21 de septiembre 2007 - 00:00

Kirchner está para el Guinness de los récords

Néstor Kirchner.
Néstor Kirchner.
Los 90 fueron los años de la «globalización financiera», según gustan llamar los cráneos de las finanzas internacionales. Como buenos argentinos, rápidamente nos subimos al carro del triunfo, tratando de seducir a cuanto capital anduviera dando vueltas por el mundo con la incumplible promesa de gordas ganancias a bajo riesgo.

La deuda pública, que a fines de 1990 no superaba u$s 60.000 millones, en diciembre de 2001 llegaba a u$s 144.500 millones. Todavía está fresco en la memoria de muchos argentinos cuando nuestros ministros y secretarios de Estado menemistas (algunos de los cuales hoy son kirchneristas furiosos) viajaban por el mundo afirmando que nosotros «no éramos Brasil», país que colapsaba en enero de 1999 devaluando su moneda 40%.

El sueño convertibilista duraría hasta fines de 2001, cuando en circense acto, el ex presidente Adolfo Rodríguez Saá (hermano del candidato a presidente en las elecciones de octubre próximo por el resucitado Frejuli) y nuestro inestimable levantamanos del Congreso, declaraban la cesación de pagos. De la mano de Eduardo Duhalde vendría la pesificación de la deuda pública y su ahijado, sucesor y actual presidente, Néstor Kirchner, culminaría el proceso de reestructuración.

Durante los 18 meses (setiembre 2003-marzo 2005) que tardó en cerrarse un acuerdo de refinanciamiento de los u$s 102.500 millones en situación irregular, a los que nos prestaron les dijimos de todo menos «bonitos». Tanto fue el odio actuado por nuestro gobierno que colocó a la Argentina en la absurda situación de ser el país que no sólo había defaulteado la deuda más grande de la historia sino que también era el único en cometer la osadía, siendo el deudor, de dar de baja de sus estadísticas oficiales a los u$s 24.500 millones de acreencias (holdouts) que no aceptaron la «generosa» quita de 70% de valor presente que ofrecíamos (había comenzado siendo de 90% en setiembre de 2003 en las reuniones del FMI y el BIRF en Dubai).

O sea, en el mismo instante (jueves 3 de marzo de 2005) en el que el gobierno daba a conocer una aceptación a su propuesta de canje de 76%, también le decía al mundo que de los u$s 67.300 millones de quita nominal que había conseguido sobre los u$s 102.500 millones de deuda elegible, u$s 24.500 millones (36%), eran por desconocer totalmente los derechos de los que rechazaban la reestructuración (la quita nominal verdadera se reducía a u$s 42.800 millones). De esta manera, volvíamos a defaultear la deuda a una velocidad mayor que la de un rayo después de terminar de salir de un default. Nunca visto. Tan novedoso y extraordinario que no podía dejar de ser argentino.

  • Deuda en pesos

    Pero eso no es todo. Desde el mismísimo momento de la devaluación, el gobierno emitió mucha deuda en pesos ajustada por CER (inflación) para compensar a ahorristas, para nacionalizar la deuda de las provincias, el cuasi Par para las AFJP, el Par en pesos, el Discount en pesos, etc. Según los últimos datos oficiales del 2º trimestre de 2007, su stock es de u$s 56.500 millones (41,4% del total de la deuda pública) y por cada 1% de inflación crece u$s 480 millones por año. Entonces, si la inflación verdadera hoy está casi en 20% anual, la suba de la deuda pública por el CER sería de u$s 9.600 millones (3,6% del PBI) por año.

    Pero si el aumento oficial de precios en 2007 es de 8,6% (9,8% de 2006 menos 0,1% por mes en 2007 gracias a la «escalerita» Moreno), el aumento de la deuda por CER que el gobierno le reconocerá a sus tenedores sería de sólo u$s 4.120 millones, menos de la mitad (43% exactamente) del verdadero ajuste. Suponiendo que a lo largo de toda la vida de la deuda ajustada por CER la diferencia entre la inflación oficial y la verdadera es de alrededor de 10% por año como ocurrirá en 2007, el valor presente neto de la quita a 10% de tasa de descuento son u$s 43.000 millones (u$s 35.000 millones a 12% y u$s 27.500 millones a 15%).

    De esta manera, Néstor Kirchner, a la deuda en pesos que ajusta por CER emitida después de la devaluación de 2002 (hoy en u$s 56.500 millones), le estaría haciendo una quita similar (u$s 43.000 millones en valor presente) a la que sufrieron los tenedores de deuda externa que aceptaron el canje cerrado en marzo de 2005.

    Es más, en los u$s 56.500 millones, hay u$s 21.100 millones de bonos Par, Discount y cuasi Par en pesos que surgieron con el canje de marzo de 2005 en reemplazo de bonos originalmente en moneda dura emitidos bajo ley extranjera que ya habían sufrido la quita de ese canje. Los u$s 35.400 millones restantes, también ya habían tenido su pérdida en 2002 cuando los bonos originales en dólares (emitidos bajo ley argentina) fueron cambiados «de prepo» por papeles en pesos a $ 1,40 por dólar más CER. Extraña y dolorosa vejación para ser la «Argentina un país en serio».

  • Estreno

    Por eso Cristina Kirchner estrenó su traje de candidata a dedo en placentero viaje a España a fines de julio diciendo que «detrás de la inflación hay intereses cruzados» y recordó que «cada punto de inflación representa 420 millones de pesos más de deuda» por la actualización mediante el coeficiente de estabilización y referencia (CER). En realidad, la única mano negra en el INDEC es la que aplica el gobierno de Néstor Kirchner al dibujar casi todos los números, pero en particular el de la inflación, defaulteando la deuda pública 2 veces en 2 años luego de un megadefault como el de fines de 2001, que eleva a 3 la cuenta de defaults que hemos hecho en 6 años. Un promedio de una estafa cada dos en poco más que un lustro. Defaulteadores seriales ¿no?

    Y la circense película que nuestro país escribe en el tema de la deuda continúa hoy en nuestra primavera con el intento del gobierno de reestructurar sus pasivos por u$s 5.500 millones con el Club de París sin el FMI en el medio, cuando sus estatutos disponen que tiene que estar. Por eso, a principios de mes, en viaje proselitista, el candidato a director del FMI, el francés Dominique Strauss-Kahn, le dejó claro a Néstor Kirchner en Buenos Aires que si quería refinanciar la deuda con el Club de París necesitaría algún acuerdo con el FMI y, si no, que la pagara íntegramente con reservas del BCRA.

    No en vano Chávez y nuestros banqueros se han transformado en los únicos prestamistas a los cuales el gobierno puede acceder. El mercado internacional de capitales requiere de algo más que bravatas, apelaciones al pasado y una inadmisible destrucción de nuestro sistema estadístico para prestarnos dinero. Al menos, Kirchner debería empezar a reconstruir el desaparecido superávit fiscal a pesar de 5 años de vacas gordas y una presión impositiva sobre el sector blanco que ya llega al récord histórico de 45% del PBI ($ 256.000 millones), nivel similar al del G7.

    Sólo de capital vencen u$s 7.000 millones por año en el período 2008-2011 y eso que todavía gozamos de las mieles de recién haber reestructurado y aumentado la vida promedio de la deuda pública de 7 a 14 años, muy similar a lo que acontecía en 1993 cuando entrábamos al Plan Brady. Ya sabemos cómo terminó la convertibilidad por una política fiscal irresponsable.
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