10 de octubre 2023 - 21:16

Mariano Navone y las historias de supervivencia en el tenis

El bonaerense ganó este año sus primeros títulos en el circuito Challenger. Sin embargo, el camino fue espinoso: "En este nivel se juega por la supervivencia", le contó a Ámbito.

Mariano Navone va por más en el Racket: el año pasado llegó a semifinales.

Mariano Navone va por más en el Racket: el año pasado llegó a semifinales.

Challenger de Buenos Aires

“La realidad que nos toca a muchos es muy dura. La pirámide está demasiado desfasada. Se juega por la supervivencia”. La cruda descripción pertenece a Mariano Navone, rato después de su exitoso debut en el Challenger de Buenos Aires. No fue formulada hace décadas, cuando el tenis era para pocos. Es de estas horas, época en la que el deporte de las raquetas está absolutamente atravesado por la globalización y, más acá en el continente, por las sucesivas crisis.

Los torneos de esta categoría, sumados a los Futures, el primer escalón profesional, reúnen cientos de historias de sacrificio, preocupación y gloria. En algunos casos, todas sensaciones experimentadas en una misma semana.

Navone (nacido en 9 de Julio hace 22 años y que este martes derrotó 6-2 y 6-2 a Murkel Dallien) irrumpió en la escena mayor del tenis nacional el año pasado cuando disputó tres finales de Challengers en el país. Entonces, le dice a Ámbito, todavía no pertenecía a este nivel. En 2023 llegaron sus primeros títulos profesionales, uno de ellos en Santa Fe.

Esta temporada no arrancó bien para el actual 190 del ranking –fue 155 el mes pasado-, circunstancia que lo obligó a cambiar de equipo, de estrategia y “de filosofía”. “Tengo en claro que las finales las quería ganar. Con el diario del lunes, en frío, totalmente tranquilo con lo que hice, digo que gané tres subcampeonatos”, comenta. Esas tres definiciones a las que hace alusión fueron en los Challengers de Corrientes, Buenos Aires (en el Tenis Club Argentino) y Villa María, todos en el país. Cuando este año fue campeón en Poznan, se desquitó. Días después, levantó el trofeo en Santa Fe y sin ceder sets. “Fue una alegría, me relajé”, sonríe.

La realidad, en parte, había cambiado. En el segundo semestre de 2023 ganó sus primeros tres Challengers y su confianza y nivel crecieron exponencialmente. Sin embargo, la economía todavía oscila entre la necesidad y la tranquilidad. “En estos torneos hay flacos matándose por los u$s 500 que se pagan por una primera ronda de la categoría 75, y el nivel de los partidos, y sobre todo los gastos para estar ahí, no valen eso”, detalla sobre los niveles en los que los arreglos de partidos por parte de las mafias de las apuestas surgen como una opción ineludible ante la acuciante falta de dinero para cientos de tenistas. El sistema, claro está, no colabora.

Aunque el frío número puede parecer cuantioso en estos días, Navone contrapone que “no mueve la aguja”, porque, al momento de cobrar hay que deducir impuestos, honorarios de entrenador, del resto del equipo y, de ser necesario, un pasaje.

“Por supuesto que hay que tener el análisis del proceso, del crecimiento. Yo lo valoré mucho, el nivel que tuve para llegar a esto más allá de las finales perdidas. Pero este nivel es muy duro: en Challengers o Futures hay tipos que juegan para sobrevivir el día de mañana”, enfatiza con seriedad.

El dólar a $1.000 se coló en el Challenger de Buenos Aires

En todos los rincones del Racket Club de Palermo, sede del tradicional Challenger de Buenos Aires, el comentario es uno solo: el dólar a $1.000, una circunstancia que a los tenistas argentinos, lejanos en la geografía mundial, afecta en forma condicionante. Planificar un lapso largo de tiempo con una divisa que se escapa todo el tiempo, es imposible.

La estrategia que toman muchos jugadores jóvenes es competir en Interclubes de Europa para hacer una base en metálico que les permita disputar los Futures. Allí surge otro problema: los que no tienen pasaporte del Viejo Continente perciben menos dinero. Así, si el resultado deportivo no es el ideal, el ciclo vuelve a comenzar.

Navone no esquiva la pregunta: ¿esto implica jugar con la cabeza puesta tanto en la calculadora como en el rival y las estrategias? “Sí, sin dudas. Viví muchas historias. Yo alquilaba un departamento con amigos porque no tenía sponsors y viajaba por el esfuerzo humano terrible de mis viejos. Escuché a algún chico decir que al otro día no podía viajar porque tenía €10 en la billetera. Se juega por la supervivencia”, rememora.

“Eso significa también que es un filtro de competitividad. Es difícil el tenis, necesitás ese dinero. ¿Quién tiene hoy u$s 50.000 de base en Argentina, con un dólar a $1.000? Entiendo que hay mucha gente debajo de la línea de la pobreza y nosotros somos privilegiados, pero ¿cómo hacés para conseguir u$s 50.000? No tenemos más pasajes en cuotas. Tenés que tener u$s 1.000 cash para pagarlo, o luchar con los valores de las casas de cambio”, reflexiona Navone con palabras adustas y gestos de incredulidad.

En 2022, cuando el bonaerense llegó a semis de este certamen, en las tribunas se escuchaba un único grito, el de “La Navoneta”. “Es aire fresco” escuchar algo así en un torneo local entre tanta pelea cotidiana y avatares deportivos. “Yo amo jugar acá, lo disfruto, me encanta que vengan mi familia y amigos”, se confiesa con alegría.

Después de un cómodo partido y de una reparadora sesión de fisioterapia al aire libre, Navone abandona el club. Antes, cierra la charla con este medio con un mensaje: “El sacrificio siempre paga. Este es un deporte desgastante si no te gusta, y a mí me encanta”. Crisis, lejanía, dinero, frustraciones… todo se supera. Cada semana comienza una nueva oportunidad.

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