31 de agosto 2025 - 00:00

Dónde queda y cómo es el increíble edificio "que baila": qué simbolismo guarda con la Segunda Guerra Mundial

Ícono de los profesionales Gehry y Miluni evoca a Fred Astaire y Ginger Rogers. Está sobre un solar bombardeado en 1945 y marcó un hito en Europa central.

La Casa Danzante, con su silueta curvada junto al Moldava, se convirtió en uno de los íconos modernos de Praga pese a las críticas iniciales

La Casa Danzante, con su silueta curvada junto al Moldava, se convirtió en uno de los íconos modernos de Praga pese a las críticas iniciales

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En una ciudad reconocida por sus torres góticas, sus iglesias barrocas y sus puentes medievales, un edificio del siglo XX logró convertirse en emblema contemporáneo. La Casa Danzante de Praga, también conocida como el “Edificio que baila”, se erige en la ribera del Moldava como un gesto audaz de la arquitectura deconstructivista.

Su origen se remonta a los años noventa, cuando el terreno en la esquina del puente Jiráskuv permanecía vacío desde 1945, tras el bombardeo que destruyó una antigua casa señorial en el fin de la Segunda Guerra Mundial. La compañía de seguros Nationale-Nederlanden adquirió la parcela con la idea de construir allí un edificio singular. El proyecto recayó en el arquitecto checo-croata Vlado Miluni y en el canadiense Frank Gehry, quienes desarrollaron un diseño que no tardaría en generar polémica.

La Casa Danzante tiene una superficie de casi 3.800 metros cuadrados distribuidos en nueve pisos y dos niveles subterráneos. Sus plantas intermedias están ocupadas por oficinas, mientras que la planta baja concentra locales comerciales y un café. En el séptimo piso funciona el restaurante panorámico Ginger & Fred, en el octavo un bar con vistas al Moldava y en otros niveles una galería de arte. Desde 2016, parte del edificio se convirtió en un hotel boutique con 21 habitaciones y apartamentos, lo que permite a los visitantes alojarse en una de las obras más emblemáticas de la arquitectura contemporánea.

Un homenaje a dos eximios bailarines

El edificio consta de dos cuerpos entrelazados: una torre de cristal que se estrecha en la mitad y un volumen contiguo con formas curvas y ventanas desalineadas. La silueta evoca la figura de una pareja en movimiento, lo que inspiró el apodo “Fred y Ginger”, en alusión a Fred Astaire y Ginger Rogers, íconos del cine musical de Hollywood.

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Los arquitectos que lo edificaron pensaron en Fred Astaire y Ginger Rogers para homenajear y darle un toque disruptivo al edificio que puede

Los arquitectos que lo edificaron pensaron en Fred Astaire y Ginger Rogers para homenajear y darle un toque disruptivo al edificio que puede "bailar"

La intención de los arquitectos no fue solo estética. El diálogo entre los dos volúmenes simboliza también la transición política de Checoslovaquia: de un régimen comunista rígido a una democracia dinámica tras la caída del Muro de Berlín. La metáfora quedó plasmada en una obra que mezcla gesto escultórico, modernidad técnica y función cotidiana.

Controversia y apoyo político

Durante su construcción, entre 1992 y 1996, la Casa Danzante dividió opiniones. Muchos vecinos objetaron su presencia en un barrio dominado por edificios modernistas y barrocos, al considerar que rompía la armonía urbana. El proyecto prosperó gracias al respaldo del entonces presidente checo, Václav Havel, que vivía en las cercanías y confiaba en que el edificio sería motor de revitalización cultural para la zona.

El tiempo le dio la razón. La Casa Danzante recibió premios internacionales y se consolidó como uno de los íconos más visitados de Praga. Su construcción demandó una inversión superior a u$s600.000 (a valor de entonces), debido a la complejidad técnica de ejecutar estructuras curvas con materiales tradicionales como hormigón y acero.

Arquitectura y funcionalidad

Rita Comando, presidenta de la Sociedad Central de Arquitectos, analizó la obra desde una mirada contemporánea. “La Casa Danzante es un ejemplo paradigmático de cómo la arquitectura puede ser obra de arte y espacio de uso cotidiano. Su carácter escultórico convive con la funcionalidad de oficinas y locales gracias a un programa planificado. Lo notable es que la expresividad formal no sacrifica la eficiencia, sino que la potencia al dotar al edificio de un valor simbólico y cultural”, señaló.

