Casi en el final del partido, Méndez le aplica una patada voladora a Falcao como venganza por la lesión que el delantero de River le ocasionó al defensor en el partido por la Copa Libertadores.
Futbolísticamente, defraudaron. Se puede decir que se respetaron demasiado, pero River y San Lorenzo terminaron redondeando un clásico para el olvido, que para colmo terminó con la terrible «patada voladora» de Méndez a Radamel Falcao García como venganza de la lesión que el de River le propinó al defensor de San Lorenzo en el famoso partido por la Copa Libertadores de América.
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River intentó «ser vertical». Atacar permanentemente, pero se perdió en sus propias imprecisiones. Tuvo la vuelta de Diego Buonanotte que se movió por izquierda tratando de juntarse con Abelairas para, entre los dos, generar el juego de River.
San Lorenzo fue más clásico. Casi una línea de cinco defensores, porque a los tres centrales se les sumaban Adrián González y Aureliano Torres, que bajaban cuando el rival tenía la pelota. En el medio, la calidad de Ledesma para cortar y entregarla siempre a un compañero y un intrascendente Barrientos que no encontró nunca la ubicación en la cancha y se perdió en su intención de ser volante izquierdo y enganche a la vez.
El problema de los dos estuvo adelante. En River, el paraguayo Salcedo pasó totalmente inadvertido, y Radamel Falcao García se preocupó más por teatralizar cada jugada, buscando un penal o una falta afuera del área, pero fundamentalmente buscando llamar la atención para que los rivales no pudieran golpearlo anónimamente.
En San Lorenzo, Bergessio bajó mucho para buscar la pelota y eso le hizo perder potencia cuando llegaba al área, y Romeo volvió a mostrarse errático con la pelota y peleado con el arco rival.
Así las cosas, el partido fue aburrido, con muy pocas situaciones de gol y con más lucha que juego, ante un árbitro que intentó frenar la violencia con tarjetas amarillas y terminó debiendo sacar dos tarjetas rojas.
Buonanotte de un lado y Romeo del otro tuvieron las dos situaciones más claras para definir el partido, pero fracasaron en la definición.
Tal su costumbre, faltando 15 minutos Simeone se jugó en ofensiva poniendo a Mauro Rosales por Ferrari, mientras que Russo se reforzó con un Voboril que duró en campo apenas 12 minutos en las que vio dos tarjetas amarillas y, por ende, una roja. Entró también Menseguez por Romeo para buscar un contraataque que nunca llegó.
Los dos siguieron luchando más que jugando, y el cero fue un castigo para ambos.
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