Los argentinos se están acostumbrando a vivir en otra realidad. Esta impensada e imprevisible variante de sistema por lo menos ha provocado un cambio de ecuación en el valor peso-dólar. Como mínimo, lo que antes valía uno ahora habrá que calcular dos (y lo que se dice no tiene nada que ver con el antiguo slogan de casa Muñoz). Lógico es pensar que el fútbol no sólo no está exento, sino que no se despegará de esta realidad por mucho tiempo.
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La adaptación -es fácil suponer-vendrá por el lado de que «sólo se podrá vender». Los valores de cotización de Europa en la Argentina representan hoy sumas astronómicas. Es decir, si algún jugador queda con una pequeña cuota de talento, habilidad o mane-jo, seguramente tomará el camino del Viejo Continente. Lo peor del caso es que ningún club argentino podrá resistirse a cualquier tipo de ofrecimiento, aunque no esté cercano a lo aconsejable. Contrariamente, sólo podrán retornar a estos lares jugadores a los que les interese mostrarse (como el caso de Esnaider) o que no tenga lugar en su equipo (tal el caso de Claudio Husaín) o algún jugador --segura-mente, lleno de años y de «nanas»- que resuelva culminar su tarea futbolística en nuestro medio. En otras palabras, el mercado local sólo se podrá nutrir de jugadores --diga-mos de «escasas aptitudes»- de nuestro medio o de algún país limítrofe, que por lo visto poco tienen para exponer.
Esto viene a cuento por la noticia que surgió recientemente de que Boca tiene interés en incorporar a dos delanteros (o a uno de ellos). Nuestro conocido José «Turu» Flores y el paraguayo José Saturnino Cardozo (que juega en el Toluca de México). Boca es uno de los equipos que tiene «chapa» de grande, pero también un pasivo que lo agobia. La pregunta surge como agua de manantial: ¿con qué los va a pagar? Los optimistas dicen que los 500.000 dólares que piden los españoles por Flores podrían pagarse con parte de los 4 millones que deben ingresar por la transferencia de Oscar Córdoba al Perugia.
Dicen que, para muestra, sobra un botón. Precisamente los juveniles de Boca Roberto Colautti, Diego Cepeda y Esteban González ya tienen destino en el fútbol de Suiza. Cantaron «bingo» no bien llegaron. Los tres vivían en la Argentina en Casa Amarilla, casi como dice el tango «gambeteando la pobreza en una casa de pensión». Hoy la vida les ríe y canta..., perciben 6.000 dólares mensuales (sin «corralito» a la vista), más casa y auto. ¿Cómo se puede eludir esta realidad? Por las dudas, por tomar un sólo ejemplo, en Boca ya hablan de Sava y de Graf, si es que no se puede con la intención primitiva. No es lo mismo, pero sirve para gambetear este presente, al que Ramón Díaz pareció acomodarse rápidamente cuando hizo saber de su interés por incorporar a Lucas Pusineri. Claro, si es que de Europa no le echan primero el ojo y hacen una oferta que puede hacer espantar a River. En situación parecida están Vitali, Erviti, Coudet, Rojas, Farías..., pero en la mayoría de estos casos habría que echar un vistazo a clubes del exterior, que desde hace tiempo tienen sus mira-das puestas en ellos.
Para anticiparse a los hechos, en la AFA cada vez son más los que se anotan para dar examen para lograr el carné de «agentes de jugadores». Todo indica que éste puede ser un gran negocio y a corto plazo. Se verá.
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