12 de octubre 2025 - 00:00

La advertencia de Carlos Rodríguez sobre el auxilio de EEUU: "Si es para hacer carry trade, no me gusta"

Carlos Rodríguez aprueba la llegada de fondos estadounidenses, pero pide transparencia en su implementación. A su vez, considera que el mejor uso del dinero se dará en caso de aplicar un régimen de flotación y acumulación de divisas para el pago de deuda externa.

Carlos Rodríguez cuestionó el auxilio de EEUU al gobierno de Milei. 

Carlos Rodríguez cuestionó el auxilio de EEUU al gobierno de Milei. 

Mariano Fuchila

Carlos Rodríguez, exsecretario de Política Económica durante el gobierno de Carlos Menem, celebra que el apoyo financiero por parte de Estados Unidos. Sin embargo, se pregunta de qué forma se instrumentará: sorprendido, el economista busca entender cómo es que un profesional de la talla de Scott Bessent, secretario del Tesoro, haya comprado pesos -vendido dólares- sin previo aviso. “Esas operaciones deben anunciarse al mercado con antelación. El mercado no lo sabía, y eso no es normal”, advierte el profesional, que se describe como conservador pro mercado.

A su vez, Rodríguez mantiene dudas sobre el objetivo final de EEUU: “El mismo secretario del Tesoro dijo que lo hacía para ganar plata, que los estadounidenses no iban a perder. Que estaban comprando barato para vender caro. Eso es carry trade”, se atreve a decir, aunque prefiere la cautela a la espera de mayor información.

De todas formas, considera que el anuncio por parte del Tesoro norteamericano, sin ninguna especificación respecto del monto de intervención, buscó esencialmente que “no explotara todo”, debido a la situación de asfixia financiera en la que se encuentra el programa económico.

Para el economista, doctorado en Economía en la Universidad de Chicago, el buen uso del dinero acordado residirá en dejar flotar el tipo de cambio, mientras que el Tesoro nacional deposite esos dólares en el Banco Central (BCRA) “para garantizar el pago de la deuda externa”. A continuación, la entrevista con Rodríguez, en diálogo con Ámbito.

Periodista.: ¿Qué mirada tiene sobre cómo el Tesoro americano afecta nuestra política monetaria y cambiaria?

Carlos Rodríguez: El tema es complicado. Hace dos días que estoy mirando redes sociales, que hoy en día son básicamente una forma de información. Hay mucha controversia, incluso en Estados Unidos. Estuve viendo tuits de allá. Hay un hombre que trabaja en el Tesoro desde hace 40 años y se hace exactamente las mismas preguntas que yo.

Primero, me alegra mucho que Estados Unidos esté presente. Siempre confío en ellos. Es cierto que hay truquitos, como en toda política, pero la ayuda de Estados Unidos es bienvenida. Por ejemplo, el swap con China no sirve para nada. Lo usamos una vez por 5.000 millones y nunca más. Está ahí de adorno. Así que, en ese sentido, está muy bien que nos ayude Estados Unidos.

Ahora bien, el tema es la oportunidad de esa ayuda. Justo 10 días antes de las elecciones, aparece un tuit del Secretario del Tesoro anunciando cosas rarísimas. Por un lado, vuelve a anunciar el swap de u$s20.000 millones, que ya no es novedad. Ahora falta que Trump y Milei lo anuncien oficialmente.

P.: ¿No le pareció sorpresiva la intervención?

C.R.: Bueno, lo que realmente me preocupó a mí -y a muchísima gente, incluso norteamericanos- es que el Tesoro operó directamente en el mercado financiero argentino sin aviso previo. Eso no se hace. Es un operador muy grande y esas operaciones deben anunciarse al mercado con antelación. No sé si Caputo o Milei estaban al tanto, pero el mercado no lo sabía, y eso no es normal.

