20 de septiembre 2019 - 00:00

Es necesario impulsar un nuevo Plan Soja

Uno de cada cuatro o uno de cada tres dólares que ingresaron a la Argentina vinieron del complejo sojero. Para aumentar la productividad del cultivo es clave elevar los niveles de fertilización, mejorar la elección de la semilla, habilitar nuevas tecnologías y mejorar el manejo.

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Todo el mundo sabe, o debería saber, que el complejo soja es el principal exportador de la Argentina, con un aporte que en los últimos años varió entre el 24% y el 32% del total exportado. Dicho de otro modo, uno de cada cuatro o uno de cada tres dólares que ingresaron a la Argentina vinieron del complejo sojero. El mayor polo de procesamiento de soja del mundo se encuentra en torno a Rosario, donde la industria puede moler más de 65 millones de toneladas por año, lo que ha convertido a la Argentina en el principal abastecedor global de harina y aceite de soja, además de biodiésel de soja.

Ahora bien, la producción de soja en la Argentina se ha estancado o incluso retrocedido en los últimos años, cuando se trata de uno de los productos más dinámicos en el comercio agrícola mundial. En 2014/15 se alcanzó en nuestro país un pico de producción de 61,4 millones de toneladas, mientras que en la campaña siguiente se alcanzó la mayor área sembrada con 20,58 millones de hectáreas.

En estos últimos cuatro años el cultivo de soja ha retrocedido fuertemente en la Argentina. La superficie se redujo a 17 millones de hectáreas (3,6 millones menos) y la producción en esta última campaña, con una gran ayuda de un clima benévolo, alcanzó los 56 millones de toneladas. Mientras tanto, nuestros principales competidores, los Estados Unidos y Brasil, continúan aumentando sus cosechas, año tras año.

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Ahora bien, es factible retomar el crecimiento de la producción de soja en la Argentina, generando más dólares para una alicaída economía, sin afectar ni la superficie utilizada por otros cultivos (por caso, el maíz) ni expandiendo la frontera agrícola a zonas sensibles (el monte en el norte del país).

En una charla que presenté semanas atrás planteaba que, siguiendo las estadísticas del Ministerio de Agricultura se podría recuperar 1,4 millón de hectáreas para la soja sin que el resto de los cultivos ceda una sola hectárea. Efectivamente en la campaña 2015/16 los cultivos de verano ocuparon 29,8 millones de hectáreas contra 28,4 millones en la 2018/19. A un rinde promedio de 3,25 toneladas por hectárea, este 1,4 millón de hectáreas más representaría incrementar la producción de soja en 4,5 millones de toneladas (volveríamos a una cosecha récord). Puesto en valor, a un precio FOB de 450 dólares, significan más de 2.000 millones de dólares adicionales.

Pero el fuerte está en cerrar la brecha de producción, es decir, elevar el rinde promedio nacional. En una de las principales compañías semilleras argentinas sostienen que entre el 5% que mejor hace las cosas y el resto hay una diferencia de 26% en rendimiento. Otros cálculos, provenientes de las bolsas de cereales, ubican esta diferencia entre 11% y 18%. En todo caso, esto supone mejorar la producción entre 3 y 14 millones de toneladas. Tomando el valor más bajo, esto representaría otros 1.300 millones de dólares más. Incluso después de mi presentación y charlando con uno de los más importantes genetistas de soja del país, este me comentaba que la Argentina podría producir 72 millones de toneladas de soja, de una manera absolutamente sustentable.

Elevar los niveles de fertilización, mejorar la elección de la semilla, habilitar nuevas tecnologías y mejorar el manejo son herramientas al alcance de la mano para aumentar la productividad del cultivo.

Hoy todavía hay una ventana de oportunidad. China acaba de habilitar la importación de harina de soja de la Argentina en un importante viraje en su política alimentaria. La guerra comercial del gigante asiático con los EE.UU. es una oportunidad para la Argentina.

Como en 1973, es necesario recrear hoy un nuevo Plan Soja. El Gobierno puede combinar con las organizaciones privadas la concreción de las metas de producción y el diseño de las políticas que lo permitan. La Argentina está a las puertas de una de sus peores crisis y la soja puede ser, nuevamente, una herramienta para paliarla.

(*) Ingeniero agrónomo UBA, fundador de RIA Consultores.

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