3 de mayo 2024 - 13:35

Documental imperdible para los fans del género de terror

"Otra película maldita", de Alberto Fasce y Mario Varela, es una sólida investigación en la que participan especialistas como el recordado crítico y cineasta Diego Curubeto, que estuvo ligado íntimamente a este diario

Diego Curubeto en una escena de Otra película maldita

Diego Curubeto en una escena de "Otra película maldita"

“Hay entre los humanos cierta clase de anormales que liberan su angustia cuando ven sangre. Lo único que necesitan es sangre”. Resuena la grave voz de Roberto Escalada cuando dice esta frase en una escena de “El vampiro negro”. Y resuena ahora, al comienzo de “Otra película maldita”, destacable documental sobre la historia del cine argentino de terror, solo que en este caso parece que la frase va dirigida al público adicto a dicho género, y a quienes hacen ese tipo de películas.

Alberto Fasce, coguionista de “Los inquilinos del infierno” y otros títulos, y Mario Varela, autor de “La vida que te agenciaste”, han realizado “Otra película maldita” con una dedicación admirable. Empiezan por “El hombre bestia”, 1934, rastrean el film, sus fuentes, y hasta la familia del autor, para que brinde testimonio. Y no paran hasta cubrir la producción del año antepasado (la película es del año pasado). Entrevistan casi 50 personas, muestran fragmentos de más de 110 obras, buscan información hasta en lugares inimaginables, como el Instituto de Pensamiento Socialista y el programa de Mirtha Legrand, y arman una exposición irregular pero entretenida, bastante ilustrativa, con buenas puntas para la reflexión, y también para el humor.

En esto último, es impagable lo de Emilio Vieyra, que filmó el vuelo de dos gaviotas y las viró al rojo, para hacerlas pasar por vampiros al atardecer. A este veterano le dedican un capítulo, y hay otros para Jorge Carlos García, superochista impulsor de “Sábados de super acción”, Paula Pollachi (excepcional eso de llevar una chica anoréxica al cementerio para que se cure, y encima meterla en un cajón, está todo filmado), y el peruano Enrique Torres Tudela, pionero en eso de coproducir películas argentinas de terror con EEUU.

También están el cineclub Mondo Macabro, reducto de los fanáticos que luego se largarían a filmar (“era como la jabonería de Vieytes”, grafica Daniel de la Vega), y la patriada de Buenos Aires Rojo Sangre, o los entusiastas de Farsa Producciones, que hicieron su primera película cuando todavía estaban en la escuela secundaria y le vendieron la última a Netflix, nada menos.

El documental se divide prácticamente en dos partes muy distintas. La primera, con un hilo conductor bastante claro a cargo del conocedor Darío Lavia, repasa las obras de asunto más fantástico que terrorífico del siglo pasado: “Malambo”, “La piel de zapa”, “El gaucho y el diablo”, “El crimen de Oribe”, en especial “El hombre que amé”, “El extraño caso del hombre y la bestia”, “El vampiro negro” y “Nazareno Cruz y el lobo” (“una de las diez mejores películas del cine argentino”, pondera el recordado Diego Curubeto, periodista de este diario hasta su muerte hace ya casi un año) y también “Embrujada” y “La hora de María y el pájaro de oro”, ambas atentas a la leyenda guaraní del Jasy Jateré, así como las fábulas de lectura política de Miguel Bejo y Octavio Getino en los ’70 y, por supuesto, las comedias y las primeras películas verdaderamente de terror. En esto, el mérito inicial no es de “Una luz en la ventana”, como suele creerse, sino de “Obras maestras del terror”, de Enrique Carreras, con Ibáñez Menta, sobre cuentos de Edgar Alan Poe, película que se vendió a EEUU y, según dicen, inspiró a Roger Corman. Otra clave, “Alguien te está mirando”, ya en los ’80. Una pequeña encuesta advierte que la mayoría de los actuales directores desconocen estas obras.

La segunda parte se enreda en temas diversos, defecto comprensible, ya que toca la explosión del género en este siglo, con muchísima producción y sangre a raudales, la creciente participación autoral de las mujeres, las ventas internacionales, la asociación con empresas productoras de peso (Pampa Film, la primera, con “Sudor frío”) y, entre otros avances, el cambio de actitud del Incaa (hasta no hace mucho, al menos), que a partir de “Visitante de invierno” empezó a reconocer estas películas como de interés especial, y a darles créditos.

Lógicamente, quedan muchas cosas fuera. Por ejemplo, no se menciona a Blood Window, la costilla del Incaa que colocó a las películas argentinas de terror en el Mercado de Cannes, el más prestigioso centro de negocios en el mundo del cine. Era otro Incaa, y fue hace poco. Tampoco aparecen los maquilladores y autores de efectos especiales, pero ellos acaso se merecen su propia película.

“Otra película maldita” (Argentina, 2023); Dir.: Alberto Fasce y Mario Varela. Documental,

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