Por ejemplo, cada vez que escribo sobre el futuro sistema cambiario, insisto en que el Banco Central no debe intervenir. El tipo de cambio debe flotar, y el Tesoro nacional, si quiere intervenir, tiene que anunciarlo, especificar los montos y asegurarse de que lo haga de manera competitiva. Eso le exijo a mi país.

Entonces, si el Tesoro norteamericano intervino con toda su potencia sin informar, eso está mal. No sabemos cuánto dinero pusieron. Podrían haber puesto u$s100 o mucho más, pero el tuit no lo dice. Lo cierto es que el mercado reaccionó con una locura: volaron las acciones, volaron los bonos y la caución a cuatro días llegó al 89-90%. Una locura.

Eso pudo haber ocurrido porque el Tesoro absorbió todos los pesos, o porque el mercado recibió información incorrecta. En cualquier caso, fue una mala instrumentación. Apruebo la ayuda americana, pero esto no fue ayuda. El mismo secretario del Tesoro dijo que lo hacía para ganar plata, que los estadounidenses no iban a perder. Que estaban comprando barato para vender caro. Eso es carry trade.

P.: Entonces, ¿el Tesoro americano viene a hacer carry trade a la Argentina sin avisar?

C.R.: Eso no está bien. No me gusta. Tal vez es parte de algo más grande que desconozco. Pero con la información que tenemos -un simple tuit-, no veo otra cosa.

Después habló en televisión y dijo que no quieren que Argentina sea un estado fallido, como Venezuela, donde hunden botes que salen con droga. Bueno, no somos un estado fallido. Somos un Estado que no funciona, sí, pero no estamos al nivel de Venezuela. Si de verdad quieren ayudar, que lo hagan, pero no que vengan a hacer carry trade.

Segundo, el tema del swap. Está bien que nos lo den, genial. Pero, ¿cuáles son las condiciones? No solo la tasa de interés, sino también qué requisitos hay para usarlo. ¿Se va a usar para estabilizar el tipo de cambio dentro de una banda? Es decir, ¿van a usar esos dólares para vender en el mercado y evitar que suba el tipo de cambio?

En mi opinión, lo que habría que hacer es dejar flotar el tipo de cambio, y que el Tesoro deposite esos dólares en el Banco Central para garantizar el pago de deuda externa. Y listo. Que flote el dólar. Pero eso no lo dijo el secretario. Él dijo que le gusta la banda cambiaria. Entonces, ¿qué quiere decir? ¿Que van a dar plata al Tesoro para financiar más salida de capitales? Sería más de lo mismo.

P.: ¿Le parece, entonces, que se trata de un anuncio anclado en una operación concreta, o solo busca alinear expectativas?

C.R.: Esta intervención apresurada, en mi opinión, del Tesoro antes de las elecciones fue para que no explotara todo el viernes. Me parece que se metió por eso. Pero estamos hablando de un tipo que es un experto en monedas (Bessent). Operó con ese especulador famoso en la operación contra la libra esterlina. Es alguien con experiencia y con plata; ganó mucha plata.

Por eso, no puedo creer que haya hecho algo tan irregular e imprudente como meter al Tesoro norteamericano a comprar pesos a través de bancos. ¿Y qué va a hacer con esos pesos? Le están preguntando eso. Realmente creo que todo esto tiene una finalidad política.

P.: En ese mismo sentido le pregunto, ¿por qué cree que Estados Unidos decide intervenir geopolitícamente en una elección de medio término? No se trata de una elección presidencial.

C.R.: Bueno, acá vienen dos cosas, dos palabras: China, por un lado, y, por otro, esta jugada mundial de los anarco-libertarios, llamémoslo así. Y a Trump, parece, le gustan los libertarios. Si bien él, en Estados Unidos, es proteccionista y tiende a ser conservador, no hace las cosas que hace Milei, pero quiere a Milei y quiere a los libertarios, porque los libertarios dicen oponerse a los comunistas. Entonces, apoyaron a un gobierno libertario que está medio flojo de papeles. Eso se va a ver en la próxima elección.

