Las aguas siguen divididas. Por un lado están los que esperan que las proyecciones que se conocieron la semana pasada para los dos datos macroeconómicos de relevancia que se difunden hoy, el índice de la NAPM, el informe del gasto en la construcción y el de venta de automotores, se cumplan o, incluso, sean superadas, y que esto sirva para disparar una ola de optimismo entre los inversores. En números esto significaría que el informe de los gerentes de compra reporte un valor muy similar o superior a los 44 puntos que predecían los especialistas (este valor habla de una leve recuperación de la economía frente al valor de julio), y que al menos se gaste un monto idéntico en la construcción que lo gastado durante julio (en aquel mes el indicador había retrocedido 0,7%). Esto sumado al arribo en pleno de quienes aún permanecían de vacaciones podría dar como resultado una semana positiva que alejara las acciones de los mínimos que marcaron el jueves, cuando orillaron el valor más bajo en los últimos cinco meses. La idea es que estando fuera del mercado durante la mayor parte del mes, quien hoy arriba a Wall Street enfrenta precios que puede considerar "baratos" en función de los que se negociaban 30 días atrás. En la vereda de enfrente están los que señalan no sólo la ristra de malas nuevas que se vienen conociendo últimamente, sino el inicio de la temporada de IPO (Ofertas Públicas Iniciales de acciones), y el arribo en pocos días de la nueva temporada de adelanto de los números de balance por las empresas. Una pieza fundamental en este juego entre alcistas y bajistas es qué pasará con el volumen negociado. Es claro que según la tradición deberíamos ver un incremento de lo operado, pero hay que ver a cuál de las dos posiciones esto ayuda más, después de todo, la idea de precios "tan baratos" también puede "asustar" a quien recién vuelve a su puesto de trabajo, especialmente cuando da la sensación de que los que estuvieron operando estos días siguiendo la frase del Dante "abandonaron toda esperanza", en el temor de tener que entrar al infierno. Si bien apenas algunas voces comenzaron a escucharse, no debiera de sorprender demasiado si en las próximas jornadas comienza a incrementarse el número de quienes ven a Alan Greenspan anunciando un recorte de tasas antes de la próxima reunión del FOMC. Por lo pronto, ayer las señales que dio el mundo ex EE.UU., no fueron nada auspiciosas, no sólo por la merma de las acciones norteamericanas en Europa, sino especialmente por el derrumbe del Nikkei al mínimo de los últimos 17 años. Algo para seguir de cerca: el informe de desempleo que se difunde el viernes.
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