8 de octubre 2001 - 00:00

Inédita política financiera lanzan De la Rúa y Cardoso

De la Rúa y su par de Brasil, Fernando Henrique Cardoso, mantendrán hoy un almuerzo clave en Brasilia. La conversación entre ambos tendrá un capítulo comercial sobre la posibilidad de compensar los efectos de las devaluaciones del real sobre el mercado argentino. Pero ese aspecto de la agenda será secundario y quedará en manos de los ministros de Economía de los dos países, que se reunirán mañana en San Pablo. Lo importante de hoy entre De la Rúa y Cardoso es que los dos presidentes anunciarán que la Argentina y Brasil van a encarar de manera conjunta una negociación financiera internacional ante el Tesoro de los Estados Unidos y organismos de crédito internacional. Esta modalidad incluiría un viaje de los dos presidentes a Washington. El gobierno brasileño ya está negociando una especie de blindaje para su economía, al mismo tiempo que el argentino discute un mecanismo de recompra de deuda. Además de esta innovación, Cardoso y De la Rúa darán un paso concreto en la política de coordinación macroeconómica en que están comprometidos los dos países desde 1999. Hablarán de un "pequeño Maastricht" y no se descarta que hasta fijen algún objetivo concreto en materia de déficit fiscal para las dos economías.

Inédita política financiera lanzan De la Rúa y Cardoso
A Fernando de la Rúa siempre le pareció un desatino aquel gesto de Carlos Menem quien, ante un chisporroteo grave en la relación con Brasil, se desvió en su regreso desde los Estados Unidos, hizo descender el Tango 01 en Brasilia y visitó casi de improviso, por la noche, a Fernando Henrique Cardoso para componer el vínculo con el vecino. Pero el ejercicio del poder cambia a las personas y las vuelve más parecidas entre sí: De la Rúa sorprendió a Cardoso el viernes diciéndole que «en una de ésas me caigo por allá para hablar todos los temas que tenemos pendientes». El sociólogo, que no se asombraba ni con Menem, lo invitó de inmediato para encontrarse en su ciudad, San Pablo, adonde iría para una comida con empresarios. Pero ayer por la mañana, desde Itamaraty, le sugirieron a Adalberto Rodríguez Giavarini reprogramar la entrevista para darle la mayor jerarquía a la cumbre: será un almuerzo en el «Palácio da Alvorada», la residencia que Oscar Niemayer diseñó para los presidentes brasileños y cuya hilera de columnas se convirtió en «logo» de la capital del país. De la Rúa irá acompañado por Chrystian Colombo -que inaugura con esto su internacionalización como jefe de Gabinete-, Rodríguez Giavarini, Domingo Cavallo y Juan Pablo Baylac. Después de la cumbre, todos volarán hacia San Pablo y participarán de la comida del presidente de Brasil con empresarios locales.

La entrevista entre De la Rúa y Cardoso promete algunas novedades importantes. La primera, anticipada por este diario el viernes, es que los dos mandatarios anunciarán que sus países van a iniciar una gestión conjunta ante otros Estados y ante organismos de crédito internacionales para obtener sendos auxilios financieros. En el caso de Brasil tendría el formato de un blindaje y en el de la Argentina la ya conocida -y dificultosa-recompra de la deuda pública.

• Aceleración

Esta presentación binacional se articularía con otras tratativas, entre ellas las del «4 más 1» de integración comercial entre los Estados Unidos y el Mercosur, que según la cancillería argentina adquiriría una aceleración poco esperada con la aprobación del «fast track» por parte del Senado norteamericano.

La segunda novedad de hoy estará ligada a lo anterior: para facilitar esa negociación de escala regional, los dos países avanzarán en la definición de objetivos de coordinación macroeconómica. De la Rúa halagará a Cardoso hablando de un «pequeño Maastrich» -fórmula que el brasileño viene utilizando desde que discutió esta política con Menem en junio de 1999-, en el que se puede fijar una pauta concreta, numérica, más allá de la cual no podrá ubicarse el déficit, la inflación o alguna otra variable de ambas economías.