En este momento, China tiene una base en el sur de Argentina, construyó un enorme puerto en Perú y proyecta una carretera que atraviese el Amazonas. Es un escenario complicado para Estados Unidos. Entonces, estratégicamente, puede convenirle que Milei esté en el poder, porque va a permitir -a través del RIGI- el ingreso de un montón de inversiones norteamericanas.

Eso del anuncio de inversiones no sé cuánto será verdad, pero se habla de miles de millones de pesos en inteligencia artificial y ese tipo de desarrollos, por ejemplo en la Patagonia. Y en la Patagonia están los chinos. Desde lo geopolítico —yo no soy experto en geopolítica, pero puedo entender— el peronismo ha sido un pain in the ass, básicamente, para todo el mundo. Yo los entiendo: a mí tampoco me gustan, pero tampoco quiero que lo domine otro totalmente. De todos modos, favorezco a Estados Unidos, si puedo elegir, prefiero Estados Unidos. En realidad, seamos francos: estoy casado con una norteamericana y tengo seis hijos norteamericanos. Así que mi corazón está allá, pero no está con Trump. No me gusta Trump.

Trump es un extremista. Tampoco me gustan los demócratas. Me gustaría un demócrata razonable o un republicano moderado. Lo aclaro, para que se sepa quién soy también. Por eso desconfío un poco cuando la gente de Trump te dice que te quiere ayudar. ¿Cuál es el objetivo? Son serios, sí, lo piensan bien, pero uno se pregunta qué hay detrás.

Trump es un tipo ineludible, se me escapa definirlo, porque de golpe hace cosas como el acuerdo de paz entre Israel y Hamas -que parece estar saliendo bien-, y entonces uno ve que no es tan loco como parece. Y Milei también: parece loco, pero de repente aparece con alguna iniciativa inesperada, como esa inversión que están mencionando en inteligencia artificial, a través de Demian Reidel, que es su físico, su experto en el tema. Pero después te sale con un concierto… entonces no. Son personajes difíciles de evaluar.

P.: Si es difícil de evaluar en Argentina, ¿cómo lo evalúan los inversores extranjeros, particularmente estadounidenses?

C.R.: La prima de riesgo bajó porque subieron los bonos. Es decir, alguien compró los bonos. De golpe, los compró Bessent. Los compró Bessent y eso hizo bajar la prima de riesgo, tal como se calcula. Esa prima de riesgo es como la medición de la pobreza: una medida totalmente monetaria. No toma en cuenta el verdadero riesgo, así como las mediciones de pobreza no reflejan la verdadera pobreza.

Yo creo que a los inversores extranjeros que podrían venir les interesa más la estabilidad política que la situación macro actual. Ya se sabe que la situación macro va a ser débil por un montón de razones: por el ajuste que hizo este hombre -mal implementado, pero hecho-, porque pasó el serrucho por todos lados. Y eso es recesivo. La inversión todavía no se recupera.

Pero lo que verdaderamente les importa a los inversores son las elecciones de octubre. En 15 días, el 26, vamos a tener ese test. Ese es el verdadero punto de interés para ellos, para nosotros, para todos, porque será el test de aprobación o no de Milei. Milei está flojo de papeles, y si no los refuerza ahora, va a tener un Congreso que no le va a permitir pasar nada.

Y eso se conecta con el tema de la oportunidad norteamericana. Si Milei no logra un número aceptable en el Congreso, que le asegure poder gobernar sin recurrir todo el tiempo a los decretos, e incluso si le prohíben los decretos, está complicado. Entonces, si está complicado, ¿para qué le vas a dar plata? ¿Para qué tomar deuda de Estados Unidos o aceptar su ayuda en una causa perdida, si al final esa plata se va a usar para financiar la salida de capitales?

Por eso, para mí, es fundamental que antes de que Estados Unidos brinde ayuda, Milei demuestre que puede generar un gobierno que funcione. Después, sí, se le puede dar financiamiento. Pero si no, sería tirar la plata al cohete. Y creo que eso mismo piensan todos los inversores.

