quizá es lo que diferencia a un amigo de un aliado. Tampoco, se aclara, Solá llamó a Kirchner luego de la derrota de Misiones para poner a disposición su reelección, comportamientoque sí se le atribuyeal jujeño.

  • Desde siempre, Kirchner y Solá tuvieron un vínculo vacilante: con silencios profundos y extensos, y otros momentos de diálogo fluido y sintonía. El viernes, el gobernador cruzó unas palabras con Alberto Fernández donde se acordó una charla con el Presidente. Este jueves estarán juntos en un acto pero, hasta tanto, en la Casa Rosada se espera un movimiento del gobernador que, éste, hasta anoche, no tenía previsto dar sin antes encontrarse con Kirchner. ¿Busca cobrar la entrega de su proyecto de reelección a cambio de un rol de peso para después de 2007? «Hay que entender las señales y dar el paso: Felipe siempre estará dentro del proyecto del Presidente», dice un dirigente que pivota entre ambos extremos. Por lo pronto, Solá se abraza al antecedente de 2005 cuando desde la Casa Rosada se aseguraba que no habría ruptura entre Kirchner y Duhalde, pero finalmente la hubo. Citan a un ministro que horas antes de que se anuncie la fractura les decía a los que lo visitaban: «Esto se arregla: vamos a ir todos juntos». La historia, se sabe, fue otra.

  • Es que Solá, además de estar convencido de sus chancesde ser otra vez candidato -una revelación de Navidad que alguien le susurró en diciembre de 2005-, se apoya en otro dato: no hay nadie en el colectivo K que figure con algún peso en las encuestas. Es cierto -José Pampuro no supera 5% y Aníbal Fernández roza 9%, según los datos que manejan en La Plata, tomando una encuesta de lunes y martes pasado-, pero supone un error: Carlos Rovira se lanzó a la consulta popular apoyado en su 60 por ciento de imagen positiva. ¿No comete el mismo error Solá al creer que la intención de voto justifica una interpretación, como mínimo poco usual, de la Constitución? Hay números para todos: las mediciones que circulan en la gobernación, previas a Misiones, sostienen que 54 por ciento de los consultados consideraba que Solá tiene derecho a ser otra vez candidato, aunque la intención de voto se reducía a 42%. Es decir: 8% de los que creen que podrían competir no lo votaría. Pero días atrás, post-Misiones, en un municipio del conurbano donde manda un alcalde que no se lleva del todo mal con Solá, aquella percepción positiva se revirtió.
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