Casa Danzante Praga
En la esquina de Jiráskovo námstí, el paso del tranvía contrasta con la silueta contemporánea del edificio de Gehry y Miluni

En la esquina de Jiráskovo námstí, el paso del tranvía contrasta con la silueta contemporánea del edificio de Gehry y Miluni

En su interior funcionan oficinas, locales comerciales y un restaurante panorámico en la azotea, desde donde se despliegan vistas privilegiadas de la ciudad. Además, alberga una galería de arte contemporáneo que contribuye a consolidar su rol cultural.

Desafíos técnicos

La construcción del edificio exigió innovaciones en ingeniería y un alto grado de coordinación interdisciplinaria. “Las geometrías irregulares requirieron cálculos de precisión y un uso innovador de acero y hormigón. Fue imprescindible la colaboración entre arquitectos e ingenieros para garantizar estabilidad y durabilidad”, destacó Comando.

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El diálogo entre la Casa Danzante y la arquitectura clásica del barrio sigue siendo uno de los rasgos más comentados de la obra

El diálogo entre la Casa Danzante y la arquitectura clásica del barrio sigue siendo uno de los rasgos más comentados de la obra

Para la arquitecta, el gran aprendizaje es que la experimentación formal solo es posible si se acompaña de una base técnica rigurosa.

Diálogo con el entorno histórico

La Casa Danzante planteó un desafío adicional: insertarse en un entorno patrimonial. “Su forma disruptiva introduce tensión, pero establece un diálogo mediante la escala, las proporciones y la paleta cromática. Pese a su singularidad, se integra con el barrio. El aprendizaje es que intervenir en ciudades históricas no significa replicar estilos, sino sumar nuevas capas de sentido con calidad y sensibilidad”, explicó Comando.

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El volumen de cristal que se pliega sobre la fachada refuerza la imagen de movimiento que da nombre a la Casa Danzante

El volumen de cristal que se pliega sobre la fachada refuerza la imagen de movimiento que da nombre a la Casa Danzante

La obra demuestra que la arquitectura contemporánea puede convivir con el pasado sin mimetizarse, siempre que logre equilibrio entre respeto y audacia.

Proyección y lecciones para Argentina

Consultada sobre si en la Argentina podría surgir un edificio con el mismo impacto, Comando recordó antecedentes como el Banco de Londres y América del Sur de Clorindo Testa. “Ya tuvimos ejemplos que rompieron tradiciones y marcaron hitos. Para que algo similar ocurra hoy, necesitamos marcos normativos flexibles, políticas públicas que reconozcan a la arquitectura como motor cultural y clientes dispuestos a asumir riesgos. También una ciudadanía que valore la diversidad expresiva en el paisaje urbano”, indicó.

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La terraza superior, coronada por la escultura de acero y malla, ofrece vistas abiertas sobre el río Moldava y el Castillo de Praga

La terraza superior, coronada por la escultura de acero y malla, ofrece vistas abiertas sobre el río Moldava y el Castillo de Praga

Para la especialista, Argentina cuenta con talento creativo reconocido en el mundo. El desafío es crear condiciones para que esas capacidades se traduzcan en obras capaces de inspirar, como ocurrió con la Casa Danzante en Praga.

Impacto urbano y cultural

Más de dos décadas después de su inauguración, el edificio se consolidó como parte del paisaje urbano de Praga. Su silueta curva contrasta con las fachadas rectilíneas del siglo XIX, pero al mismo tiempo dialoga con ellas en altura y materiales. Hoy es escenario recurrente en postales turísticas, sede de actividades culturales y ejemplo de cómo la arquitectura puede transformar un vacío en símbolo de identidad colectiva.

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El restaurante panorámico Ginger & Fred, en los pisos altos del edificio, es uno de los espacios más visitados por turistas y locales

El restaurante panorámico Ginger & Fred, en los pisos altos del edificio, es uno de los espacios más visitados por turistas y locales

La experiencia adquirida en Praga resultó decisiva para Frank Gehry en el desarrollo de proyectos posteriores. El uso de volúmenes curvos, estructuras de acero y superficies vidriadas en la Casa Danzante anticipó recursos que luego perfeccionaría en el Museo Guggenheim de Bilbao, inaugurado en 1997. En ambos casos, la apuesta fue la misma: crear edificios capaces de convertirse en hitos urbanos, donde la arquitectura se transforma en un atractivo cultural y turístico por sí mismo.

En palabras de Comando, “lo que hace única a la Casa Danzante es que sintetiza historia, arte y técnica en un mismo gesto. Levantada sobre un solar marcado por la guerra, se transformó en emblema de renovación y en ícono cultural de alcance global”.

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