13 de septiembre 2001 - 00:00

Agrada un film pequeño pero rico en contenidos

Taxi, un encuentro.
"Taxi, un encuentro".
Vale la pena atender esta película voluntariamente pequeña, pero muy rica en contenidos, y bien lograda. En ella, Gabriela David ha sabido mostrarnos un relato creíble, lleno de sensible humanismo, sobre el fugaz contacto entre un taxista nocturno y una adolescente que aparece en una esquina, herida de bala, un relato donde pocas cosas son como parecen a primera vista.

De eso trata, justamente, la historia. De las cosas que podemos suponer, y de las que podemos confirmar. Sacrificio cotidiano y delito, en la misma persona. Madurez para cuidar al padre, inmadurez para tomarse algún respiro. Piedad o abuso, según la cara del cliente. Seguridad personal (e indiferencia ante el dolor ajeno) o solidaridad ejercida en forma anónima, que es la mejor manera de ejercerla (o la única posible, cuando se está al borde de la ley). Y también un momento de ensueño y un lugar registrado entre sueños. Familias destruidas, familias sustitutas, aunque incompletas. Memoria. Agradecimiento. Comunicación. Reservas. Dramas evidentes, dramas ocultos. Cada uno de nosotros tiene su calvario y su ángel protector.

Con inteligencia, acicateando nuestra curiosidad, administrando hábilmente sus datos, David nos muestra la historia desde un ángulo, repasa algunos momentos, entrega una confesión, nos hace entender una parte, y de pronto, en un cambio de ángulo tan emotivo como el inesperado (pero necesario) resplandor de una luz en la ventana, nos regala otra historia, que ilumina a la anterior, aunque en el fondo ambas estén llenas de sombras. Pero así es la vida también: una combinación de luces y de sombras que, a veces, cuando nos sentamos a escucharla, podemos entender.

El relato es llevado al cine con pareja habilidad. Un actor de intenso registro, Diego Peretti, da pie a una jovencita debutante, Josefina Viton, que transmite debilidad o fortaleza, según como corresponda a cada momento. Un equipo de ésos que hacen arte con pocos medios, encabezado por el director de fotografía Miguel Abal, hace presentes las calladas y humildes bellezas de la ciudad.

Puede objetarse algún tono, alguna que otra escena, pero el conjunto es realmente bueno. Y la directora es para tener en cuenta. Tardó varios años en concretar su película, pero le salió buena (recuerdo agridulce: pese a tantas demoras, su padre, el director de «El ayudante», Mario David, alcanzó a verla antes de su muerte en enero pasado).

Dejá tu comentario

Te puede interesar