16 de mayo 2005 - 00:00

Con aceptable Quijote se salió del paso

Kate Aldrich(Dulcinea),DavidPittsinger yEduardoChama en«DonQuijote»,puesta a losapurones.La ópera, delas menosinteresantesdeMassenet,es unestreno enel Colón.
Kate Aldrich (Dulcinea), David Pittsinger y Eduardo Chama en «Don Quijote», puesta a los apurones. La ópera, de las menos interesantes de Massenet, es un estreno en el Colón.
«Don Quichotte». Comedia heroica en 5 actos. Mus.: J. Massenet. Lib.: H. Cain. Dir. Mus. : A. Altinoglu. Régie : A. F. Alberto. Dir. Coro : S. Caputo. Esc.: M. Salvioli. Vest.: C. Sassoon. Luces: R. Conde. Coreog. O. Araiz. Int.: D. Pittsinger, E. Chama, K. Aldrich y elenco. Orq. y Coro Estables. (TeatroColón). Funciones hasta el 24/5.

El Teatro Colón presentó por primera vez en su sala, como segundo título de la actual temporada lírica, «Don Quichotte», comedia heroica de Jules Massenet inspirada en el Quijote de Cervantes, con libreto de Henri Cain a partir de una pieza de Jacques Le Lorrain.

Estrenada en Montecarlo en 1910, el lenguaje de la obra ya no causa ningún sobresalto. Su tratamiento diatónico remite a un romanticismo trasnochado, inclusive para la época, en la que se estaban gestando las profundas modificaciones que revolucionarían la música en el siglo XX, y que Massenet parece obviar.

El libreto comprende algunos episodios de la vida del Quijote, en especial su pasión por Dulcinea. Ella le pide que recupere un collar que le robó un grupo de bandidos y, una vez recobrada la joya, Don Quijote le propone casamiento pero es rechazado. Angustiado, abandona las armas y se deja morir en la amplitud de un paisaje montañoso. Tan breve secuencia argumental da lugar a una ópera también breve, de apenas dos horas de música, estructurada en cinco actos.

Sin arias espectaculares para los personajes centrales, la obra se desarrolla fluidamente, con un tratamiento camarístico. Las escenas de conjunto tienen cierto aire épico. La seducción de las melodías y el tratamiento armónico académico de la partitura tuvo, en la primera representación, a un joven director francés, Alain Altinoglu, quien condujo la Orquesta Estable con energía y musicalidad. El Coro, dirigido por Salvatore Caputo, también sonó preciso y musical.

Reemplazando de apuro el equipo de producción escénica alemán anunciado para la puesta en escena, un grupo de argentinos se ocupó de ella. Se extrañaron las habituales transgresiones de Alberto Félix Alberto en sus espectáculos teatrales y aún operísticos, ya que aquí se atuvo a lo tradicional. Hubo cuidado en el trabajo actoral individual y colectivo y algunas secuencias de buena resolución.

David Pittsinger
, bajo norteamericano, hizo un Quijote actoral y musicalmente intachable, aunque le faltó algo de carisma. El argentino Eduardo Chama construyó un Sancho muy bien cantado y actuado, y Kate Aldrich fue una bella y eficaz Dulcinea. A pesar de todos los «entuertos» (ensayos insuficientes, medidas de fuerza, cancelaciones, etc.), el Colón salió del paso.

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