La situación macroeconómica actual se puede cambiar, se puede arreglar. Además, es una situación de corto plazo. En cambio, las inversiones de las que se habla -las del RIGI, por ejemplo- son de largo plazo.

P.: En términos políticos, ¿el mercado exige cambios de Gabinete o son modificaciones de segundo orden?

No, no hay ningún Ministro en particular que yo vea como inapropiado. Veo a todo el gabinete al servicio de Milei: son como una corte de Milei. Y no lo digo por lo que hacen, sino por lo que escriben en las redes sociales. Es todo el tiempo “Milei, el mejor presidente de la historia”, “Gracias, presidente Milei, por permitirme proceder en este tema”. Lo alaban constantemente, y eso me resulta feo.

Es como el concierto, o como las malas palabras de Milei: el Gabinete tendría que ser más serio. El único que me parece más serio es Francos (Guillermo), el jefe de Gabinete. No le lame las botas, digamos. Pero todos los demás, que antes eran enemigos de Milei a muerte, ahora lo alaban y lo envidian.

Por ahora no veo errores concretos, aunque puede haber ministros más débiles que otros. No entiendo del todo al ministro de Justicia (Mario Cúneo Libarona), por ejemplo. El de Relaciones Exteriores (Gerardo Werthein) no me gusta, ni la cara ni la sonrisa, pero está con Estados Unidos, así que está en la alianza correcta. En definitiva, no tengo críticas específicas sobre el Gabinete.

Bueno, sí: Caputo. Caputo es otra cosa. Representa una lógica de consultora: es ANKER, digamos. Antes fue la Fundación Mediterránea, después el CEMA, y ahora es la consultora. Pero esto último es distinto: más pragmático, más de gestión, aunque también muy bicicletero. Se especializan en conseguir plata, y siguen consiguiendo plata.

P.: ¿Qué le critica al Ministro de Economía, específicamente?

C.R.: Lo veo flojo; yo no habría hecho la política económica que ellos aplicaron. Pero bueno, tienen derecho a hacer la política que hacen. Al fin y al cabo, al gobierno de Estados Unidos parece gustarle. A mí no. Yo prefiero la flotación, no habría hecho el serrucho como lo hizo él. Pero hay otros que sí están de acuerdo. No son delincuentes, quiero aclararlo.

Estamos en democracia, y para mí el que no funciona es Milei. ¿Qué querés que te diga? El que genera las dudas, en todos lados, es él. No se sabe si está centrado, si es loco, si es razonable, si tiene algo detrás, si es bipolar. No se sabe. No es el Gabinete en sí mismo el problema: es Milei.

Yo, sinceramente, no entiendo como profesionales serios, como los miembros del Gabinete, aceptan estar bajo el mando de un tipo que te sale con un show musical, con insultos o con esas caras que pone.

Y después está el “Gordo Dan”. No forma parte del Gabinete, pero importa. A mí, personalmente, me molesta mucho, porque escribo mucho en Twitter y tengo que soportar a todos esos trolls. No es el Gabinete: es Milei. Ese es el verdadero problema. Además, ha echado a mucha gente buena del Gabinete también.

P.: Ninguno de los que nombra son estrictos promotores de un modelo libertario. ¿Qué sucedió con las ideas de Milei desde la campaña hasta esta parte?

C.R.: La palabra liberalismo está muy abusada en la Argentina. Milei ahora se llena la boca hablando del anarcoliberalismo, pero después hace cosas que son bien peronistas. Controla el tipo de cambio y pone cepo cuando quiere. Se armó un plan platita distinto al de Massa. Massa gastó plata para regalar cosas antes de las elecciones; Milei, en cambio, gastó plata para comprar dólares y mantener el tipo de cambio bajo, evitando que suba la inflación.

