Con reuniones informales -por ahora, con posiciones algo lejanas-, comenzaron ayer las negociaciones entre el gobierno y las empresas petroleras para intentar resolver antes del viernes un posible aumento de las naftas, al vencer el acuerdo vigente desde enero de 2003 que mantiene congelados los precios de las naftas y del gasoil.
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Desde el Ministerio de Planificación de Julio De Vido se impulsaron ayer los primeros contactos, con el objetivo de conocer más de cerca las posiciones del sector privado. Esa cartera prepara para esta semana ( probablemente, mañana) una reunión más formal, donde las partes pongan sobre la mesa sus posiciones y desde allí empezar a sondear la posibilidad de llegar a un acuerdo.
Por ahora, y con las respuestas que obtuvieron los técnicos que trabajan con De Vido, las posiciones están distantes. Desde el gobierno, se pide que no haya aumentos en las naftas y que continúen los precios actuales. La posición oficial es que, en medio de la discusión sobre las posibles salidas de la crisis del gas, no es el momento de lanzar al público subas en los combustibles. Se menciona, además, que, según datos que maneja Roberto Lavagna, un incremento en las naftas podría provocar más presión inflacionaria. Por su parte, las empresas privadas presentan la otra cara de la realidad, recordando el marcado retraso en los precios de las naftas y del gasoil, congelados desde el 2 de enero de 2003 por el acuerdo por el cual las petroleras les venden a las refinerías crudo a 28,5 dólares por barril, sea cual fuere la cotización internacional. Por la diferencia entre ese precio y el del mercado internacional, se constituye un crédito a favor de las petroleras que se pagaría cuando el petróleo baje de 28,5 dólares. Sin embargo, luego de la firma de ese acuerdo y por la tensión política en los países árabes -donde está la mayor producción-, los valores se mantienen por encima de los 35 dólares, y los analistas aseguran que están lejos de volver al precio pactado en el acuerdo de enero de 2003.
Por eso, desde el sector privado se pide «un gesto desde el gobierno» que demuestre que la idea es salir de ese tratado y llegar a un « sinceramiento» en las tarifas de las naftas y del gasoil. Las petroleras miden el «gesto» en un incremento de 5%, mientras que las refinadoras, que tienen acumulada una deuda de más de 120 millones de dólares con las petroleras, hablan de un incremento de no menos de 10%. Otra posición que aceptarían las petroleras es un incremento gradual partiendo de un valor de 30 dólares, para llegar en no más de seis meses al precio internacional y a la desregulación total del mercado, tal como regía hasta enero de 2003.
También las provincias petroleras critican el acuerdo, ya que reciben regalías por un precio pactado en 28,5 dólares y no según la cotización internacional.
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