27 de enero 2023 - 00:00

Un film ilumina la vida de un egiptólogo argentino, amigo de Borges y Sabato

Diálogo con el documentalista Ricardo Preve sobre las hazañas de Abraham Rossenvaser, que rescató tesoros que hoy conserva el Museo de La Plata.

Ricardo Preve. Ingeniero forestal devenido cineasta, reside en los Estados Unidos y ya realizó dos películas sobre la enfermedad de Chagas.

Ricardo Preve. Ingeniero forestal devenido cineasta, reside en los Estados Unidos y ya realizó dos películas sobre la enfermedad de Chagas.

En su nuevo film, “De la Nubia a La Plata”, Ricardo Preve cuenta cómo algunos tesoros del antiguo imperio egipcio estuvieron a punto de quedar 30 metros bajo las aguas de la represa de Assuan, pero fueron oportunamente salvados por Abraham Rosenvasser y llevados, más de 11.000 km hasta el Museo de Ciencias Naturales de La Plata. Y también cuenta quién fue Rosenwasser, una figura ejemplar que vale la pena conocer. Dialogamos con Preve.

Periodista: Usted era ingeniero forestal. ¿Cómo terminó haciendo películas por el mundo? ¿Abandonó por completo su anterior profesión?

Ricardo Preve: Soy ingeniero agrónomo y tengo un master como ingeniero forestal, profesión que no he abandonado por completo. Ocurre que en 2001 la compañía forestal estadounidense para la cual trabajaba decidió irse del país. Justo entonces, una charla casual con mi amigo Fernando Spiner, que estaba haciendo su comedia de ciencia-ficción “Adiós, querida Luna”, me permitió ingresar al mundo del cine. Fui productor de esa obra, “Mondovino”, que llegó a Cannes, y “Tango, un giro extraño”, de Mercedes García Guevara. En 2005 pasé a dirigir “Chagas, un mal escondido”. Esa enfermedad ya estaba llegando a EE.UU., y yo esperaba que, si allá tomaban conciencia, tal vez podría acelerarse la búsqueda de un remedio definitivo.

P.: ¿Qué repercusión tuvo ese trabajo?

R.P.: Hoy en EE.UU. se testean la sangre y los órganos en donación, y en diversos países se crearon asociaciones de pacientes chagásicos. Quiero suponer que un pequeño aporte hicimos con nuestro trabajo, y con “Chagas, un asesino silencioso”, que dirigí en 2013 a pedido de Al Jazeera English.

P.: Además hizo “Volviendo a casa”, sobre el cuerpo de un soldado italiano que durante la Guerra quedó en una isla del Mar Rojo, y 78 años después lo repatriaron.

R. P: Filmando esa película los arqueólogos sudaneses me hablaban de “una misión franco-argentina” que de 1961 a 1963 rescató tesoros y piezas arqueológicas a punto de quedar sepultadas bajo las aguas de la represa de Assuan. Pensé que estaban errados, que sería una misión franco-argelina, y después me sentí avergonzado, al comprender que ellos tenían razón, y que valoraban muy bien a un argentino desconocido para nosotros.

P.: Hábleme de ese hombre.

R.P.: Abraham Rosenvasser fue un grande de la cultura y la ciencia argentinas. Nacido en extrema pobreza en las afueras de Carlos Casares, en un hogar de gauchos judíos, iba a la escuela a caballo con sus hermanos, siguió estudiando, se recibió simultáneamente de abogado y de profesor de historia en la UBA, fue íntimo amigo de Sabato, de Borges, que lo visitaba seguido para hablar de poesía, y de Mujica Láinez, que lo propuso como miembro de la Academia Argentina de Letras (y fue aceptado), llegó a ser decano de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de La Plata, y eminencia mundial en cuanto a egiptología.

P.: ¿Cómo es esa historia del papiro que él descifró sin estudios previos?

R.P.: Ezequiel Martínez Estrada le contó de su existencia. El, que tenía gran capacidad para los idiomas, se dedicó a estudiarlo hasta que lo descifró. Era un fragmento de la historia de Sinuhé. El resultado se publicó en revistas de arqueología del mundo entero. Luego llegó la propuesta de la Unesco para investigar en el norte de Sudán, la famosa región de Nubia, y así se armó la expedición franco-argentina de 1961, que en los años siguientes fue solo argentina, recuperando parte del templo de Aksha y otros tesoros arqueológicos. Su esposa y su hija lo acompañaron en esa aventura.

P.: La hija cuenta anécdotas singulares en la película, porque además tenían que cocinar para todo el equipo.

R.P.: Ella, Elsa Rosenwasser de Feher, doctora en física, vivía en California cuando la contacté para esta película. Participó con mucho entusiasmo, me permitió el acceso a cartas, fotos, filmaciones, documentos, contactos. Además apoyaba muy fuertemente las operaciones del Museo de La Plata con fondos para su mantenimiento, y tenía en marcha otros proyectos culturales en la Argentina. Lamentablemente, murió
el año pasado, en setiembre.

P.: Mencionó al Museo de la Plata. ¿Qué cree que diría Rosenwasser, si hoy pudiera verlo?

R.P.: Estaría orgulloso. Ese Museo es un tesoro cultural, artístico y arquitectónico de nuestro país, que muchas veces no recibe el apoyo económico que se merece, pero aún así logra llevar adelante sus objetivos científicos y educacionales, gracias a las personas que allí trabajan.

P.: ¿Y el Museo de Jartum (o Khartoum, como decíamos antes), donde quedaron, lógicamente, los hallazgos más valiosos de la expedición?

R.P.: Tiene una colección muy impresionante de piezas, y en mi película vemos el amor que le tienen, ahí está el doctor Hatim Elnour, gerente general de Museos y Antigüedades de Sudán, que lo visitaba desde niño. Pero la inestabilidad política y la difícil situación económica del país atentan contra un mantenimiento suficiente, y una actividad cultural adecuada. Allá viven unos 500 grupos étnicos, muchas veces en conflicto, pero yo diría que, por suerte, los fanáticos son pocos. Por razones de trabajo conozco bien casi todos los países de África del Norte y África Oriental, y es una zona en la que me siento a gusto.

P.: ¿Qué apoyo le ha dado el INCAA a su película?

R.P.: Mis contactos con el INCAA han sido siempre muy cordiales pero no tengo mucha relación, principalmente porque consigo financiación en el exterior. Ahora estoy haciendo un documental sobre los inmigrantes latinoamericanos que están llegando a Charlottesville, Virginia, donde resido. Se llamará “Senderos”, y espero terminarlo a mediados de año.

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