Durante 2022 los vinos argentinos volvieron a conseguir reconocimiento internacional por su alta calidad. Las bodegas lanzaron nuevos productos y se aceleró el proceso de federalización de la producción con la radicación de establecimientos en puntos no tradicionales del país, como la provincia de Buenos Aires, por fuera de las provincias de Cuyo.
Vino: las bodegas cierran 2022 con bajas en ventas externas y rentabilidad
Los empresarios se quejan por la suba de costos, retenciones, la presión tributaria y las restricciones cambiarias. Admiten que se invierte menos.
-
Bodega Colomé: la cercanía con los clientes como herramienta para fortalecer las ventas locales y la exportación
-
Hito en Wall Street: el S&P 500 superó por primera vez los 5.800 puntos
Pero esta cara glamorosa de la industria, sólo refleja una parte de la realidad que enfrenta el sector. La otra cara indica que está finalizando uno de los peores años de la década para el sector.
Este diagnóstico no se basa sólo las opiniones de sus protagonistas, sino también en los datos duros de la estadística oficial.
Según el informe más reciente elaborado por el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) entre enero y noviembre de este año las bodegas argentinas exportaron 247,8 millones de litros de vino, que representan una caída de 20,1% contra el mismo período de 2021. Fueron 62,5 millones de litros menos que el año pasado.
Del total exportado en los primeros once meses de 2022, hubo 184,3 millones (74,4%) que corresponden a vinos fraccionados (los de más alto valor agregado), que registraron una caída interanual de 9,2%, que se tradujo en un retroceso de 6,2% en facturación. En vinos a granel, la situación fue peor: se exportaron 63,4 millones de litros (25,6% del total) con una merma de 40,9% en volumen y de 20,6% en dólares, en comparación con el mismo lapso de 2021.
Afectados por la inflación, las ventas en el mercado interno tampoco están mejor, reflejando una tendencia marcada durante la última década. Según un estudio del Observatorio Vitivinícola Argentino, en 2012 fueron despachados para el consumo interno poco más de 1.005 millones de litros; y en 2021 la cifra bajó a 834 millones de litros, lo que supuso una caída del 17%. El mejor año de la década fue 2015, con despachos que superaron los 1.026 millones de litros. Y se estima que en 2022 terminará estancado.
“Este año estuvo signado por la escasez, la pérdida de competitividad, las tensiones laborales y las adversidades climáticas que, luego de 30 años, se hicieron nuevamente presentes a lo largo y ancho del país”, sintetizó Milton Kuret, director ejecutivo de Bodegas de Argentina, la cámara que agrupa a más de 250 bodegas de todo el país. “El crecimiento de los costos, retenciones y presión tributaria, acompañado de restricciones de precios y atraso cambiario, son la combinación perfecta para la caída de rentabilidad y el correspondiente impacto en menos inversiones”, añadió.
Este contexto, al que no están ajenos otras industrias nacionales, puso en situación crítica al sector: “La competitividad de nuestras empresas está comprometida y con ella las ventas en los diferentes mercados. En estos aspectos hemos y estamos activamente peticionando a las autoridades en busca de los alivios necesarios”, remarcó Kuret.
Las gestiones que los bodegueros vienen realizando tienen que ver con la demanda de la eliminación de retenciones y la aplicación de un “dólar malbec”, con ventajas similares a las que se otorgaron desde el gobierno nacional para el campo, mediante el “dólar soja”.
También sumaron últimamente reclamos de medidas de alivio fiscal para las zonas afectadas por las heladas tardías, que afectaron a extensas áreas de viñedos. Pero las respuestas prometidas siguen demoradas, según las empresas.
“En innumerables viajes a Buenos Aires, llevamos nuestra preocupación por el impacto de normas y prácticas de gobierno. En particular nos enfocamos en aquellas que minan nuestra competitividad, haciendo que perdamos mercados, y las que dificultan nuestra capacidad para realizar los pagos al exterior e importar insumos que nos permitan producir y crecer”, explicó Patricia Ortiz, presidenta de Bodegas de Argentina y propietaria de la bodega mendocina Tapiz.
Actualmente, la preocupación de todo el sector está centrado en evitar que las restricciones cambiarias que impiden pagar por servicios contratados en el exterior para la gestión de las exportaciones, terminen generando una pérdida de mercados para el vino argentino. “Mercado que se pierde no se recupera”, es la consigna de las bodegas que compiten en el mundo con grandes productores como España, Francia, Italia,y los vecinos de Chile.
- Temas
- Vinos
Dejá tu comentario