1 de septiembre 2024 - 00:00

¿Es Javier Milei un instrumento para la transición al tecnofeudalismo?

La privatización de Internet de las grandes tecnológicas estadounidenses y chinas y los beneficios descomunales de este sector encabezan un cambio de paradigma.

Elon Musk y Javier Milei.

Elon Musk y Javier Milei.

Hace unas semanas, hablé en mi columna en Ámbito sobre el debate entre Estado y Mercado, resaltando el hecho que la antinomia no es blanco-negro o Boca-River, sino las múltiples formas de conformar ese equilibrio. Pero la pereza intelectual de nuestros tiempos, sumado a la posverdad imperante, hace muy difícil una discusión honesta al respecto, y, a su vez, el propio Javier Milei lleva al extremo de lo absurdo la conversación al afirmar que vino el mismo a acabar con el Estado.

Pero avancemos un poco, y ¿si Milei no habla de algo tan absurdo como nos suscita y en realidad se refiera algo más? De este lado de la grieta, solemos encasillar al gobierno de Milei como neoliberal o de valorización financiera, pero ¿es solo eso? ¿estamos frente a una nueva versión de política económica similar a la del gobierno militar (1976-1983), semejante a los años noventa o a los cuatro años de Macri? ¿O es algo de mayor escala, tendiente efectivamente a la destrucción del Estado? Dicho de otra manera, si identificamos las alianzas de economía política de Javier Milei, ¿qué tipo de Estado-No Estado necesitan estas?

Recientemente Yanis Varoufakis, economista, autor de varios libros y ministro de Economía durante los primeros meses del gobierno de Tsipras en Grecia en plena crisis de deuda, plantea una hipótesis en un reciente trabajo sobre la transformación global del capitalismo. Debo reconocer un particular interés por quien fuera mi profesor en la Universidad de Texas, en quien siempre encontré propuestas superadoras que escapan la mirada de equilibrios y desequilibrios económicos.

En su nuevo libro, “Tecnofeudalismo”, desde el materialismo histórico, se pregunta si la organización económica, política y social sobre la cual se asienta la economía capitalista sigue viva. El cambio tecnológico que supone el big-data, la inteligencia artificial, la vida de algoritmo y quién maneja las nubes de datos (cloud capitalism) y la acumulación y distribución de la riqueza que supone están modificando la clásica estructura de dueños del capital que requieren mano de obra para producir y apropiarse del diferencial producido por esta.

En otras palabras, Varoufakis sugiere que las grandes riquezas económicas, y el poder, se están alejando de las tradicionales formas de renta basadas en la plusvalía (aunque estas continúen vigentes) y de la renta de la tierra. Incluso, sugiere que la valorización financiera está mutando a una nueva forma de generar, reciclar y concentrar los capitales del mundo. Para el autor, este cambio es tan grande que no estamos más frente a una variación dentro del capitalismo, sino que nos encontramos en otro sistema de producción y acumulación.

Arriesga así una vuelta a la idea feudal, donde algunos pocos son dueños de privilegios por ley (ahora son dueños de derechos de propiedad intelectual, patentes, o APIs) y los otros pagan una renta por utilizar sus bienes o servicios (ahora en la forma de entrega gratuita de datos y tiempo que necesitan los algoritmos). Así los nuevos señores feudales en el mundo de los algoritmos son las grandes plataformas, dueñas de las nubes que almacenan datos. Los anteriormente llamados GAFA (Google, Amazon, Facebook y Apple) a los que hay que agregar X- ex Twiter -, a Microsoft y al magnate chino WeChat junto a TikTok.

Se destacan entonces dos elementos centrales: a) las privatización de Internet llevada a cabo por las grandes tecnológicas estadounidenses y chinas, y b) la manera en que los gobiernos occidentales y los Bancos Centrales respondieron a la crisis del 2008 (temerosos frente a la crisis, los Bancos Centrales emitieron mucha moneda que no fue a parar a productos o inversiones productivas, sino – junto con la posterior pandemia a acrecentar los beneficios descomunales de las tecnológicas que solo requieren para funcionar un 1% de los ingresos para los proletarios de la nube, frente al 80% de las empresas industriales. Aquí se encuentra una peligrosa fusión: el capital de las nubes con el financiero, no solo a nivel de WallStreet, sino en la cada uno de nuestros celulares.

Volviendo a una de nuestras preguntas iniciales, ¿necesitan estas empresas de Estados Nacionales que pongan orden o garanticen un equilibro entre capital-trabajo para asegurar cierto número de consumidores? A priori la respuesta es no. Tampoco necesitan una población formada, si cuanto menos sepamos más fácil es confiar en un agente de IA o un algoritmo. Para qué redistribuir, si la riqueza no se concentra al partir de la venta de productos masivos, ni exclusivos.

A su vez, la concentración económica que estamos sufriendo en el mundo es de tal magnitud que las empresas tecnológicas pueden dar prestamos, inversiones a los mismos Estados y gobiernos subnacionales, garantizándose el acceso a los recursos naturales necesarios para el nuevo paradigma tecno feudal.

Pareciera esta la apuesta de Milei, quién ya ha visitado a los grandes “popes” de las tecnológicas (Musk, Zukerberg, Galperín) y a las fuerzas de ultraderecha en el mundo. ¿Cuál es su agenda? El desgobierno nacional actual que genera indigencia, pobreza, desempleo, desindustrialización y fragmentación nacional lejos está de beneficiar a cualquier actor económico nacional, ni siquiera a tan bastardeada industria financiera encuentra paz en este infierno. Por lo tanto, la afirmación de Milei de la destrucción y debilitamiento del Estado pareciera estar fortuitamente alineada con una transición global. Aquí cabe preguntarse si logrará el peronismo mostrar – nuevamente – que hay otro camino.

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