La incertidumbre sobre el futuro de Juan Román Riquelme en Boca acabó con la paciencia de los hinchas que se juntaron en el predio de Casa Amarilla para manifestarse a favor de la continuidad del Diez.
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Llevaron paraguas, pancartas que decían "Riquelme es de Boca y de Boca no se va" y una bandera larga en la que se podía leer "Riquelme 2014. Soy bostero".
El mediocampista todavía no arregló su vínculo con Boca, que terminó el 30 de junio, y los hinchas se desesperan al ver que no hay acuerdo inmediato. Primero fueron diferencias por la duración del contrato, ya que el club ofrecía tres años y el futbolista pretendía cuatro. Una vez acordada esa diferencia, el problema comenzó a ser la diferencia monetaria.
Ante las palabras tranquilizadoras de Claudio Borghi desde Nueva Zelanda donde Boca está de pretemporada, que decían que "la renovación de Riquelme estaba un 80% acordada", el enganche salió a desmentir esa información y pidió que "no le mientan a la gente".
Ante esas palabras, los hinchas, espontáneamente, se reunieron en el club y pidieron por Riquelme. Nadie quiere que se vaya, todos lo halagan, dirigentes, hinchas y rivales. Pero Riquelme sigue sin arreglar, y las agujas del reloj siguen avanzando.
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