Para entender la lógica de estas reuniones de nivel presidencial se debe tomar nota del contexto internacional en el que se realizan. Tanto Rodríguez Giavarini como su colega Celso Lafer están convencidos de que, desde los ataques terroristas del 11 de setiembre en los Estados Unidos, las prioridades en las relaciones internacionales referidas a Sudamérica han derivado desde las finanzas a la política. Ellos, también Domingo Cavallo y Pedro Malan, creen que la solidaridad ante los atentados y la eliminación de cualquier roce o conflicto subregional comienzan a ser valorados por los Estados Unidos como ventajas propias para encarar la guerra que comenzó ayer. En el caso de Cavallo, este aprendizaje se realiza con cierta dureza.

• Tratativas

A este factor global debe agregarse otro: ya en la negociación que la Argentina llevó adelante en el Tesoro y el Fondo, el mes pasado, la posible descomposición de la economía brasileña había figurado como variable clave. Ahora, cuando Brasil gestiona una ayuda multilateral, las cosas se plantean a la inversa. Las dos experiencias aconsejaron a los gobiernos a garantizar un marco económico más estable a escala regional y a iniciar tratativas juntos, lo que podría incluir un viaje de los dos presidentes a Washington para exponer la situación de sus países. «Aunque después cada uno siga negociando en ventanillas distintas» aclaró ayer uno de los inspiradores de esta estrategia. El procedimiento que tendría este trámite todavía no está claro ya que se carece de antecedentes en este tipo de iniciativa.

Si Cavallo escuchó a Malan defender esta lógica, en Montevideo, el lunes pasado, volvió a analizarlo el miércoles por la noche, en Olivos. Allí comió con De la Rúa y un grupo de diputados decisivos de la Alianza (Rafael Pascual, Darío Alessandro, Mario Negri, Rodolfo Rodil, Marcelo Stubrin y Jesús Rodríguez). Todos coincidieron en que el contexto internacional y la debilidad con que Cardoso enfrenta su proceso sucesorio aconsejaban confluir con Brasil para una negociación financiera: «Se modificaría el tiempo y el resultado» escuchó Cavallo. Por eso el viernes no debería haberle sorprendido que el Presidente decidiera el viaje de hoy, por más que cuando se produjo la charla con Cardoso él no estaba presente sino que brindaba una conferencia de prensa con Colombo, en Olivos.

La gestión del contacto se debió, claro, al canciller.

Seguramente el encuentro de De la Rúa con su colega de Brasil dará lugar a algún pronunciamiento sobre la guerra que se desencadenó ayer con los ataques de los Estados Unidos y Gran Bretaña a Afganistán. Y también habrá una referencia, aunque más no sea general, a la negociación del día siguiente, cuando los ministros de Economía y de Relaciones Exteriores de los dos países discutan algún mecanismo por el cual Brasil podría compensar a los demás integrantes del Mercosur por los efectos que tienen las sucesivas devaluaciones del real sobre el comercio regional.

• Tironeos

Este punto será materia de tironeos entre Domingo Cavallo y Malan. El Ministerio de Economía de la Argentina pretende que Brasil acepte aplicar salvaguardas tarifarias o de cupos en función de las fluctuaciones del mercado de cambios en el país vecino. Pero los funcionarios de Brasilia sólo concederían un mecanismo de esa naturaleza de manera casuística, es decir, analizando en alguna comisión el efecto de las devaluaciones sobre cada producto y teniendo en cuenta el tipo de cambio real, es decir, considerando también el impacto de la inflación.

De todos modos, la reunión De la Rúa-Cardoso de hoy cambia sustancialmente la dimensión de la que mantendrá Cavallo en San Pablo mañana. Primero, porque una vez más la diplomacia, al instalarse a nivel presidencial, obliga a respuestas positivas a sus actores (ningún presidente será, jamás, el responsable de romper un proceso de integración regional). Segundo, porque el giro dramático que dio el proceso internacional favorece los acercamientos subregionales. Tercero, porque en el Mercosur el factor político cobró una importancia inesperada respecto del comercial: sea por las votaciones en la OEA o por el control militar conjunto sobre la «Triple Frontera» apareció un nivel de consenso respecto del cual los diferendos de mercado son una excepción.

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