El género del cine dentro del cine siempre puede aportar un ángulo adicional a cualquier película, ya sea en un drama como «Dioses y monstruos», una comedia como «Cuéntame tu historia» o incluso un film de arte como «El estado de las cosas». Y para la comedia romántica viene especialmente bien: nadie mejor que un productor inescrupuloso o un publicista desalmado para matizar el tono light y la música melosa que suelen plagar estos productos.
El contenido al que quiere acceder es exclusivo para suscriptores.
Pero el equilibrio no es la mejor cualidad de Joe Roth, legendario productor que cuando dirigió «Coup de Ville» hizo que todos sus personajes se la pasen formulando largas exégesis de la canción pop «Louie Louie» para rematar con un tono sensiblero que ayudaba a potenciar aquella extraña comedia nostálgica.
«La pareja del año» tiene el mismo problema, sólo que justamente los conflictos de los entretelones de un estreno -en este caso específicamente el lanzamiento de un film-son un tema mucho más próximo para quien fue, hasta 1998, presidente de los estudios Disney.
El planteo daba para una película mucho más rápida, en la tradición de las comedias de enredos de Howard Hawks: ante la demora de un director genial por entregar la copia definitiva de una película, un agente de publicidad ( Billy Crystal, también coguionista) debe inventar un inexistente reencuentro amoroso entre la pareja estelar, escadandalosamente separada durante el rodaje. Catherine-Zeta Jones sobreactúa un poco como la malvada diva que abandonó a su galán (John Cusack, mucho más medido) y Julia Roberts hace un buen trabajo como la hermana y humillada agente de prensa de la estrella.
Los pequeños personajes de Alan Arkin (gurú chanta con bocadillos sin desperdicio) y Christopher Walken (director genio-chanta cuyos desvaríos ayudan a identificar a Tom Cruise y Nicole Kidman entre los personajes satirizados) son un punto a favor de una película con muchos momentos de buena diversión, pero con notables desequilibrios de clima y ritmo entre sus lugares comunes y sus detalles más originales.
Los chistes de Crystal unen con ingenio todas las partes melosas, y en verdad hay que darle el crédito que merece todo actor-escritor, que en una comedia romántica se reserva para sí mismo un personaje que no logra más que una relación sadomasoquista-zoofílica con una perra doberman.
Dejá tu comentario