Lo mismo pasó con las retenciones: trató de conseguir dólares regalando impuestos. Está bien, el impuesto no debería existir, pero tampoco deberías eliminarlo justo un mes antes de las elecciones, para que dure tres días. T

Así que no es liberal ni libertario. Yo tampoco me considero liberal. Yo soy un conservador pro mercado, y eso no es lo mismo. Un conservador pro mercado no es un liberal. No coincido con ellos en varias cosas. Por ejemplo, estoy de acuerdo con que la educación debe ser pública, pero el financiamiento también tiene que ser público. Incluso en Estados Unidos, universidades grandes como Harvard o el MIT reciben dinero del Estado.

En Argentina ya tenés la Universidad de Buenos Aires: existe, tiene cientos de miles de estudiantes. No podés, de un día para el otro, anunciar que no le vas a dar más plata. Eso es una broma.

Lo mismo con los jubilados. Hoy hay millones de personas que dependen de la ANSES. Casi todo el gasto público pasa por ahí. Claro que hubo exageraciones -por ejemplo, los discapacitados pasaron de 70.000 a más de un millón-, pero ya están, existen, son una realidad. No podés serruchar eso de un día para el otro.

En eso no estoy de acuerdo con Milei ni con su plan. Produjo una ruptura social y no generó nada productivo. Tendría que haber eliminado los impuestos al empleo en lugar de recortar jubilaciones. Si esos impuestos se usan para financiar jubilaciones, lo lógico sería permitir que más gente trabaje en blanco y aporte más. Pero él hizo al revés: recortó jubilaciones y dejó los impuestos. Eso está mal.

Entonces te dicen: “Nosotros bajamos impuestos”. Pero, ¿qué bajaron? Las retenciones, un poco. El impuesto a los Bienes Personales, sí, pero solo la alícuota máxima, que pagaban los que ya se fueron a vivir al Uruguay. Los que pagamos el 0,75 o el 1,5 seguimos igual. Y después dicen que bajaron el impuesto PAÍS. Mentira: ese impuesto ya tenía fecha de caducidad.

P.: Al principio, el esfuerzo fiscal y monetario parecían justificarse en el máximo deseo del Presidente: la dolarización. ¿Qué pasó con el cambio de régimen monetario?

C.R.: Siempre me pareció impracticable. Se lo decía a Javier y él me decía: “Tomo nota”. Nada más.

P.: Recientemente Milei descartó la búsqueda de la dolarización, frente a los rumores por las demoras del equipo económico en anunciar un acuerdo de financiamiento con Estados Unidos. ¿Será que alguien le hizo entender lo impracticable de la cuestión, como usted define?

C.R.: Probablemente el propio Caputo. Si no tenés plata, no podés. Nunca le llegó la plata. En campaña estaba desesperado por conseguir un Ministro que le trajera fondos y no apareció nadie. Dos años después, Caputo sigue viajando a Estados Unidos para pedir plata.

Nadie le trajo plata para el proyecto del loco ni lo van a hacer hasta que no te consolides en el Congreso y dejes de hacer cosas raras. Milei está generando una división en la sociedad argentina. Eso es verdad. Hay gente que le tiene miedo. Yo le tengo miedo a que simplemente haga tantas pavadas que vuelvan los kirchneristas: populismo sin ideología, planes platita que fracasan y nos llevan mal.

P.: En un artículo del New York Times se advierte que “los amigos de Bessent” (Pimco, Black Rock, Fidelity, Templeton) no tienen garantizado el éxito tras volver a involucrarse financieramente con Argentina. ¿Qué podría asegurarles que les puede salir bien habiendo tenido una mala experiencia con Caputo durante la gestión macrista?

C.R.: Mirá, cuando empezás a hacer algo mal comunicacionalmente, pasan estas cosas. Esa indefinición de Bessent respecto de qué quiere hacer con el préstamo a la Argentina y su intervención en los mercados financieros -haciendo bajar el dólar, el riesgo país y subir los bonos- da lugar a todo tipo de suspicacias.

