La Selección no logra emocionar con su juego
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Sergio Agüero y Lionel Messi festejan el gol argentino. Los juveniles se entendieron el sábado mejor que en los Juegos Olímpicos.
Para colmo, Tevez quiso demostrar que es el más guapo del barrio y dejó al equipo con 10 hombres a los 30 minutos.
Todo esto hizo que la ilusión que los espectadores habían llevado como equipaje se fuera convirtiendo en decepción y temor a una derrota, que no fue porque Paraguay no supo definirlo en el primer tiempo y el descanso lo hizo tomar conciencia de que el rival era Argentina, por lo que retrocedió sus líneas para cuidar la diferencia de un gol.
Es cierto que la Selección se reacomodó en el segundo tiempo. Que Riquelme se pareció un poquito más a Riquelme. Que el «Cata» Díaz le dio seguridad a la defensa y que Agüero fue el socio ideal de Messi, cosa que ni siquiera había pasado en los Juegos Olímpicos. La Selección tuvo una reacción más anímica que futbolística y con 10 hombres fue a buscar y encontró el empate, pero no se conformó con eso y salió a buscar el triunfo.
Riquelme cumplió con su parte, poniéndoles dos pases gol a sus compañeros, pero Coloccini (de cabeza en forma increíble) y Agüero (rematando con fuerza por arriba del travesaño una pelota que había que tocar con suavidad) los desperdiciaron.
Argentina está en zona de clasificación directa al Campeonato Mundial de Sudáfrica y no va a pasar demasiados sobresaltos para clasificar.
Tiene una generación dorada de jugadores (Messi, Agüero, Di María, Gago, Mascherano, Tevez, Carrizo) que triunfa en los campeonatos europeos más importantes y es reconocida en el mundo entero. Tiene un técnico con experiencia, pergaminos que lo avalan y predilección por el fútbol bien jugado.
Sin embargo, no juega bien.
Confunde lentitud con capacidad para manejar la pelota y le falta contundencia para definir los partidos.
Por eso, a pesar de que crea grandes expectativas, sigue sin emocionar. Sin lograr lo que sus jugadores y su cuerpo técnico pregonan: ganar jugando bien. Le alcanza para lograr resultadosy hasta para revertir una mala imagen como la del primer tiempo del sábado, pero no para que el público la aclame. Por eso la gente optó por el silencio (ni aplausos, ni abucheos) y se fue con sensaciones mezcladas. Aliviada por la levantada y el empate, pero decepcionada con el juego.
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