9 de junio 2008 - 00:00

"Contra inflación no bajan el dólar. Contra campo, sí"

Víctor Beker afirma que de prolongarse el conflicto, en lugar de discutir cómo se reparten los beneficios, se va a concluir dirimiendo cómo se distribuyen las pérdidas.
Víctor Beker afirma que "de prolongarse el conflicto, en lugar de discutir cómo se reparten los beneficios, se va a concluir dirimiendo cómo se distribuyen las pérdidas".
«De prolongarse el conflicto, es posible que en lugar de discutir cómo se reparten los beneficios finalmente se termine dirimiendo cómo se distribuyen las pérdidas.» La frase es de Víctor Beker, quien respecto de las retenciones móviles sostiene que deberían eliminarse.

A 89 días del conflicto con el campo este economista, director del Centro de Estudios de la Nueva Economía de la Universidad de Belgrano, planteó con que «en momentos que los precios de los productos de exportación alcanzan récords, la Argentina se asemeja a una familia que ganó el gordo de Navidad y, en lugar de ir a cobrarlo, sus integrantes se pelean entre sí para decidir quién se queda con él».

Beker fue director del INDEC entre 1984 y 1987. Consultado respecto del nuevo Indice de Precios al Consumidor que se difundirá mañana sentenció: «Nace con credibilidad cero».

Periodista: ¿Qué opina de la imposición de las retenciones móviles?

Víctor Beker: Constituyen un craso error. Tengo, por lo menos, tres objeciones. Por un lado, un mecanismo de este tipo sólo se justificaría si lo que se recauda se volcara a un fondo compensador destinado a subsidiar a los productores el día que caiga el precio de los productos agropecuarios por debajo de cierto nivel. De lo contrario, es un sistema absolutamente asimétrico donde el Estado absorbe los aumentos de precios pero se desentiende de las pérdidas. Incluso si el precio de la soja bajara a un dólar, el Estado se quedaría con 23 centavos. Además, no se anunció el destino de los fondos extra que se recaudarían. Por último, desincentivan la expansión de la producción agropecuaria en respuesta a un aumento de los precios. Es decir, hay que preguntarse quién asumiría los riesgos de incrementar la producción para recibir sólo una mínima parte del aumento de precio.

  • Pérdidas

    P.: ¿Entonces debería darsemarcha atrás con esta medida?

    V.B.: Definitivamente, sí. De prolongarse el conflicto, es posible también que en lugar de discutir cómo se reparten los beneficios finalmente se concluya dirimiendo cómo se distribuyen las pérdidas. En momentos que los precios de los productos de exportación alcanzan valores récord, la Argentina se asemeja a una familia que ganó el Gordo de Navidad y, en lugar de ir a cobrarlo, sus integrantes se pelean entre sí para decidir quién se queda con él.

    P.: Pero de eliminarse las retenciones, habría una disminución importante en el superávit fiscal...

    V.B.: Lo que se debería hacer es eliminar el carácter móvil de las retenciones y volver a un esquema de alícuotas fijas. Si hubiera en el futuro un aumento en los precios de los productos de exportación, se tendría que compensar permitiendo una revaluación del peso de manera de anular su efecto sobre los precios internos. Es lamentable que medio país haya quedado paralizado desde el 11 de marzo por una discusión sobre cómo se distribuiría un hipotético aumento en el precio de la soja.

    Mientras tanto, los valores de la oleaginosa no son hoy muy distintos de los de aquel momento.

    P.: Mañana se difunde el dato del IPC con la nueva medición y ya hay pocas expectativas de que sea mejor. ¿Cuál es su opinión?

    V.B.: La cuestión esencial es dejar en claro qué precios se van a utilizar. Es decir, si se van a emplear los relevados por los encuestadores en los comercios o se van a utilizar precios «cocinados» entre las cuatro paredes de una oficina. Y todo indica que se va a seguir con esta última alternativa. Lo más importante es que se van a dejar de publicar los precios de los alimentos y bebidas, para evitar que se conozcan los valores utilizados en la confección del índice. Más aún, la mayor virtud que se atribuye al nuevo IPC es que ha venido arrojando incrementos inferiores que los publicados por el INDEC en los últimos meses. Por tanto, el nuevo índice nace con credibilidad cero. Con la intervención en el INDEC es como estar arriba de un avión al que el piloto ha desconectado todos los instrumentos de medición.

  • Emisión

    P.: ¿Qué se debería hacer para frenar la inflación?

    V.B.: El actual proceso inflacionario reconoce tres componentes: los aumentos de precios internacionales de nuestras exportaciones, el reacomodamiento de precios y tarifas atrasadas y la emisión monetaria que realiza el Banco Central para sostener el tipo de cambio. Los dos primeros pueden explicar una tasa no mayor a 10% anual. Por tanto, con una inflación de 25% como la actual, es producto principalmente de la emisión que venía realizando el Banco Central hasta la crisis. Por tanto, lo primero que se debería hacer es relevar al Banco Central de esa tarea. Si el gobierno pretende sostener un tipo de cambio alto debería hacerlo con fondos del Presupuesto Nacional y no con emisión monetaria.

    P.: Luego del aumento de las tasas de interés y de la baja del tipo de cambio, ¿cree que va a continuar la minicorrida cambiaria?

    V.B.: Creo que el Banco Central demostró su poder de fuego para bajar el tipo de cambio. Es paradójico que una medida que va en la dirección correcta se tome como represalia al paro del campo y no como parte integral de una estrategia antiinflacionaria.

    P.: ¿Qué otras cuestiones se pueden derivar por el paro del campo?

    V.B.: El gobierno nunca pensó que esa muestra de centralismo unitario desencadenaría una multitudinaria reacción por parte de millares de productores agropecuarios, una suerte de herederos de las montoneras federales del siglo

    XIX. Cualquiera sea el resultado, creo que quedó planteada la necesidad de revisar la cuestión del federalismo fiscal en la Argentina.

    Entrevista de María Iglesia
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