Y lo más peligroso dentro de la Argentina es que eso despierta, otra vez, a los enanos nacionalistas que todos llevamos adentro. Porque este es un país nacionalista y, muchas veces, fachista. Entonces, el nacionalismo anti Estados Unidos aparece enseguida. Justo lo que menos necesitábamos era que alguien desde afuera viniera a decirnos que el dólar está “adelantado”, o sea, caro.

Supuestamente, por eso compraron los dólares: porque el dólar estaba caro y el peso, barato. Entonces, se quedaron con pesos baratos, esperando ganar plata después. Pero claro, de ahí surgieron todas las teorías conspirativas: que en realidad lo hacen para ayudar a sus amigos a salir de las inversiones argentinas, financiados con la plata del Tesoro norteamericano. Es decir, que estarían usando los fondos del Tesoro de Estados Unidos para que sus amigos ganen plata.

Yo no lo creo. Son teorías conspirativas, producto de un anuncio mal hecho. No tendrían que haber dicho eso de que el peso es “la moneda más sobrevaluada del mundo” -no sé si dijo literalmente del mundo, pero algo así-. Es una pavada decir eso. No podés meterte a declarar eso y además usar fondos públicos. Eso, si se hace, se hace en secreto.

Todo esto genera temores. También hay otra teoría: que el interés de Bessent es mantener bajo el tipo de cambio real argentino, es decir, que Argentina sea un país caro para que nuestros exportadores de soja no compitan con los exportadores de soja estadounidenses. En otras palabras, que nos quiere fundir.

Nos estaría prestando plata -de palabra, porque nadie sabe cuánto realmente-, pero en los hechos estaría provocando que el peso se aprecie y el dólar se atrase. O sea, que haya atraso cambiario. Y eso, en la Argentina, ya sabemos cómo termina.

P.: Independientemente de las teorías sobre el uso del dinero, ¿no le resulta paradójico que sea un Estado (el norteramericano) el que termine salvando de una situación asfixiante a un gobierno que se define libertario?

C.R.: Hay muchísimos en las redes que creen que Milei falla porque “no es libertario”. Pero en realidad Milei ganó los votos de La Matanza. Por eso ganó. Ganó haciendo conciertos de rock, con un estilo desestructurado, descontrolado.

Los liberales no lo votaron. Los votos que lo llevaron al poder vinieron, en gran parte, de los jóvenes pobres del conurbano bonaerense. Eso fue lo que realmente pasó. El fenómeno no fue liberal: fue un espectáculo que le quitó base popular al peronismo.

No creo que quienes lo votaron sean verdaderos liberales. Algunos pocos cayeron ahí, sí, pero no muchos. Sturzenegger, por ejemplo -que yo considero conservador pro mercado, como yo- estaba con el PRO. No entiendo qué hace ahora alabando a Milei.

Me parece muy bien que aplique lo que había diseñado para Patricia Bullrich, que era un gobierno más centrado, más racional. Pero no hace falta que estén todo el tiempo tuiteando que Milei es “el mejor presidente de la historia”. Eso es ridículo. Realmente ridículo. Y no lo entiendo.

La cuestión es que Milei cambió mucho. Cuando yo lo conocí, era un hombre serio, más sobrio conmigo. Después haría su circo, y yo no lo veía. Pero cuando finalmente lo vi, me di cuenta: “¿Qué estoy haciendo acá?” Esto es una locura. Mis amigos me pedían que me quedara para ayudarlo, porque pensaban que estaba desorientado, que no era muy capaz y que precisaba gente que lo asesorara.

P.: Pero no se dejaba ayudar.

C.R.: No se dejó ayudar jamás. El tipo sabía lo que quería: solo un ministro con plata. Yo no quería ser ministro, además.

P.: Como parte del Consejo de Asesores, ¿alguna vez sintió que Milei escuchó algún consejo que le dio?

El Consejo de Asesores, en realidad, ya no existe. En su momento, Demian Reidel era el presidente de ese Consejo, pero ahora se fue a manejar la política nuclear de la Argentina. Lo que hay ahora es otra cosa: un consejo distinto. No son asesores, son aplaudidores.

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