27 de septiembre 2007 - 00:00

Demasiados temas para un solo film

Adam Brody y Meg Ryan en una escena de «Entre mujeres», indeciso debutdel hijo menor de Lawrence Kasdan, el talentoso director de «Un tropiezollamado amor» entre otros films.
Adam Brody y Meg Ryan en una escena de «Entre mujeres», indeciso debut del hijo menor de Lawrence Kasdan, el talentoso director de «Un tropiezo llamado amor» entre otros films.
«Entre mujeres» (In the Land of Women, EE.UU., 2006, habl. en inglés). Dir. y Guión: J. Kasdan. Int.: A. Brody, O. Dukakis, M. Ryan, K. Stewart, M. Vega, E. Anaya, R. Reinis.

Como muchos otros debutantes, el hijo menor del talentoso Lawrence Kasdan («Silverado», «Cuerpos ardientes», «Un tropiezo llamado amor») quiso abarcar demasiado. Coherentemente, salvo chispazos de los actores, cuando no acumula clichés, su ópera prima sobrevuela con superficial grandilocuencia conceptos como amor, enfermedad, muerte, soledad, desdicha, incomunicación, crisis de pasaje, etcétera.

Tras ser despachado por su novia en un café, el deprimido aspirante a escritor Carter (Adam Brody) decide mudarse de Los Angeles a un suburbio de Michigan para cuidar a su abuela senil (la notable Olympia Dukakis, tan convincente que parece estar en otra película) y de paso ver si es capaz de escribir algo más profundo que los guiones porno softs con los que por el momento se gana la vida.

Ya el primer día, cuando sale a sacar la basura, empieza a toparse con las vecinas de enfrente: Sarah (una evidentemente esforzada Meg Ryan) y sus hijas:la adolescente Lucy (Kristen Stewart, buena actriz cuya belleza recuerdaa la Ryan anterior a esas cirugías que, dependiendo de la toma, en el mejor de los casos la hacen parecerse más a Melanie Griffith que a ella misma) y la infaltable niña precoz Paige ( Makenzie Vega).

A los desvaríos de la abuela -quien curiosamente pronuncia las líneas más sensatas-, se le agregan las intempestivas confidencias de Sarah, que padece cáncer y soporta en silencio un marido adúltero, y de Lucy, cuyos ingenuos traumas son vividos por ella (y el director y guionista) como tragedias. Paige le pide matrimonio, pero eso es un chiste.

Hablando de chistes, en su indecisión en cuanto a género, a Jon Kasdan se le ocurren liviandades fuera de tono, se mete en berenjenales como la inclasificable fiesta juvenil a la que Lucy lleva a Carter, o cambia de climas con tan poca maña que quedan como errores de montaje.

Por lo demás, «Entre mujeres» es una película bien intencionada. Lástima que Kasdan padre, por lo visto respetuoso de la obra de sus hijos (tiene otro que también dirige), se limitara a su tarea de productor ejecutivo y no interviniera en el aspecto creativo.

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