5 de octubre 2025 - 00:00

Fue el rascacielos más alto del país hasta el Kavanagh: la historia del Empire State porteño

Con impronta Art Decó, el edificio Safico se construyó en 10 meses sobre una avenida icónica y fue sede de medios de noticias globales. Neruda vivió allí y lo visitó García Lorca.

Tiene 93 metros de alto y se mantiene como fiel testigo y custodio del Microcentro porteño

Tiene 93 metros de alto y se mantiene como fiel testigo y custodio del Microcentro porteño

En el corazón del Microcentro de la Ciudad de Buenos Aires, sobre Corrientes al 400, se levanta desde hace nueve décadas un edificio que marcó un antes y un después en la historia de la arquitectura porteña. El Safico fue el rascacielos más alto de la Argentina hasta la llegada del Kavanagh y su silueta se convirtió en un emblema de modernidad. Los porteños lo reconocen como el “Empire State local”.

La comparación con el rascacielos neoyorquino no es casual. El Empire State Building, inaugurado en 1931, alcanzó los 381 metros de altura y definió la identidad de Nueva York durante el siglo XX.

En escala menor, Buenos Aires buscó en la misma época sumarse a la fiebre de la verticalidad: así nació este edificio racionalista y Art Decó que, con 93 metros, se convirtió en la construcción más alta de la ciudad y del país durante algunos años. Su estética escalonada evocaba inevitablemente a su par estadounidense, adaptada a la trama urbana porteña.

El tiempo récord de su construcción

El proyecto fue llevado adelante por la Sociedad Anónima Financiera y Comercial (Safico), de ahí su nombre. En apenas 10 meses, entre 1932 y 1933, la Compañía General de Obras Públicas (Geope) levantó la estructura de hormigón armado bajo la dirección del ingeniero suizo Walter Möll. Ese plazo de ejecución sorprendía en una ciudad donde la maquinaria y los métodos constructivos eran mucho más limitados que los actuales.

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Una imagen de hace casi 85 años con otra fisonomía en blanco y negro de la avenida Corrientes y el Safico que sobresale. Cuando Buenos Aires era muy distinta (Foto: Mariela Blanco)

Una imagen de hace casi 85 años con otra fisonomía en blanco y negro de la avenida Corrientes y el Safico que sobresale. Cuando Buenos Aires era muy distinta (Foto: Mariela Blanco)

La compañia Geope fue responsable también de algunas de las construcciones más icónicas de Buenos Aires: la Galería Güemes, el Correo Central, el Obelisco, el Colegio Nacional de Buenos Aires y estadios como La Bombonera del club Boca Juniors y el de Racing, además de varios edificios emblemáticos del racionalismo porteño.

Con tres subsuelos, planta baja, 10 pisos en bloque y una torre escalonada de 15 niveles, alcanzó casi 93 metros de altura. Durante años, fue el techo de Buenos Aires hasta que en 1936 el Kavanagh, con 120 metros, lo superó y se transformó en el nuevo símbolo en altura de la ciudad.

Modernidad en la Corrientes de los años 30

La década de 1930 fue clave en la transformación urbana de la capital argentina. Corrientes se ensanchaba para convertirse en avenida y en sus cuadras más céntricas emergía la primera generación de rascacielos porteños: este edificio, el Comega y luego el Alas.

Según la investigadora urbana y periodista Mariela Blanco, autora del libro "Leyendas de ladrillos y adoquines", “el impacto en la fisonomía de Buenos Aires fue fortísimo. La irrupción de edificios esbeltos y netos como agujas refulgentes significó un quiebre dentro de los estilos clásicos”.

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Sus unidades fueron de vivienda en algún tiempo (Foto: Safico)

Sus unidades fueron de vivienda en algún tiempo (Foto: Safico)

El edificio, junto con el Comega (cerca sobre las avenidas Corrientes y Leandro N. Alem), fue concebido como un par de “primos hermanos”. Compartían calle, constructora y época. A diferencia de los palacios afrancesados levantados en las mismas décadas, apostaron por la modernidad del racionalismo y el art decó, con fachadas de líneas rectas y escalonadas, ventanales amplios y materiales industriales como acero y vidrio.

Testigo de la vida cultural y política

Desde su inauguración, el rascacielos se convirtió en un centro de actividad social, cultural y económica. Alojó oficinas de bancos internacionales y de grandes agencias de noticias como Reuters, Associated Press, France Press, EFE, DPA, BBC, Financial Times, The New York Times y The Washington Post. Fue una verdadera “casa” para el periodismo internacional en la Argentina.

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Agencias de noticias y medios prestigiosos pasaron por el edificio

Agencias de noticias y medios prestigiosos pasaron por el edificio

Su primer triplex fue ocupado por el poeta y posteriormente premio Nobel de Literatura, Pablo Neruda, cuando ejerció como vicecónsul de Chile en Buenos Aires en 1933. En su departamento recibió al también poeta y dramaturgo español Federico García Lorca con quien mantenía una amistad cercana. Esas visitas convirtieron al edificio en un espacio asociado no solo a las finanzas y los negocios, sino también a la literatura y la diplomacia cultural.

