Es cierto que las Letras de Liquidez del Banco Central (BCRA), las ya famosas Leliq, vienen concentrando la atención del mercado, los analistas, los medios y sobre todo del propio presidente Milei. Al decir de un conocido consultor de la City, tienen más prensa. Sin embargo, hay un tema, no menor, que es la deuda en pesos del Tesoro. El stock que hereda el próximo secretario de Hacienda se estima hoy muy por encima de los $50 billones ya que a fines de octubre pasado, último dato oficial, rondaba los $48 billones. ¿De qué se trata? Más del 60% son bonos públicos ajustables por inflación (CER) por ejemplo los Boncer, las Lecer, los Cuasipar y otros. Luego hay más de un 30% que son los célebres bonos Duales que ajustan tanto por inflación como por el dólar oficial. Al respecto, vale recordar que estos instrumentos que ofrecen al inversor elegir la mejor opción entre inflación y dólar fueron creados durante la anterior gestión del flamante ministro de Economía, Luis Caputo. El resto son bonos que no ajustan por CER, como por ejemplo los Bonar, los Bonte, Bonad, Bocones, Letras y otros.
Deuda: el primer gran test del Tesoro será en febrero
El desafiante cronograma de vencimientos en pesos del Tesoro nacional impondrá no sólo ingenio y astucia al nuevo equipo económico, sino también una gran dosis de suerte.
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Pero si uno observa el cronograma de vencimientos de los próximos meses, parafraseando al ingeniero Alsogaray, “hay que pasar el verano” sería el comentario más atinado ya que en enero del 2024 vence poco más de un billón de pesos, pero en febrero los vencimientos escalan a casi 5,5 billones de pesos. Será sin duda el gran test del verano para el nuevo equipo económico. En enero, los vencimientos son casi exclusivamente de Letras mientras que en febrero lo más fuerte pasa por los bonos que concentran vencimientos por 4,5 billones de pesos y el resto son de Letras. Luego en marzo vencen otros 4,6 billones y en abril casi 7,7 billones de pesos. De modo que el trimestre febrero-abril se perfila intenso. Pero primero hay que pasar el verano.
A pesar del desafiante cronograma de corto plazo hay un factor que juega a favor, o por lo menos, que atenúa el reto para la Secretaria de Finanzas, que estaría a cargo de Pablo Quirno, y es que el 55% está en manos del sector público, fundamentalmente el Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) de la Anses y del BCRA. De modo que habría que ocuparse del roll over del 45% restante. Vale señalar que cuando asumió la administración de Alberto Fernández más del 64% estaba en manos del sector privado, bancos, fondos comunes, aseguradoras y otros. Según cálculos de Macroview en 2019 el stock de deuda en pesos del Tesoro a precios de octubre pasado era de casi 26 billones de pesos. De modo que el aumento acumulado a octubre pasado es de más de 21,5 billones de pesos, de los cuales 16,4 billones están en manos públicas y el resto en privadas.
Por ende, la resolución a futuro de este tema pasa por un rediseño cualitativo más que cuantitativo, por ejemplo, en pos de eliminar los bonos Duales. Entonces, lo que cabría esperar son soluciones cualitativas. En tal sentido, el perfil y el sesgo de los principales miembros del equipo económico podrían también jugar a favor dado el expertise y conocimiento de los mercados de capitales.
Cabe tener presente que de concretarse la prohibición de que el BCRA gire Adelantos Transitorios y Utilidades al Tesoro, y el financiamiento monetario indirecto al fisco vía, por ejemplo, la emisión contra bonos para que organismos públicos participen de las licitaciones del Tesoro, el Estudio Broda advierte que esto obligará al Gobierno a ganar rápidamente credibilidad para evitar un reperfilamiento de la deuda pública interna. Además, los vencimientos ya programados podrían escalar todavía más si persisten iniciativas como la de un canje de deuda remunerada del BCRA por deuda del Tesoro.
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