17 de marzo 2020 - 00:00

Diálogos de Wall Street

Wall Street cayó de rodillas pese a los afanes de Powell y Trump. Frenarlo va a costar una recesión, dice Gordon Gekko. Y si no se lo frena, será una depresión.

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Periodista: “Esto es grande”, admitió Trump a su pesar, “muy grande”. Enorme, pareció decir Powell, el domingo, cuando apretó el doble botón nuclear: tasa cero y expansión cuantitativa. ¿Y qué pasó? El virus triunfal, por arriba de todos. La Bolsa se derritió como si fuese de plástico.

Gordon Gekko: 3 mil puntos abajo el Dow Jones. El S&P 500, 12%. Y el mercado viral es un cráter que no deja dudas sobre su creciente tamaño.

P.: No sé qué impresionó más. Y peor. Si Powell poniendo toda la carne en el asador antes del cónclave de la Fed; o Trump recogiendo el barrilete de la negación de la crisis, y su recomendación -a manera de bandera blanca de rendición- de que no se reúnan grupos de más de diez personas.

G.G.: La movida de Powell, el domingo, anticipó un lunes negro. Las palabras de Trump nos dejaron al cierre la impresión de que mañana (por hoy, martes) la vida continúa. Y esto no es vida, es una tortura.

P.: La epidemia, dijo el presidente, puede extenderse hasta julio o agosto.

G.G.: Yo no haría una distinción entre Powell y Trump. Los dos transmitieron, a su modo, el mismo mensaje. Lo reforzaron mutuamente.

P.: Desolador. La crisis los arrolló.

G.G.: La Bolsa es muy expresiva. ¿Wall Street, 12% o 13% abajo? ¿Cuántas veces vio algo parecido? Y no venimos de un picnic. Ya era una masacre.

P.: Una pandemia. Como dice la OMS, que se puede controlar. Pero que está fuera de control, ¿no?

G.G.: Esta no es la factura del cambio climático. Es un shock temporario y no permanente. China es la demostración empírica. Sin embargo, la sensación de hoy, quizás por primera vez, es la de que se acaba el mundo. Es el regusto que dejó la decisión de Powell, más allá de lo que anunció y de las balas que se guarda.

P.: ¿Qué escenario, y qué proyecciones, le mostraron a Trump para que diera una vuelta campana en el aire a la vista del público?

G.G.: Quizás los sondeos electorales. Nada puede asustarlo más.

P.: ¿Nos quedamos sin munición? Lo peor es que con el virus no se puede negociar un armisticio.

G.G.: Frenar la pandemia nos va a costar una recesión. Y si no la frenamos, tendremos una depresión. Ya lo entendió Trump. Si no, no se explica su cambio de discurso. La OMS pide “chequeos, chequeos, chequeos” para detener el contagio y Trump los tenía pisados. No hay artillería más importante que el diagnóstico veloz de los infectados, el aislamiento y el examen a sus contactos, y había reticencia a utilizarla. En ese sentido mejoramos. Que Estados Unidos no le dé la espalda a la crisis es un avance.

P.: Pero llevará tiempo dominarla. Y cada día que pasa es una agonía. Las aerolíneas avisaron en EE.UU. que necesitan un paquete de auxilio de 50 mil millones de dólares. O quiebran en un par de meses. No es el virus solamente. Ya se infectó el mercado de deuda, y la recesión recién comienza.

G.G.: La Fed aterrizó rápido. Quizás demasiado y la brusquedad atizó el pánico. No es sólo la tasa cero y la expansión cuantitativa, el QE4. Es llevar a cero los encajes bancarios, la invitación a usar los colchones de los requerimientos de liquidez y capital de Basilea III para sostener la asistencia crediticia, y la muy firme recomendación de utilizar a fondo la ventanilla de descuento, que no será causa de estigma.

P.: La Fed comprará títulos del Tesoro y de agencias hipotecarias, pero, a diferencia del BCE o del Banco de Inglaterra, no adquiere deuda corporativa, que es la que está en la picota.

G.G.: La acepta como garantía de los redescuentos. Y no es verdad que no tenga más balas. Powell pretende primero que la política fiscal se zambulla en el manejo de las situaciones críticas particulares. Con la autorización del Congreso, la Fed, que ya habilitó los swaps cambiarios, volverá a ofrecer el resto de los programas especiales que aplicó en la crisis de Lehman. Urge apuntalar el mercado de commercial papers, y facilitar su renovación, porque la emisión primaria se va a congelar. Habrá que remar, y mucho, sólo para mantener la crisis en el lugar y evitar destrozos irreversibles como herencia. Se logró en 2008/9. Lo consiguió China. Y no hay mejor programa alternativo que arremangarse e intentarlo de nuevo.

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