Un gigante blanco en soledad

En su momento, este rascacielos se imponía como una aguja blanca en medio de un paisaje urbano sin el Obelisco ni el Kavanagh. Con 90 metros sobre la vereda y 100 desde los cimientos, se destacaba por encima de toda la ciudad. Sus ventanales permitían vistas únicas al puerto, al río y a Colonia, Uruguay. También se registraron desde sus pisos altos episodios históricos como el paso del Graf Zeppelin en 1934 o los funerales de Juan Domingo Perón en 1974.

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La fachada es casi simétrica y muy regular con un cuerpo en el frente sobre la línea municipal de 10 pisos del que emerge una torre central de 26 pisos con retiros escalonados hasta llegar a un coronamiento en forma de pirámide escalonada

La fachada es casi simétrica y muy regular con un cuerpo en el frente sobre la línea municipal de 10 pisos del que emerge una torre central de 26 pisos con retiros escalonados hasta llegar a un coronamiento en forma de pirámide escalonada

Su hall de acceso en mármol ónix verde, con columnas revestidas en acero inoxidable y detalles art decó, reflejaba la búsqueda de distinción. Los materiales importados, como el granito negro de Suecia o el travertino de los Andes, reforzaban la idea de modernidad.

Evolución y permanencia

Durante sus 90 años de historia, el edificio mantuvo una identidad clara: cuidado de sus espacios comunes, estabilidad en su personal y una baja rotación de inquilinos. Ese perfil lo diferenció de otros rascacielos y lo consolidó como un ícono patrimonial.

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El mármol ónix verde, con columnas revestidas en acero inoxidable está presente en el hall de acceso

El mármol ónix verde, con columnas revestidas en acero inoxidable está presente en el hall de acceso

Con arquitectura racionalista y estilo Art Decó, el edificio marcó tendencia tanto en sus inicios como en la actualidad. En 2019 fue sede de la apertura del Congreso Internacional Art Decó, lo que reafirma su vigencia y reconocimiento a nivel global”, señaló María Valeria Weil, CEO del edificio Safico.

Hoy alberga oficinas de estudios profesionales, cámaras empresarias y compañías de servicios. Entre ellas, la Cámara de Comercio Argentino-Canadiense y empresas vinculadas con la innovación tecnológica. En la planta baja funcionan locales comerciales, incluido el de una cadena de cafeterías.

Innovaciones actuales

La modernización de sus instalaciones fue clave para mantener vigencia. En los últimos años se invirtieron aproximadamente u$s800.000 en ascensores de última generación, similares a los que operan en edificios emblemáticos como la Torre Eiffel, el Pentágono o las Torres Petronas. También se incorporó un sistema de reconocimiento facial de acceso con una inversión cercana a u$s90.000.

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La máquina de escribir de Neruda está conservada en su espacio dentro del edificio

La máquina de escribir de Neruda está conservada en su espacio dentro del edificio

Las oficinas, que van de 30 a 150 m2, se alquilan a valores que rondan entre u$s8 y u$s14 por m2, según piso y características. Cuentan con calefacción central, grupo electrógeno, control de incendios y aberturas con doble vidrio hermético que aíslan ruido y temperatura.

Una impronta que perdura

Para Blanco, “el edificio se consolidó como un testigo en pie, encumbrado y fidedigno, de la década del 30. Una obra insigne dentro de las altas siluetas de hormigón recortadas sobre el paisaje porteño y absolutamente vigente”.

Accesos
El sistema de reconocimiento facial modernizó los accesos y se suma a las inversiones que aseguran la vigencia del edificio

El sistema de reconocimiento facial modernizó los accesos y se suma a las inversiones que aseguran la vigencia del edificio

La investigadora remarcó además que el rascacielos porteño encarnó la aspiración de ganar altura en un tiempo en que esa posibilidad estaba reservada a las iglesias. “Fue una transgresión que marcó época y abrió camino a la construcción de torres modernas en la ciudad”, explicó.

Tradición y actualización

Weil, sostuvo que los valores de diseño con los que fue concebido siguen siendo actuales. “Hoy se construyen casas modernas que vuelven a elegir los mismos conceptos con los que cuenta este edificio desde su concepción. Por ejemplo, los ventanales de techo a piso para aprovechar mejor la luz”, señaló.

Oficinas
Oficinas y salas de reuniones que pueden alquilarse (Foto: Safico)

Oficinas y salas de reuniones que pueden alquilarse (Foto: Safico)

Sobre el presente, agregó: “Las oficinas son confortables, con pisos de roble eslavonia, calefacción central y sistemas de aislamiento. La luminaria es LED, hay grupo electrógeno que alimenta áreas comunes y los ascensores están a la altura de los estándares internacionales”.

Concluyó Weil: “En estos 90 años, el edificio se mantuvo vigente porque supo conservar su esencia y al mismo tiempo adaptarse a cada etapa. Es tradición y modernidad conviviendo en un mismo lugar”.

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