Anoche, en el Gobierno porteño se ultimaban los detalles de la agenda a la que se entregará Jorge Telerman durante enero, un mes en el que no piensa hacer actos políticos de campaña y en un verano que lo tendrá preso en Buenos Aires (no hay vicejefe y no quiere, en momentos de andar hacia las urnas, dejarle, como en otra ocasión, el mando al peronista aliado del macrismo Santiago de Estrada, quien lo reemplazaría por ser titular de la Legislatura porteña).
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De ese modo, el Gobierno de la Ciudad se ha impuesto un «enero cultural», en el que volcará todo tipo de espectáculos para adultos y niños que lo tendrán a Telerman en más de una butaca de espectador. Es decir, reforzará su presencia en la gestión, animado por los aplausos que recibió Daniel Barenboim, la noche de fin de año al pie del Obelisco porteño. Una manera de no dejar de lado su posicionamiento para competir por su reelección, pero aplazando los actos políticos, propios de la campaña.
La decisión, además, tomó en cuenta que habrá muchos porteños soportando el sol en la Ciudad, pero especialmente muchos turistas, visitantes que se vienen sumando desde la salida de la convertibilidad.
Por ahora, en la pretemporada electoral, Telerman sólo enfrenta a Daniel Filmus, el candidatodel oficialismo, que irá a las playas a capturar adhesiones de porteños, también este mes.
Esa movida del kirchnerismo aún mantiene expectante al entorno de Telerman, que por ahora piensa retener a los ministros del oficialismo que integran su staff.
Febrero, al parecer, será otra cosa, ya que el jefe de Gobierno comenzará a definir en qué fecha convocará a las elecciones locales, que deben celebrarse en forma separada de las nacionales a presidente, vice, diputados y senadores. Un calendario con el que podría mortificar a Filmus y también al macrismo, desorientado por la falta de decisión de Mauricio Macri, quien también por el segundo mes del año se vería presionado para definirse: si Macri compite a presidente, la vacante en PRO para la candidatura porteña anticipa una pelea interna feroz, de la que incluso Telerman podría verse beneficiado con el pase de dirigentes.
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