18 de enero 2007 - 00:00

"El cazador de Wolf Creek"

El director de «El cazador de Wolf Creek» pierde 40 minutos mostrando paisajesaustralianos y, si bien después provoca algunos sustos genuinos, lo hace abase de lugares comunes.
El director de «El cazador de Wolf Creek» pierde 40 minutos mostrando paisajes australianos y, si bien después provoca algunos sustos genuinos, lo hace a base de lugares comunes.
«El cazador de Wolf Creek» (Wolf Creek, Australia, 2005, habl. en inglés) Dir. Greg McLean. Int.: Cassandra Magrath, Kestie Morassi, Nathan Phillips, John Jarratt.

No hay nada muy original en «El cazador de Wolf Creek», y el hecho de estar basado en una historia real tampoco aporta mucho, porque todos sabemos que lejos puede estar todo suceso verídico de su traslación al guión de una película de terror. De hecho, «La masacre de Texas» también estaba inspirada en hechos reales, y es justamente su fórmula la que inspira esta carnicería de un psicópata australiano.

Haber ganado muchos premios en su tierra natal e incluso estar nominada al gran premio del festival de Sundance se debe a esa trampa del terror «indie», muchas veces ayudada por la advertencia de los « hechos reales». Así es como en «El cazador de Wolf Creek» hay que esperar unos 40 minutos -casi la mitad de la proyecciónpara que el director y guionista Greg Mc Lean deje de mostrarnos paisajes australianos y se dedique a sembrar el terror entre sus cuatro insulsos personajes protagónicos.

La trama presenta dos chicas inglesas y sus amigos que deambulan haciendo turismo por distintas regiones de Australia, hasta que logran su mítico objetivo de ver el lugar donde cayó un meteorito en el parque natural del título. Ahí recién comienza la película, cuando el auto deja de funcionar y aparece a ayudar un tal Mick Taylor, más parecido a Cocodrilo Dundee que al loco de la motosierra, aunque sólo por unos minutos. A partir de ahí, la película aporta todos los horrores que no ofreció durante su primera parte, con algunos sustos genuinos y muchos lugares comunes que harán sonreír al conocedor del género. Hay que reconocer que está muy bien filmada y actuada, y que el tal Mick Taylor es simpático, aunque sea de una manera abominable.

D.C.

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