25 de octubre 2001 - 00:00

Como Gran Hermano, pero con inteligencia

Fiesta de aniversario
"Fiesta de aniversario"
«Fiesta de aniversario» («The Anniversary Party», EE.UU., 2001; habl. en inglés). Dir.: J. Jason Leigh, A. Cumming. Int.: J. J. Leigh, A. Cumming, K. Kline, G. Paltrow y elenco.

"Fiesta de aniversario" es un «Gran Hermano» inteligente. Fue escrita, protagonizada y dirigida por dos actores, Jennifer Jason Leigh y Alan Cumming, que coincidieron en una reciente puesta de «Cabaret» en Broadway, y que aquí continúan una atractiva sociedad.

El resto de los intérpretes también son amigos, conocidos o semiparientes, complotados en un proyecto que seguramente nació de la intención de este puñado de actores que deseaba divertirse con una historia sobre sus propias luces y miserias, sin la participación de ningún extra-ño al métier.

La película resultante es como «La fiesta inolvidable» revisada por Ingmar Bergman. La referencia no es gratuita: uno de los invitados es un actor llamado Banes, de cultivado parecido con Peter Sellers, aunque las bromas que hace y padece son un tanto más sofisticadas: cuando en un «dígalo con mímica» elige, como enigma a descubrir por el grupo rival, una oscura composición de Dmitri Shostakovich, la única que lo adivina es la actriz presuntamente tonta del grupo ( Gwyneth Paltrow), lo que da lugar a un imprevisible vínculo entre ambos.

Pero los protagonistas son otros: el sexualmente ambiguo escritor Joe (Cumming) y la actriz Sally, a punto de llegar a los 40 años ( Leigh). La fiesta que dan en su casa tiene como motivo celebrar su reconciliación, aunque a su fin, ya a la madrugada del día siguiente, se hayan esfumado casi todos los fundamentos de tal unión.

Subgénero

Si bien poco tiene de novedoso el subgénero de la reunión de amigos que, en una larga noche donde no faltan el alcohol y las drogas, terminan diciendo y haciendo cosas de las que fatal-mente se arrepentirán (cónclaves irresistibles para tantos guionistas de televisión «adulta»), el libro de «Fiesta de aniversario» es lo suficientemente agudo como para trascenderlo. Cumming y Leigh son privilegiados testigos de ese medio lleno de vanidades, resentimientos y egos tan avasalladores como vulnerables, y con esta película también se demuestran ingeniosos cronistas. La galería de personajes es rica, y muy creíbles las situaciones que se plantean.

El actor veterano que no se resigna a dejar atrás sus papeles de galán (
Kevin Kline), el director independiente inseguro ( John B. Hickey), la refinada fotógrafa que odia veladamente a la dueña de casa ( Jennifer Beals), la anoréxica sincera ( Jane Adams) y la nueva diva joven ( Paltrow), que cubre de elogios a la anfitriona de la peor manera («Siempre te admiré. De chica veía todas tus películas»), son, apenas, una parte de la salvaje fauna de este party poco envidiable que también in-corpora dos convidados de piedra, el matrimonio vecino que en algún momento los amenazó con hacer una denuncia por los ladridos del perro.

Si bien la película se rodó en 19 días y con cámara de video digital, por fortuna no hay que sufrir los molestos barquinazos y sacudidas del imbécil «Dogma», empleando este calificativo en su más pleno sentido etimológico.
Imbecilis era la persona que carecía de «baculo» (bastón), es decir, que no tenía apoyo, y caminaba a los tumbos, como ocurre con las imágenes de los cineastas del «Dogma». La cámara de esta película está clásicamente apoyada en su so-porte, lo que ahorra mareos y arcadas a los espectadores aunque defraude a unos pocos comentaristas iluminados.

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