“Ya llegó el momento para empezar a trabajar. Estamos casi al límite”, advirtió Artin Kalpakian al referirse a los efectos de la cuarentena sobre la actividad económica. El empresario es miembro de la Cámara Argentina de Comercio y Servicios, entidad que viene planteando que si bien promueve la necesidad de mantener y respetar el aislamiento social preventivo y obligatorio, también considera que “mientras la cuarentena se deba prolongar, las actividades consideradas esenciales se tendrán que ampliar, a fin de satisfacer a las necesidades elementales de la población”. Se definió respecto a la posibilidad de que Argentina pueda nuevamente caer en default: “Es una imagen horrible en el exterior”, calificó.
"Llegó el momento para empezar a trabajar porque estamos casi al límite"
El empresario advirtió que las ventas están prácticamente paralizadas, se quejó de la alta carga tributaria y también cuestionó el impuesto a la riqueza. Sobre un eventual default dijo: "Es una imagen horrible en el exterior".
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Artin Kalpakian
Dueño de la tradicional empresa de alfombras Kalpakian Hermanos, fundada en 1952, el directivo se refirió a la elevada carga tributaria al señalar que, dependiendo de cada producto, los impuestos pesan entre 35% y 40%, cuando los salarios inciden en menos de la mitad. También se refirió a los costos logísticos que encarecen las exportaciones en 15%. En este sentido, cuestionó el impuesto a la riqueza. A continuación, los aspectos más salientes de la charla con Ámbito.
Periodista: ¿Cómo fueron las ventas en 2019?
Artin Kalpakian: Somos proveedores de empresas; para que se dé una idea, por ejemplo, de edificios grandes que se están construyendo en Puerto Madero. Estos proyectos no se deciden de un día para otro y muchos se terminaron en 2019. Las ventas para estos edificios corporativos se hicieron y siguen haciéndose. En este caso estuvimos a un nivel de 80% de las ventas.
P.: ¿Y cómo le fue con las exportaciones?
A.K.: Las exportaciones se dificultaron porque nuestra planta está en el parque industrial de la provincia de La Rioja y es complicado y costoso el tema de la logística. Para exportar a nuestro distribuidor en Los Ángeles en Estados Unidos, tuvimos que llevar los contenedores desde Buenos Aires a La Rioja, cargarlos y volverlos a traer a Buenos Aires, de ahí mandarlos por el canal Beagle a Chile y allí transbordarlos. Todo el proceso lleva entre 45 y 65 días y es carísimo. El cruce que podríamos tener a través de la cordillera para llegar a un puerto de Chile no es posible porque primero en La Rioja no hay contenedores y segundo porque no hay caminos, hay que atravesar Mendoza y tampoco es conveniente. Este proceso encarece la exportación en por lo menos 15%.
P.: Esto los hace menos competitivos…
A.K.: Sí, pero nosotros siempre elaboramos productos de alta gama, como alfombras de pelo de llama o pura lana, entre otros. Seguimos vendiendo, pero es cada vez más difícil por muchísimos problemas logísticos, de costos, por los impuestos, de electricidad entre otros. Pero tengo que destacar que formamos mano de obra y no tuvimos ningún problema pese a que se trata de un país que no tiene experiencia en la fabricación de alfombras.
P.: ¿Y qué está pasando con las ventas al público?
A.K.: Trajimos un robot de Suecia para hacer diseño y tuvimos una respuesta muy buena en la atención a profesionales del diseño y de la decoración, pero esto se interrumpió con el coronavirus.
P.: ¿Qué pasó con su actividad a partir del 20 de marzo cuando empezó la cuarentena?
A.K.: Las ventas prácticamente se paralizaron. En las grandes obras no pudimos seguir trabajando -una obra grande demanda entre 20 a 40 instaladores-. Tenemos presupuestos aprobados en carpeta, pero están suspendidos hasta tanto se retome la actividad. Tenemos por lo menos 15 obras grandes suspendidas. Los postergaron para julio con la expectativa de que se levanten las restricciones. Además, hay proyectos aprobados que están postergados.
P.: ¿Cómo es su estructura de costos?
A.K.: Dependiendo de cada producto, los impuestos pesan entre 35% y 40%. Los salarios no pesan tanto, 15%. Tenemos 140 empleados y otros 150 de manera indirecta. Con una rentabilidad de 5% estamos altamente satisfechos, hay años que ganamos más y años en los que perdemos.
P.: ¿Qué opinión le merece el proyecto de impuesto a las fortunas de más de u$s3 millones?
A.K.: Si se aplican impuestos, el capital se va inmediatamente a donde le aseguran un mejor ingreso, una mejor rentabilidad. Si no, ¿por qué los argentinos tienen tanto dinero en el exterior? Porque tienen miedo que al invertir les pueden aplicar un nuevo impuesto, o no tendrán rentabilidad o pueden perder. Entonces, la gente para asegurarse lleva su dinero al exterior donde hoy casi no consigue rentabilidad. Además, sin capital no se crea fuentes de trabajo.
P.: ¿Accedió a algún tipo de ayuda por parte del Estado?
A.K.: Nunca tomamos ningún tipo de ayuda del Estado, ni tampoco en La Rioja. Nunca hemos dejado de pagar los impuestos porque no hemos especulado.
P.: ¿Piensan utilizar alguna de las nuevas ayudas del Estado?
A.K.: Estamos estudiando la posibilidad de utilizar la ayuda para pagar salarios porque para nosotros lo más importante es cubrir los salarios. Pero tenemos un pensamiento europeo y no nos gusta el endeudamiento.
P.: ¿Cuánto tiempo puede aguantar una empresa sin trabajar?
A.K.: Yo creo que ya llegó el momento para empezar a trabajar. Estamos casi al límite.
P.: ¿Cuáles son las perspectivas para el mercado interno?
A.K.: Va a ser un año muy malo, pésimo.
P.: ¿Por qué es difícil ser empresario en la Argentina?
A.K.: Primero por la inflación tremenda y los defaults que hemos tenido en los últimos treinta años. Esto es un problema muy serio porque indirectamente afecta la imagen de los empresarios que se cae totalmente en el exterior. Para mí es una imagen horrible en el exterior que la Argentina otra vez entre en default. Otro problema es la relación con los trabajadores. Si el empresario no gana plata, no genera trabajo. Durante mucho tiempo el empresario fue mala palabra y ese antagonismo es totalmente equivocado. No se entiende que los trabajadores y los empresarios son una parte de un mismo mecanismo y que tienen que tirar para un mismo lado.
P.: Sin embargo, algunos gobiernos han incentivado ese antagonismo…
A.K.: Sí, hay que hacer un cambio de mentalidad.
P.: Ustedes fundaron la empresa en el país en 1952, ¿la Argentina era un país mejor?
A.K.: No, no cambió nada. Siempre nos fue muy bien y me siento muy orgulloso de estar en la Argentina donde nos cobijaron, donde los extranjeros nos sentimos en casa, donde pudimos trabajar y desarrollarnos. Trabajando honestamente pudimos desarrollar una empresa multinacional.
P.: ¿Volvería hoy a fundar la empresa en la Argentina?
A.K.: A pesar de todos los problemas, si lo pongo en contexto, decidiría por la Argentina porque es un gran país con grandes posibilidades. Tengo 72 años y trabajo 12 horas diarias. En este país, trabajando con honestidad, cada uno puede crecer de acuerdo con su capacidad.
P.: ¿Y qué cambiaría?
A.K.: Todos tenemos que poner el hombro y trabajar, sin corrupción, sin inseguridad jurídica. Sin trabajo y sin honestidad, no hay forma de crecer.
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